Revista Coaching
“La religión es el opio del pueblo”, ya se lo decía el sabio Karl Marx. Sin embargo, para otras personas ella significa la expresión del hombre con su deidad, que también es una verdad. Pero, actualmente, y sin generalizar, fue transformada en un verdadero “show” de la fe, pero en el sentido figurativo de la palabra. El sensacionalismo religioso ha tomado cuenta de los rituales. Se entiende por “sensacionalismo” el efecto de provocar sensaciones, de emocionar y hasta mismo de escandalizar. Al menos es lo que se tiene visto en ciertas manifestaciones. Ciertos líderes espirituales se aprovechan de algún momento de dolor de sus fieles para sacarles más dinero con la promesa de que “Dios les dará el doble” y que “Él les proveerá”, cosas así. “Es muy fácil gozarse con el palo ajeno”.Su única diferencia es que comparándolos con los políticos no tendrán que cumplir lo que prometen, por lo tanto, sus imágenes no son afectadas negativamente. Los discursos son cargados de sofisma, retórica y paralogismo, con poder que hasta podría sorprender a Platón. Según la Real Academia Española (RAE), el “sofisma” es el tipo de argumento que crea una falsa verdad. Y la “retórica”, la facilidad de hablar bien delante del público, con elocuencia, pero con una presunta pobreza de ideas. Se la nota en el énfasis que se da en el habla, cuando se aumenta o disminuye el sonido de la voz y en lo gestual. Ya para la autora Mónica Fort, el “paralogismo” es un tipo de argumentación viciosa que induce a un error de interpretación. Toda la justificativa estaría en la Biblia o en alguno otro libro sagrado, que depende de la doctrina. No se la está desmereciendo o tornándola sin valor de efecto. Pero todo es pasible de interpretación. Un mismo versículo puede significar una cosa para los católicos, otra para los judíos, diferente para los evangélicos y más aún para los santeros. Se vale de la interpretación y de la subjetividad.Sin embargo, el arte del sensacionalismo es mucho más de lo que se imagina: es la exploración de la miseria ajena como herramienta de comercialización. Es algo así que se sucede con la fe, sin generalizar. “Quien dona más dinero es más bendecido”, etc. Según parece, Dios, presuntamente, estaría aceptando soborno para ayudar a unos más deprisa que otros. “Si sientes dolor en el oído, pon tu mano en la oreja”, “si el dolor es en la cabeza, pon tu mano allá”; y “si es en el corazón, entonces, ponla en el pecho”. Tras algunos minutos de reza, los problemas desaparecen como mágica. Increíble, ¿no? Lo difícil de aguantar a ver es cuando un individuo, que se decía vivir en una silla de ruedas, de la nada (por la fe), se levanta y corre por toda la iglesia para exhibirse del presunto milagro.Se puede acechar que, últimamente, Dios estaría sordo. Al menos es lo que parece. No es nada en contra de la expresión de la fe de uno, pero llega a ser una exageración cuando se oye un culto en toda una cuadra de su barrio. Los astrólogos y los adivinos no van a heredar el Reino de los Cielos. Esa ha sido la lectura de un líder religioso en su culto. “Aleluya”, “Gracias a Dios”. Manifestaciones al fondo – y sin sentido – toman cuenta del tiemplo. Aparentemente, no se puede sentir ningún placer al ver que alguien va para el infierno, por haber presuntamente elegido algo diferente de lo que estaría escrito en un pedazo de papel, principalmente, cuando la doctrina valora la vida y no la muerte. Es cuando la religión apela para el lado histérico de una persona, haciendo con que se despierten sentimientos que estarían latentes, y que tal vez no fueran demostrados en otros lugares. En ciertas religiones, el “yo” egoísta puede irse más lejos, por ejemplo, cuando se insta el castigo de un individuo que por alguna razón se ha decidido cambiar de doctrina y/o cuando se mata o destruye a alguien en nombre de ella.Está de moda hablar en lenguas raras – ¡raras mismo!!! - y hacer “revelaciones” del tipo: “Jesús te ama”; “El Señor te está preparando un regalo”. Eso cualquier uno puede hacerlos, sin la necesidad de un don o una bola de cristal. ¡Qué interesante! ¿Se puede haber “revelación” en una iglesia? ¿Eso no sería una contradicción a la Biblia, libro guía de base del cristianismo?Si tú preguntaras a ciertos cristianos el porqué de la astrología ser considerada un pecado, muchos, seguramente, van a decirte que es porque está en la Biblia. Sin embargo, eso no es contestación suficiente. Se observa la falta de argumentaciones constructivas para convencer a un cuestionador que busca entender las cosas desde su raíz. Sería mucho más simple decir que, tal ciencia esotérica lidia con los mitos de los dioses [griegos y romanos] que, presuntamente, nunca han existido. O sea, si tales deidades representan en la teoría una mentira, entonces, todo lo que viene de ellas también