Revista Cómics

Relecturas XCVI: La JLA de Morrison y Porter parte III

Publicado el 21 enero 2014 por Lord_pengallan

Esta última parte es una sola historia, más un fill-in absolutamente mediocre a cargo de DeMatteis y Pajarillo en que se oficializa la buena idea efímera de fundir al Espectro con Hal Jordan, de proporciones épicas, cosa que demuestra que se pueden contar historias ciclópeas sin necesidad de decenas de crossovers, es todo capricho editorial consentido, y se titula "Tercera Guerra Mundial", aunque es más que eso.
Está bien pero con un poco más de cuidado y ambición podría estar mejor. Es un más que digno final a una gran etapa, aunque no impide que esta vaya de más a menos. La falta de ambición de Morrison al final se ve en que esta historia tiene la estructura de la de "El vaivén de las Edades", una de las mejores aventuras superheroicas de la Historia, y muchas cosas de uno de los mejores megacrossover jamás publicados, DC 1 millón. Ambas obras suyas escritas poco antes. Es emocionante y verosímil que la JLA tenga que enfrentarse a varias amenazas simultáneas, aquí interrelacionadas, pero un truco, aunque sea genial, no se puede repetir asiduamente ante la misma audiencia porque pierde fuerza. Aunque no se puede reprochar a Morrison que reutilice una fórmula de éxito creada por él. Así pues, la fuerza de esta épica historia se diluye a medida que vamos viendo sus numerosos puntos en común con lecturas precedentes. El otro elemento fallido de la historia es que es demasiado grande. Al final, tantos personajes, tantos escenarios y tantos detalles hacen del relato una bola bien gorda que impide que todo tenga el tiempo y la profundidad necesaria. La premisa con la que da respuesta al vaticinio de una amenaza futura dado en la historia escrita por Waid que da el pie a esta etapa mola mucho, una arma de Solución Final creada por los dioses del Universo primigenio, quizás por eso tiene un aire a Cthulhu, recorre el actual Universo para destruir la Tierra excitando la agresividad primigenia, la bestia primordial que todos tenemos dentro. Así, la JLA se tiene que enfrentar contra los supervillanos, con una guerra mundial de todos contra todos y con un arma tan titánica como terrible. Todo muy agobiante por la falta de tiempo y la cantidad de escenarios pero la historia nunca llega a enganchar porque no tiene centro. Todo es tan urgente y todo transcurre tan rápido que todo es un ir y venir de aquí pallá con el cual es imposible angustiarse y agobiarse. A pesar de esto el trabajo de Morrison es excelente ya que no marea. La historia está perfectamente desarrollada y, salvo un par de puntos oscuros, es coherente y sólida. De modo que estamos ante otra prueba de que el escocés, aunque tenga fama de loco y drogata, es un tipo que planifica mucho las cosas. Una lectura atenta y seguida de la "Tercera Guerra Mundial" permite ver que todo tiene su razón de ser y que por todas partes hay pistas y claves para ayudar al lector en su andadura. Morrison introduce discretamente en cada episodio los resúmenes de lo que está pasando e introduce las ideas y objetos clave poco a poco para que la información no abrume o pase desapercibida. Así, "Tercera Guerra Mundial", aunque es demasiado fría, el escocés, a diferencia de lo que hizo en mi idolatrada "El vaivén de las Edades", no consigue plasmar la tensión y la angustia de un apocalipsis, y remite a demasiadas cosas, su final recuerda poderosamente al de la Guerra Kree-Skrull, está sobresalientemente escrita. Maneja un montón de elementos a lo largo de 3 líneas argumentales siempre paralelas de forma clara y sencilla. El todo es complejo y abigarrado en la distancia, pero su lectura es de una linealidad tal que es imposible perderse por mucho que a uno se le pasen cosas, algo inevitable en la 1º lectura. Esa es la gran virtud de Morrison, sus historias generalmente son liosas y tienen referencias difíciles pero su núcleo siempre es comprensible, luego pueden ser disfrutadas.
Otro factor que hace de "Tercera Guerra Mundial" algo peor de lo que podría haber sido es su dibujante Porter. Si bien no es culpable de ello pues es víctima de la grandilocuencia de Morrison. Porter es un dibujante muy limitado y no disponía de todo el tiempo del mundo así que el desmesurado guión del escocés le puso en un aprieto del que no pudo salir con bien porque era imposible. Morrison no quiso adaptar su guión a la capacidad del dibujante y al tiempo que este tenía para dibujarlo así que Porter se vio desbordado por la cantidad de personajes y escenarios que le exigía la historia. Dibujar una guerra mundial no es fácil porque requiere muchas escenas de masas llenas de detalles pequeños y ello consume mucho tiempo y esfuerzo de modo que Porter aquí sólo se limita a cumplir por lo que su tosquedad y torpeza quedan más en evidencia que en los nº anteriores. Así, es incapaz de dar la espectacularidad y la emoción que precisaba una superproducción semejante. Su dibujo caricaturesco, sus limitaciones y la militancia en un estilo que no sabe plasmar emociones junto con la excesiva exigencia para el poco tiempo que tiene un dibujante mainstream para planificar y dibujar hacen que esta épica historia escrita para loar a la JLA no llegue tan lejos como podía también por el lado del dibujo.
