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Relecturas LXXXVI: Vengadores/Thunderbolts (Marvel-Panini 2005)
Publicado el 10 julio 2014 por Lord_pengallanPor orden de Marvel la cole Thunderbolts, por ser demasiada clásica e insuficientmente popular, acabó en febrero del 2003. Un año después, más o menos, la editorial reculaba ante el fiasco de su apuesta por un Universo Marvel anárquico y sin continuidad, así que en mayo del 2004 salió una miniserie de los Thunderbolts con el fin de ver si aún había suficiente nº de aficionados como para que pudiese haber de nuevo una cole regular del supergrupo. Fue una apuesta fuerte pues se le dio todo el apoyó que se podía: Marvel puso al frente a Busiek, el creador de la serie y el guionista más prestigioso para el fandom clásico, y permitió que los Vengadores fuesen los coprotagonistas. Es cierto que estos no eran tan populares como ahora, pero ese supergrupo siempre tiene prestigio, sobre todo en el fandom clásico. Así que este canto de sirena de Marvel era muy poderoso.
La historia de la miniserie continúa el final de la serie. No hay ninguna elipsis aunque alguna cosa se retoca. Al final de la serie un nuevo grupo de Thunderbolts: Pájaro Cantor, Atlas, Ventaja, Brezo Negro, Arreglador, Piedra Lunar y el barón Zemo, están dispuestos a conquistar el mundo para salvarlo de sus miserias. En esta miniserie la cosa no es tan audaz, no sé si por Busiek o por la editorial. Ahora el plan no es conocido por todos los Thunderbolts sino sólo por los que aún tienen una importante parte villana en su interior: Brezo Negro, Atlas, Arreglador, Piedra Lunar y Zemo, los otros: Pájaro Cantor y Ventaja, están ahí porque no se fían, sobre todo del aristo alemán, de que los demás sean unos héroes altruistas sinceros. Esto del plan conquistador hace que la miniserie toque de forma directa los temas de la serie: si el Bien y el Mal son innatos y la relación entre el poder legal, que es ganado, y el parapoder de los superpodoroso, que es innato, así tiene aroma a Authority pues comienza con los Thunderbolts repartiendo justicia por encima de fronteras y poderes políticos. Acabando con arsenales en manos poco fiables, esta miniserie está muy influida por los acontecimientos de aquellos años en torno a Irak, y dictaduras. No hay leyes ni fronteras ni reglas excepto el Bien y el Mal, frase dicha por Arreglador en el último nº de la cole, es el leitmotiv de los Thunderbolts en la miniserie. Los recién conversos son unos radicales así que no están dispuestos a admitir males menores, convenciones o medias tintas. Lo que es justo es justo así que no se respeta la política pues todos sabemos ya que no tiene nada que ver con el Bien y el Mal (a pesar de ellos muchos políticos siguen manejando esa idea). Así, nada de que el límite a las heroicidades lo pone el status quo. Esto lleva al choque con los Vengadores por 2 motivos: ellos, al haber renunciado a los ideales, por definición absolutos, son defensores del injusto orden establecido y no se fían, sobre todo el Capitán América, de la conversión de los Thunderbolts. Así tenemos los 2 temas: la lucha del poder aceptado socialmente con el autonombrado y la de la mentalidad tradicional con la modernidad, la gente puede cambiar si quiere y se le guía: hay algo bueno en todos si les dejas demostrarlo. Esto hace a esta miniserie la aventura más profunda y compleja de toda la serie y una buena prueba de lo que podía llegar a ser la serie si editores y guionistas se la tomasen en serio.
