Un día me contaba mi padre sus viajes los lunes al Mercao´. Salir al alba, llegar y comprar y vender y comprar y vender, y tomar un vino, sellar un trato, hundir los pies en el barro, entrar con su padre o con su abuelo en la tienda de Pedro Barrios... Le pregunté cuanta tardaba en ir de su pueblo al Puente: "No lo sé, no tenía reloj: salíamos temprano y volvíamos antes de que oscureciera".
Me he acordado de aquel mundo leyendo esto de Garrocho en ABC, a vuetas con los relojes