¿Qué convierte una comedia en una comedia negra? Muchas veces utilizamos la expresión humor negro para referirnos a un tipo de cuestiones que nos hacen gracia aunque se trate de asuntos distantes de lo humorístico. Quizás dentro de cada uno de nosotros haya un pequeño demonio que consigue hacernos obviar el lado oscuro de la realidad para reírnos de asuntos muchas veces cotidianos que si bien no nos han ocurrido, podrían darse en el día a día. Siguiendo esta introducción-análisis sobre la comedia negra creo que para avanzar haré una división en dos tipos: el humor negro burdo y gratuito —como el que puede darse en la televisión a cualquier hora en casi cualquier programa—; y el humor negro inteligente. Sin duda, ‘Relatos salvajes’ debe incluirse en este segundo grupo.
A lo mejor la propia división que he realizado es demasiado ‘burda’ valga la redundancia, pero a lo igual que sucede en otras grandes películas de la historia, aquí la negrura de las historias sirve para potenciar un mensaje inteligente y velado que no obstante redondea el humor existente a lo largo del metraje. Pienso en grandes obras como ‘Monseiur Verdoux‘, ‘Teléfono rojo‘ o la grandiosa ‘El Verdugo’. Desde luego son palabras mayores, pero salvando las distancias ‘Relatos salvajes‘ posee la inteligencia de estas míticas cintas en cada una de las historias cortas que componen el total de la película.
No es ningún secreto que de Argentina siempre suelen salir grandes cineastas, actores y en consecuencia muy buen cine; reconozco que para mí el nombre de Damián Szifrón era totalmente desconocido hasta hace pocos días. El director y guionista consigue a través de pequeñas historias cotidianas ahondar en la conciencia del espectador a través de un humor incisivo y profundo que va más allá de la simple burla de la sociedad moderna. Szifrón consigue, incluso llevando las posibilidades del guion hasta el límite, crear un conjunto de cuentos universales de los que cualquiera puede sacar una moraleja pensando en su propio día a día, y esto, creo yo, no lo consigue casi nadie.
No es de extrañar que en los títulos iniciales aparezca la productora El Deseo, es decir, Pedro Almodóvar y cía. El respaldo al trabajo del director argentino está más que justificado. No esperen una serie de cuentos morales como si de Eric Rohmer estuviéramos hablando. Aquí, ese país hermanado con el nuestro que es Argentina, con su cultura y sociedad indudablemente ligadas a las nuestras, sirve de marco para que un conjunto de increíbles actores con nombre propio como Ricardo Darín o Leonardo Sbaraglia por poner dos de los más sonoros ejemplos, den muestra de los límites de la razón, la locura, la realidad. No se la pierdan, y perdonen por la formalidad pero me salió así, quizás pensando en La Plata.