Pero el tema es que esta miniserie era una antesala para una serie regular por lo que había que domesticar y convencionalizar al supergrupo, es decir, desmontar el rollo Authority que le había impreso Nicieza al final de la serie. Había que separar el grano, los buenos, de la paja, los malos, y moderar los poderes de los Thunderbolts, por ejemplo Piedra Lunar se había hecho demasiado poderosa por lo que desafiaba la preeminencia masculina y tradicional del Universo Marvel. Así, aunque la historia es notable, da pena como obedece a destruir lo más audaz y moderno que tenían en ese momento los Thunderbolts. El problema de estos es que una vez convertidos no tenían sitio en el Universo pues eran otro supergrupo más de segunda fila y eso no justifica una serie regular. Nicieza quiso resolverlo poniéndolos como un supergrupo de buenos fuera de la ley, como los terroristas que en realidad son los superhéroes, pero esto no le valía a la editorial, quemada de experimentar, así que había que volver al principio, volver a poner a villanos que quieren ser héroes tutelados por un superhéroe de bondad contrastada (la premisa de la serie que se establece en el nº 21 cuando Busiek mete a Ojo de Halcón en los Thunderbolts), por lo que había que deconstruir de nuevo al supergrupo. Así la miniserie termina certificando la conversión de Pájaro Cantor, Mach y Atlas (todos gente humilde que tomó malas decisiones), cosa que está bien porque es otra prueba más de que el mainstream no es inmovilista sino simplemente muy conservador, elimina a Brezo Negro y expulsa a Arreglador (demasiado genial e individualista para ser uno más), Piedra Lunar (demasiado brillante y egoísta para ser uno más) y al barón Zemo, incapacitado para la conversión por ser alemán, aristo e hijo de un nazi. Este último caso se nos cuenta de la interesante, por su uso de los clichés, forma siguiente: la miniserie comienza con el 1º Zemo, un plebeyo, aunque no un simple campesino, de finales del XV defendiendo su aldea con las armas ante la deserción de los aristócratas que debían hacerlo. Así, Busiek y Nicieza nos dicen que Zemo es bueno pues es un héroe del pueblo, de abajo, alguien no contaminado por la riqueza y la arrogancia que sabe como piensa y siente el pueblo, pero era para despistarnos, pues al final nos cuentan que no, que no es bueno, que no es que en algún lugar del camino los Zemos se volviesen malos sino que ya lo eran desde el principio pues nos ponen a ese mismo Zemo 9 años después de su hazaña, ennoblecido, como un ser cruel y arrogante que piensa en términos de señores y siervos. No era un héroe del pueblo sino un plebeyo ambicioso y soberbio. Los guionistas nos lo habían anunciado antes cuando poco antes vuelven a desfigurar a Zemo. En fin, con la deconstrucción de los Thunderbolts se desactiva la posibilidad de que el Universo Marvel tuviese su supergrupo de héroes terroristas que pusiese en problemas a los supergrupos de héroes conservadores al poner en evidencia sus contradicciones, buscan mejorar el mundo pero mantienen un orden injusto y están por encima de la mediocridad pero se comportan como mediocres, que lo hubiera enriquecido y dinamizado. Pero al final los rebeldes siempre pierden ante el temor de los mediocres, así que el status quo y su élite vuelve a triunfar aunque tienen que ceder algo, el Capitán América acaba percatándose de que su mentalidad conservadora incluye una serie de prejuicios injustos y perniciosos. Quizás por esto la miniserie tiene un tono trágico. Nadie gana. Gracias a los Thunderbolts la Tierra Marvel se ve libre de la amenaza de todas las armas de destrucción masiva que contiene (lo que deja más expuestos a los gobiernos frente a los superpoderosos) pero la actuación de los Vengadores destruye esa ganancia. Los Thunderbolts fracasan en su heroísmo porque no se fían los unos de los otros a pesar de los esfuerzos de Ojo de Halcón por enseñarles que en eso consiste ser un grupo. Arreglador pierde su oportunidad de ser bueno por culpa de su espíritu lúdico. Piedra Lunar pierde sus enormes poderes porque su mente es demasiado débil para aguantar (machismo inconsciente o conservadurismo?) las presiones (no está acostumbrada a luchar por grandes cosas), la desconfianza (no todos creen que se haya vuelto buena y ella no cree que Zemo se haya vuelto bueno) y sus contradicciones internas (en el fondo soy buena o mala?; esta confusión se refleja en que es el Thunderbolt que más uniformes ha tenido). Zemo pierde su oportunidad de ser bueno porque ante todo quiere ser líder mundial. Finalmente, los Vengadores pierden su intachabilidad porque malogran una oportunidad de hacer del mundo Marvel un lugar mejor al ser más seguro porque su mediocridad, voluntariamente aceptada para ser aceptados por el status quo, los hace ineptos para provocar y aceptar cambios.
Esta miniserie está escrita por Busiek y Nicieza de forma clásica y eficaz de modo que prima la aventura y los clichés (aunque aquí los Vengadores, en vez de ser los simples y directos campeones guerreros de siempre, actúan arteramente por miedo: son tan peligrosos los T-bolts como para ponernos a su altura? Sí pregunta y se autorresponde Iron Man) por encima de las reflexiones y las audacias. Ni la editorial les llamó ni ellos se sentían llamados para hacer una historia que cambiase las cosas o introdujese ideas nuevas en el mainstream. Sin embargo hay que reconocer que narran esta miniserie de forma más compleja, por ello es algo confusa, de lo habitual, atendiendo a la psicología de los personajes más de lo usual y administrando bien la tensión, si bien engañando un poco al lector. Por eso están mejor que los dibujantes de esta historia: B. Kitson, que se encarga también de las portadas, y T. Grummet (que será el dibujante regular de la nueva andadura), otros 2 experimentados funcionarios de la cosa. Estos con sus torpes y anodinos estilos realistas y una narrativa clásica, que es sosa cuando el estilo lo es, no pasan de lo correcto y usual. Se distinguen porque el 2º tiene influencias de G. Perez y es más caricaturesco y dinámico. En suma, los 4 son autores eficaces algunos más que otros, pero faltos de chispa y excesivamente sometidos a los estándares del mainstream. Por eso el relato es tan solo correcto cuando la miniserie es notable por no ser más de lo mismo y estar en el límite revolucionario al que puede llegar una editorial conservadora. Las historias límite de la industria a la postre son las mejores, Watchmen es la prueba. Así pues, esta Vengadores/Thunderbolts pertenece a la mejor época de los Thunderbolts, la cual cierra.