Altos números y proclamar victorias, pretendían
generar moral. Izquierda radical y militancia 1965-1982
Todos los partidos y todas las naciones, así como
todas las religiones, saben que los sentimientos compartidos son una fuerza de
unidad,… La cooperación, la espiritualidad e incluso el amor podrían añadirse a
los ‘patriotismo, fidelidad, obediencia, coraje y compasión’ darwinianos como
componentes del pegamento social, pero resulta difícil identificarlos. Steve
Jones[1].
Cooperación, espiritualidad, amor, patriotismo, fidelidad, obediencia,
coraje… son términos ampliamente utilizados dentro del movimiento obrero y las
revoluciones. Puede ampliarse el significado de algunos términos religiosos a
significados políticos: iglesia, partido, religión, comunismo, sacerdotes,
nomenclatura, clero, élite política, etc. Muchos comportamientos religiosos se
identifican con prácticas políticas y a la inversa, ambos contienen poderosos
agentes de unión y exclusión, la militancia radical utilizaba de estos
componentes, soportados por la utopía. Cuando
ésta desapareció, el edificio del compromiso militante se derrumbó.
Ambos terrenos de intervención humana, política y religión, quieren
edificar un mundo sustitutivo del existente, construir una interpretación
particular de la vida con principios ilusionantes y aterradores; ambas
militancias requieren actividad social, exigirán proselitismo, agitación y
propaganda sometidos a reglas y normas de organización grupal; ambas promueven
la certeza en sus principios doctrinales y en su paraíso hasta el
enfrentamiento con otras doctrinas que siempre serán falsas; una escisión
construirá su identidad no solo a favor de un nuevo paraíso y generando otras
normas de comportamiento y organización, además fomentará el odio hacia los
otros, -toda identidad se construye con elementos pro y contra-; en ambos casos
fomenta la fe en las propias teorías y sus intérpretes, fomenta la adoración a
sus obispos, a la élite ejecutiva, acompañada del desprecio a cualquier otra
élite.
Ambos, el partido y la secta, consideran ser los únicos fieles
interpretes de textos sagrados en los que se apoyan, tienen toda la razón; sus
integrantes, sus líderes se comportan como elegidos por el destino, dotados de
superior calidad al resto de mortales los permite definir nítidamente la
finalidad, el paraíso hacia el que caminar y los enemigos a destruir; ambos
determinarán los fines a lo que todo queda subordinado, todo es permitido al ir
encaminado a lograr el objetivo; las estructuras del grupo premiarán al
obediente, asimilarán a quienes defiendan el discurso interno y reprimirán y
expulsarán a quienes no se sometan… Los números aquí serán importantes.
Las cifras son terreno resbaladizo susceptible de
herir, atentarán contra postulados sustentados en ideas tales como las
siguientes: ‘’el pueblo haría caer la
dictadura; la inmensa mayoría de los españoles en un lado se enfrentaba a la
camarilla del Pardo; La gente, todos contra la oligarquía financiera y
terrateniente; Los españoles quieren una revolución y están en puertas; no se
llegó a ella porque unos pocos, traicionaron a la mayoría revolucionaria del
pueblo…’’
Aquella ensoñación escondía la realidad. Éramos muy
pocos militantes en la izquierda radical y la inmensa mayoría de españoles no quería
revoluciones. Si bien las movilizaciones en el tardo franquismo fueron muy
fuertes, lo fueron fundamentalmente por mejorar las condiciones de vida y para defenderse
de las agresiones de la patronal y el Estado, despidos, sanciones, topes
salariales, inflación, paro… era evidente que la gente no apoyaba las opciones
políticas que pretendieran una revolución, un Nuevo Mundo Socialista.
Grandes mayorías de población eligieron una sociedad
parecida a la francesa, con mejores de condiciones de vida, más libertades y
derechos, formas sociales democráticas europeas eran el objetivo deseado por la
inmensa mayoría; la realidad mostraba insistentemente que quienes se
incorporaban a la lucha rechazaban sumarse a las opciones de la izquierda
radical, en muchas ocasiones identificadas como sectas, buscaban mayor
comodidad en la cercanía del revisionismo, o incluso abandonándolo para
acercarse a los reformadores, menos exigentes y más laxos en su militancia y
con mayor proximidad al objetivo de libertades individuales democrático
occidentales.
Esta realidad era apreciada por todas las fuerzas
políticas, incluidos los grupos de extrema izquierda, de hecho, supuestamente
para lograr mayor inserción entre las
masas, muchos de los partidos situados en la izquierda radical, hacia 1977
comenzaron a reflejar en sus publicaciones objetivos concretos bastante
distanciados de sus ideas y proclamas originales revolucionarias aceptando y
potenciando la legalidad democrático burguesa que se iba configurando.
[1] Jones, Steve, ‘Ciencia y creencia. La promesa
de la serpiente.’. Turner. 2015’’