Publicado por Ezequiel L
Afortunadamente hay cosas en este mundo que permanecen inmóviles a las dinámicas y tentaciones del destino. Porque no siempre el fin justifica los medios, aún con el apoyo de los medios.
En este caso, aún para el independentista de libro, la CUP ha demostrado ser un ejemplo. Bueno, no digamos la CUP porque parece que hablemos de su directiva. Digamos la mayoría de sus militantes, y estoy seguro de sus simpatizantes.
Lo de su directiva es otra cosa, cuya autenticidad ha quedado reducida a la altura de circo hipster, pleno de mojigatez. Tenemos como ejemplo magistral de este nuevo movimiento a Antonio Baños, cuya estrechez fingida hacia la figura de Mas lo ha llevado a una cita romántica con la contradicción y una posterior salida del escenario.
Lo hace tras ser víctima de la ironía, sus “nunca, nunca, nunca” como San Pedro antes de que cante el gallo, se han convertido en dos NO y un sospechoso empate en la Asamblea de militantes. Su dimisión destapa su teatro, no ha soportado el peso de la coherencia ideológica de su militancia.
Como dirían Baños y Mas durante las rondas de votaciones en el Parlament:
-Baños: ” Mi voto es un NO a la investidura del señor Mas, pero es un NO tranquilo”.-Mas: “Preferiría un SÍ intranquilo y no un NO tranquilo”.
Retrata perfecta e involuntariamente la situación que hemos descrito. Uno, se ve por primera vez con el poder en sus manos, se siente la reina del baile y tiene que hacerse la estrecha. El otro, representa que cualquier SÍ proveniente de cualquier ideología le servirá.
Esto nos lleva a un escenario de nuevas elecciones catalanas en un par de meses. Donde al mismo tiempo Artur Mas no piensa dar un paso atrás, a pesar de decir “Nunca seré un obstáculo al proceso independentista”.
Se perfila nuevamente como candidato, pero no se sabe al frente de qué siglas, puesto que Junts pel Sì peligra en estos momentos más que nunca. Se debe a que la artificiosidad de la coalición CDC-ERC, dos posiciones históricamente enfrentadas ideológicamente concurriendo a unas elecciones al estilo PPSOE, ha sido agitada por la coherencia de la CUP y ha comenzado a agrietarse.
La analogía llega hasta el dirigente de ERC , Oriol Junqueras, candidato al que sí apoyaría la CUP en esta votación, pero que se está quedando corto para el papel que le ha tocado liderar y para la altura de su militancia histórica.
Su falta de miras le ha impedido dar un toque mortal a Artur Mas, destinado a ser mártir del proceso independentista, y poco a poco se hundirá atado a la piedra de JxSì si no se desata rápidamente.
Se empieza a perder cuando no se acepta objetivamente la realidad y se construye a partir de ahí, en vez de una reacción adecuada respecto a la realidad. Y esto es lo que ha ocurrido en las últimas elecciones catalanas, cuando se tiñeron los resultados como victoria sin duda, cuando aún la suma de escaños de JxSì no suma los escaños de ambas formaciones obtenidos anteriormente por separado.
Lo que está claro es que pase lo que pase, la idea de independencia de Artur Mas no acaba de convencer, porque no es una idea salida de las voluntades populares como históricamente ha defendido ERC, sino de las conveniencias de la alta burguesía catalana, que agita los hilos del pueblo para convertirse en flautista de Hamelin.
La ceguera del huir hacia delante es un gran handicap para un político, y en esa ceguera han olvidado la presencia de algunos protagonistas “tapados” que se destaparán en las próximas elecciones.
El fracaso de Catalunya Sì que Es Pot, apoyado por Podemos en las anteriores elecciones es engañoso, como hemos visto tras los resultados de En Comú Podem, y todos querrán el toque mágico de la hada madrina Ada Colau, garantía de éxito en Catalunya.
De lo que no cabe duda es de que una conexión Cataluña-Madrid a través de los hilos de Podemos, sería la opción menos destructiva para Catalunya, siempre que sea dentro del consenso y la legalidad.
El gran perdedor, sea como sea, será Artur Mas sin duda. La CUP puede estar bien relajada después de su ejercicio de responsabilidad ideológica.
Habrá un sector independentista que critique este tipo de decisiones de “no sumarse” como traición, como haría Carmen Forcadell, aquella que parecía ver que los catalanes saldrían del feudalismo al salir de España. Síntoma de que vive en la novela histórica improvisada.
Pero la suma no es a cualquier precio, y la verdadera traición está contra nosotros mismos. Cuando hay diferencias reales en la ideología claro está.
Lo de IU es otra cosa.