Revista Cine
Este manga en su momento nos volvió locos a todos. Nos impresionó mucho. Ahora parece que no porque ni se ha reeditado ni a su mangaka se le edita, pero entonces hasta Marvel le encargaba cómics. Releído ahora, con el impacto aún en el recuerdo, compruebo que la cosa sigue casi igual.
Una vez pasada la experiencia repetir no entusiasma como la 1ª vez pero queda claro que Nihei tiene mucho talento. Con casi nada se marcó una historia absorbente y memorable por un montón de cosas. De pocos cómics se puede decir eso. La historia es sencilla y lineal. Es una búsqueda. La de la única esperanza de un mundo posapocalíptico. Últimamente se está abusando mucho dese cliché. Así que el mérito de Nihei es haber sido capaz de convertir el tópico en algo único y conmovedor. Siendo críptico, siendo diferente y siendo audaz consigue ser misterioso y atraernos, siendo sutil nos permite ser activos y siendo lacónico es capaz de crear atmósfera, lo más difícil de conseguir con un cómic. Así leer Blame! es una experiencia, lo que debe ser toda lectura y la mayoría de las veces no es. Lo más importante de Blame! no es el guión, ya se ha mencionado que tiene poco diálogo y la historia es simple y lineal, es el dibujo. Más bien la narrativa. El ritmo y el enfoque. En esto Nihei es un maestro, y estamos hablando de su 1º manga. Toda búsqueda es un viaje y todo viaje es movimiento, y eso lo plasma muy bien el mangaka. No sólo presentando a los personajes siempre moviéndose, lineal y progresivamente hacia arriba o hacia delante, lo contrario que sus antagonistas que saltan, permanecen o se mueven en círculo, el prota quiere llegar lejos, el objetivo de los malos es detenerle, también dedicando escenas al viaje mismo. Al simple discurrir o progresar. Esto nos lleva al enfoque. Seguramente lo más magistral de Nihei es el punto de vista que elige para cada viñeta y su cambio. Esto es clave. Es lo que permite al mangaka provocar con un pequeño tomo en B&N la experiencia de lo sublime. Todo en Blame! es aterrador aunque es un relato casi exclusivamente de Ciencia Ficción. Pero es que el futuro lejano por radicalmente diferente siempre es terrible. Qué sentiría un pobre romano de la SPQR en una megalópolis actual aún cuando seguimos teniendo cacas de perro, mendigos, cemento (que lo inventaron los romanos) y árboles? Pues eso aquí nos lo cuenta la grotesca anatomía de lo porvenir. Con el punto de vista y su variación es como Nihei nos transmite la sensación de inmensidad, de abismo, de desolación, de extrañeza, de pequeñez, de anomia, de locura, de incompresión, de imparabilidad, de absurdez... La historia de Nihei engancha porque sobrecoge y sobrecoge por como está contada. Su gran manejo de la perspectiva le permite pasar de lo pequeño a lo inmenso y de lo cercano a lo remoto en una sola viñeta, y su dominio del ritmo nos mantiene siempre expectantes y sorprendidos. Esto Nihei lo potencia haciendo de sus carencias virtud. Es un dibujante de la figura humana bastante limitado. Incluso dentro de los parámetros caricaturescos del manga, si bien aquí nada de ojos grandes y peinados rarunos. Así pues, el dibujo de Blame! es bastante tosco, pero Nihei aprovecha esa rudeza suya usando un estilo crudo que hace que una obra sustentada en la arquitectura no tenga un aspecto de escuadra y cartabón (en esto es instructivo comparar el estilo de su 1ª historia con el del manga). El escenario de Blame! es una arcología verdaderamente ciclópea. Más grande que un planeta. Pero remite más, y no por el estilo arquitectónico, a la arquitectura preindustrial que a la de los rascacielos. No es que las cosas estén sucias y deterioradas, es que no existe la línea bien recta, el ángulo recto exacto y las superficies limpias. Desta manera la tosquedad se pone al servicio de la historia al transmitir perfectamente la dureza del posapocalisis. Así, lo visual es, como debe ser, la clave deste cómic. La palabra acompaña, es el dibujo el que narra. Lo importante se cuenta con los dibujos. Donde mejor se ve esto es en el diseño de la alteridad. Los otros de Blame! son criaturas verdaderamente extrañas e inquietantes. No necesitan hablar porque dan miedo simplemente con su aspecto y no se parecen a nada, aunque evidentemente están hechos con retazos de cosas conocidas, insectos, esqueletos, cenobitas..., una mezcla de lo que asusta a Occidente y a Oriente. Es cierto que nada quieren decirnos, pero la verdad es que con ntros. no necesitan hablar. La guinda de este impactante pastel es la cruda y bella hiperviolencia. Es lo que termina de enajenar. Mucha violencia brutal es lo que termina de llevarnos a lo sublime.Así pues Blame! más que una gran lectura es un gran espectáculo visual. La búsqueda del enlace entre la humanidad y la tecnología inhumana mientras el transhumanismo intenta convencernos de que lo humano está acabado es un viaje largo, solitario y peligroso por un lugar absurdo por su irracional automatismo y olvido de la escala humana. De ahí la ultraviolencia del manga. Dominar la posmodernidad para Nihei no es cuestión de manejar cada vez más datos sino conseguir reconectar con lo primordial y para eso se necesita la brutalidad y la tenacidad que nos ha hecho llegar hasta aquí porque, o bien el monstruo que hemos creado nos devora, o nos atrae a la alteridad con sus cantos de Sirena.