lo es.La promesa de un infierno se tornó más cercana y actual. Sobre todo, ese discurso de causar miedo a los ignorantes enreda las fantasías humanas. “Veo que alguien quiere acabar con tu casamiento”; “Tienes un enemigo en tu trabajo, si me pagas $, yo lo borro de tu vida”. Son frases clichés de una gente que gana la vida con la certidumbre de que está lidiando con tontos. Porque todo el mundo pasa por esas cosas. Entonces, las personas comienzan a pagar para espantar el mal de ojo. Los ricos pagaban en dinero para que fueran perdonados por sus pecados, mientras tanto los pobres, se flagelando. Esa fue una gran pillería inventada en el cristianismo medieval: la indulgencia.Al respecto de la frase de Karl Marx, que ha iniciado el texto: el “opio” es una droga extraída de la amapola, que contiene morfina (contra el dolor) y también usada para hacer el somnífero analgésico, con sustancias narcóticas, por lo tanto, provocando dependencia; y la papaverina, utilizada para combatir la impotencia sexual, según algunas pesquisas realizadas por este autor de MUNDO DIMASIADO. Y así es la religión, con tres vertientes: la primera dependencia es de la deidad, que precisa que la crean para que pueda existir – al menos en el inconsciente –; la segunda, la del fiel que necesita creer que no está solo este mundo, depositando sus esperanzas en un ser superior y alguien a quien culpar por sus sucesos y fracasos; y la tercera, la del líder espiritual, que necesita sostenerse y a su gente. “¿Dónde está tu compromiso con el Señor? La Biblia dice que todos debemos dar el diezmo. Es el pago al Señor por todo lo que Él te da”, reclama un líder espiritual que no se contenta por no lograr la meta de recaudación. Y para facilitar, algunas sectas han colocado máquinas de tarjetas de crédito. ¡Puedes parcelar el diezmo de todo el año si así quieras!!! Algunas instituciones religiosas prefieren el constreñimiento tras el ofertorio: “levántense aquellos que no dieron dinero”. Poco tiempo después: “aquellos que están de pie y no han dado dinero, pidan a sus hermanos y den aquí”. Otra táctica interesante es la de cerrar las puertas durante el ofertorio (jejeje). Además, se han inventado otros métodos para obtener dinero, como participar de una campaña espiritual al comprar un producto, o ayudar en el boleto de energía eléctrica de la institución, pues hace mucho calor durante el verano.La religión funciona como un anestésico para el espíritu, una especie de consuelo, de fuga y de estímulo para la impotencia del ser humano delante de los problemas de la vida (enfermedad, desempleo, tragedias, divorcio, muerte etc.). Y a pesar de, aparentemente, hacer bien a los demás, presuntamente, induciéndolos al camino del bien, funciona como una obligación. Aun se diga que la religión funciona como una especie de “liberación” y es libre – mucha gente puede optar por seguirla o no –, ella tiene sus amarras: las personas tienen que adecuarse a un estándar de comportamiento y buscan en la fe la fuerza necesaria para corregir los errores/pecados/delitos/crímenes/vicios etc., para que así sean aceptas en determinado grupo. Vea, pues, una mujer que antes usaba ropas cortitas, que ahora usa faldas largas y vestidos. Observa que esa cosa de una mujer no poder utilizar pantalones depende de la secta, aunque sea un mismo dios. En determinadas doctrinas, el vínculo de un individuo con su creencia puede llegar al extremo, casi una simbiosis o parasitismo. En las que lidian con espíritus, por ejemplo, éstos se satisfacen con algunos placeres/vicios mundanos a través del trance en sus seguidores, mientras tanto los fieles, por se sintieren “bendecidos” con algunos dones, como la adivinación.Considerando que, la religión es capaz de formatear sus integrantes, moldeándolos a tener un tipo de pensamiento común y hábitos semejantes – en nombre de la moral y las buenas costumbres –, se podría decir, por lo tanto, que sus adeptos son esclavizados por tal filosofía y/o por quien la dicta, una vez que los valores individuales podrían estar embutidos en el nombre de un presunto bien colectivo. Ya que, fuera de ese grupo quizás no se pensase o no se sintiera la obligación de rever sus valores.“¿Crees que el Señor va a bendecirte?”, se lo pregunta un líder religioso. “Sí, yo creo”, responde una presunta víctima. “Entonces, ven aquí y asuma un compromiso con Dios en este altar y dona la mitad de tu salario”. “Hermano, ¿Tú crees de verdad en el Señor como dices? ¿Eres capaz de donar todo tu salario a contrapelo de la mitad?” ¡Eso se lo llama constreñimiento público!!! Caso no logres lo que deseas, la culpa no es del Señor, pero tuya, que no ha tenido fe suficiente. Eso es la disculpa de un líder espiritual que intenta hacerse el inocente.Las reflexiones son constantes, pero el texto termina aquí. ¡Amén!!!