Xavier Novell, el obispo de la comarca leridana de Solsona, le ha pedido a sus feligreses que participen “en el proceso constituyente catalán”, aunque no sean independentistas.
Quienes deseen mantener España como hace muchos siglos deben unirse, dice, al proyecto que la desmantela; al hacerlo siguen la doctrina católica, según su criterio.
Este impetuoso y politizado prelado de 47 años, y supuesto miembro del Opus Dei, pide además que la futura constitución catalana “sea respetuosa con el hecho religioso”, lo que ordena venerar la vida “desde su concepción hasta la muerte”.
Aquí empiezan las contradicciones entre las fuerzas independentistas, autoproclamadas progresistas y mayoritariamente abortistas muy radicales, que desprecian la teología y la predicación del obispo.
Con el mismo nacionalismo, pero español, otro catalán, el cardenal barcelonés Enrique Plá Deniel (1876 - 1968) fue el principal apoyo religioso de la dictadura de Francisco Franco, y quien impuso la norma de llevarlo bajo palio.
Le agradecía haber salvado a miles de sacerdotes “de las hordas rojas”, entre las que hoy estarían los independentistas más activos, como los de la CUP.
Los religiosos profesionales que toman partido en la política olvidan una orden de Jesús sobre el pago de tributos, pero también, según la interpretación actual, sobre la separación de poderes, al tener que dar “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
La politización clerical tiene una historia siniestra: participando en guarras, o con la ultraderecha, o ayudando a montar ETA, o matando en Colombia como el aragonés “Cura Pérez”.
Tiene, además, otros seguidores de la “teología de la liberación”, algunos muy importantes, desde México o Argentina, hasta Roma.
Obispos y jerarcas trabucaires, recordando al cura Merino, ahora sin trabuco, que son una desgracia para la paz: pistoleros espirituales.
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SALAS