Revista Cultura y Ocio
"Releer lo que me había ahuyentado una primera vez, releer sin saltarme un párrafo, releer desde otro ángulo, releer por comprobación, sí... nos concedemos todos esos derechos.
Pero sobre todo releemos gratuitamente, por el placer de la repetición, la alegría de los reencuentros, la comprobación de la intimidad".
Como una novela
Daniel Pennac
Nunca he comprendido a la gente que se aburre delante de un libro. Claro, asumo que hay otros que no me comprenden a mi, que no veo la televisión por ese mismo motivo. Pero me he dado cuenta de un fenómeno curioso. La gente es capaz de ver una película dos, tres, cinco veces... pero cuando digo que he leído tal o cual libro dos veces, se giran para mirarme como si estuviera contando mi último viaje a marte.
Uno de los derechos del lector, como dice Pennac, es volver a encontrarse con las palabras que le hicieron sentir un día. Cuando un libro me apasiona no lo leo, lo devoro, me dura un rato, apenas una tarde en la que no respiro por escuchar mejor su voz y por eso pasado un tiempo me gusta regresar a su historia. Tengo la sensación de hacerlo de una forma mas pausada, deteniéndome entre las líneas para recoger todo lo que el autor quería decirme. Porque si lo estoy releyendo es porque ese libro me dice algo a mi. De hecho los lectores tenemos una "vena" egocéntrica que hace que pensemos que hay libros que nos hablan directamente, a nosotros de forma individual de entre los cientos, miles de personas que se han acercado a esa misma cubierta. Y somos capaces de hacer esa afirmación sin pudor alguno.
Hubo un tiempo en el que decía eso de "las vida es limitada y las lecturas parecen no serlo, ¿por qué entonces repetir pudiendo descubrir otra historia?" Hasta que me encontré con un libro ya leído en las manos, y disfruté de sus palabras. Me reencontré con los hombres de gris de Momo que recordaba de mi infancia y los disfruté desde otra perspectiva. Me descubrí releyendo poemas hasta casi memorizarlo y también novela, sí. Haciendo mías frases sueltas, usando ejemplos prestados, ideas adquiridas, miradas nuevas. Repitiendo lecturas.
He descubierto que cuando somos niños si que somos capaces de releer los libros de Julio Verne, los cómics de Asterix, Las aventuras de los cinco... en esa época es algo mucho más frecuente. A medida que vamos cumpliendo años perdemos ese pequeño placer que se encuentra en saber lo que va a suceder, anticiparse a la frase, al verbo, a la palabra. O tal vez no.
Personalmente me gusta volver a pasar por determinadas lecturas, ya sea completas o capítulos sueltos. Es uno de esos placeres que hago sin prisa, sin listas, disfrutando letra a letra.
Y vosotros, ¿practicáis la relectura?
Gracias