Relecturas XCVI: La JLA de Morrison y Porter parte III
En perspectiva también se aprecian otros fallos que aguan esta historia a pesar de no estar relacionados directamente con la misma. La etapa de Morrison en la JLA es digna de elogio pero no ocuparse de los personajes y primar lo espectacular fue dispararse en el pie. Toda historia ha de tener, porque los humanos somo así, unos temas polémicos que se visualizan en unos conflictos y unos personajes que transmitan que cambian en su transcurso. Salvo que uno sea un autor excepcional, cosa que el escocés no es, hacer una historia en la que el prota no cambie o que el tema sea la nada es crear un fracaso. El tema de Morrison aquí es la divinidad positiva, inspiradora y precursora de los superhéroes. Por ello sus historias son espectaculares, en general los problemas con los que estos han tenido que lidiar en su etapa han sido gigantescos, de nivel mundial parriba. Se trataba de elogiarlos precisando sus portentosas capacidades, su intachable ética, su gargantuesco altruismo y su heroica tenacidad. Esta última historia es la que mejor sirve a ese propósito, pero el problema es que no es un tema muy atractivo. El que lee superhéroes ya lo sabe. Morrison escogió este tema porque en el momento en que se creó esta historia eso estaba en cuestión, pero debía de saber que eso era coyuntural y que elegir algo puntual pasa factura. En cuanto a los personajes, el hecho de ocuparse de caracteres cuasiarquetípicos con sus propias coles regulares le impedía y le libraba de darles profundidad, pero eso no le excusaba para haber buscado una solución al problema fundamental de la evolución del prota a lo largo del relato ya que eso es necesario para que la historia importe al consumidor. Bueno, en realidad sí la tiene pero la ofrece tardía y embrionariamente. Superman es intocable, es el que es, como diso, y ya no puede evolucionar, y el Marciano tampoco porque representa la madurez en el sentido agrícola de esa palabra, no se puede ir más lejos porque lo siguiente es la podredumbre, pero tenía a los otros. Despreció a Aquaman y a Wonder Woman, casi invisible en su etapa salvo en esta historia donde no hace nada decisivo pero se muestra como una buena líder, y se quedó con Flash, Linterna Verde y Batman. Los 2 primeros eran en aquel momento unos superhéroes novatos que habían heredado el manto de 2 personajes muy populares y Batman es un solitario. En estos problemas personales el escocés se debería haber centrado pues podía cambiar la inexperiencia y la inseguridad que da suceder a 2 personajes legendarios de los 2 1º y la desconfianza hacia un grupo y hacia la gente con superpoderes del 2º (recordemos que, aunque es increíble, él es sólo un humano muy rico) sin romper nada. Lamentablemente sólo se acuerda de ello al final del final y sólo para Linterna Verde y Batman, el 1º, un superhéroe muy importante para Morrison pues para él representa el poder de la voluntad y la imaginación humanas, acaba ganando la seguridad en sí mismo que necesitaba y el 2º aprende que los problemas no los puede resolver uno solo. Haber desarrollado más esta evolución hubiera dado más entidad y coherencia a su etapa sin por ello faltar al sagrado mandamiento del inmovilismo, excelentemente visualizado en esa splash page final que hace que esta etapa sea circular, la JLA del final es la JLA del principio, los que se unieron a ella en la 2º parte ya no están (no preguntéis por qué). Eterno Retorno.
De todos modos, todo lo dicho no debe empañar el sobresaliente trabajo desempeñado aquí por Morrison pues a lo largo de una treintena de nº demuestra todas las cualidades que un buen guionista de superhéroes ha de tener. Además de las del escritor: elocuencia, imaginación y saber narrar, ha de conocer bien a los personajes y al género así como tener una buena y amplia cultura general. Todo ello es imprescindible, y el secreto de la épica y la espectacularidad de esta etapa, para presentar auténticos y nuevos desafíos a los personajes, hacer que den todo lo que tienen dentro y meterles en maravillosas aventuras. Es por esto por lo que, aunque el tema de esta etapa no es muy interesante y los personajes son bidimensionales, su JLA es una delicatessen para cualquiera que le gusten los superhéroes. Otro aliciente de la misma es que aquí están presentadas todas las ideas que Morrison va a desarrollar en su producción posterior. Por ello, su lectura facilita la compresión de esta.

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