Revista Educación

Religión y homofobia

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Mucho se está hablando en estos días sobre si el horrible ataque en el pub Pulse de Orlando, que dejó 50 personas muertas -incluyendo al atacante- es un acto yihadista u homófobo. Personalmente creo que dejar a un lado cualquiera de las dos posibilidades es una equivocación y una irresponsabilidad. Como pasa con casi todo, las cosas no suelen ser blancas o negras sino una mezcla de ambos colores  y, por mucho que algunos no estén dispuestos a reconocerlo, la homofobia y el extremismo religioso están íntimamente relacionados. Cualquiera de las grandes religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo, islam…) tienen entre sus principales preceptos la supremacía del hombre sobre la mujer y la condena de cualquier cosa que guarde relación con el sexo y se salga de su concepto de “normalidad”: homosexualidad, transexualidad, relaciones sexuales fuera del matrimonio, poligamia, promiscuidad…

No nos engañemos: el odio o el miedo hacia lo que se sale de lo “normal” hunde sus raíces en el sentimiento religioso, que está tan arraigado en nuestras sociedades que lo interiorizamos durante nuestra educación aunque no seamos especialmente creyentes. Se trata de lo que vemos y escuchamos cada día a nuestras familias, amigos, maestros, políticos y cualquier persona que tenga o haya tenido algún papel relevante en nuestra vida o se encargue de legislar y organizar nuestra convivencia . Esas personas modelan nuestra personalidad, crean y modifican nuestro código de conducta y afectan a cómo vemos a los demás con sus prejuicios y dogmas sin que nos demos cuenta de ello.

¿Es el ataque de Orlando un acto de extremismo religioso? Claro que sí. ¿Es un acto homófobo? Por supuesto. Una cosa lleva a la otra e intentar minimizar su dimensión homófoba supone invisibilizar a un grupo social que históricamente ha sido (y sigue siendo) discriminado, criminalizado y odiado por gran parte de la sociedad debido a unos dogmas intolerantes y sin sentido. Porque la elección del lugar del crimen no es casual. Que presuntamente Omar Mateen fuese un homosexual reprimido tampoco es casual. Y que mucha gente prefiera no nombrar la homofobia inherente al hecho, desgraciadamente, tampoco lo es.


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