Revista Cultura y Ocio
"Descorro de golpe las cortinas de mi cuarto, y ahí están el cielo sediento y el ancho río, lleno de barcos, botes y rollos, pero yo ya estoy pensando en los ojos color chocolate de Vinny, en el champú corriendo por la espalda de Vinny, en las perlas de sudor sobre los hombros de Vinny, en la risa traviesa de Vinny, y ya se me ha puesto el corazón a cien. Dios, ojalá me hubiera despertado en su apartamento de la calle Peacock y no en mi asqueroso dormitorio."
Lo cierto es que tenía muchas ganas de leer algo más de Mitchell. Tras el Atlas de las nubes me podía la curiosidad por seguir leyendo sus historias, así que cuando me enteré de la publicación de este libro, me faltó tiempo para ir a comprarlo. Hoy traigo a mi estantería virtual, Relojes de hueso.
Conocemos a Holly Sykes cuando tiene quince años, en la década de los ochenta. La conocemos justo la mañana de la gran discusión con su madre, que acaba de enterarse de que mantiene una relación con un hombre de 24 años. Holly huye de casa con la intención de refugiarse en los brazos de un novio que la espera en la cama con su mejor amiga, así que tragándose el orgullo y entre lágrimas, Holly comienza una aventura que la llevará a recoger fresas. A partir de ahí y, a lo largo de seis partes, el libro nos irá abarcando lo sucedido hasta el año 2043.
Como decía, el libro está dividido en seis partes, narradas en primera persona por distintos personajes, excepto la primera y la última en las que la propia Holly toma la palabra. En las otras cuatro partes nos iremos encontrando con narradores que están relacionados siempre de un modo u otro con Holly, y sus historias nos llevarán de Suiza a Irak llegando a un futuro no tan lejano en el que el mundo ha sufrido un colapso que no se nos antoja tan extraño. En este momento hay que resaltar la cuarta parte, en la que aparece un escritor llamado Crispin Hershey que muchos han buscado identificar con Martin Amis, pero que el autor se ha apresurado a explicar que tiene mucho de él mismo. De este modo asistimos a una versión que oscila entre la crítica y la sátira del mundo literario en la que se aprecia aún más el sentido del humor del autor que permanece durante toda la novela.
En cuanto al argumento, pudiera parecer que se trata de la vida de Holly, pero Mitchell es un autor ambicioso y, siendo sinceros, ella no es más que una excusa plantada en el realismo, para dar pie a una subtrama que asoma desde las primeras páginas, con las alucionaciones de Holly, y que acaba tomando la novela en la quinta parte. La vida de Holly, su huída con ese curioso encuentro con la mujer pescando, o el té y el desayuno con salchichas, nos van introduciendo en la mente el germen de esa segunda historia que va captando nuestra atención mientras el estilo fluído del autor nos lleva por la superficie a una velocidad pasmosa para tratarse de una historia aparentemente tranquila. Vamos celebrando cada vez que aparece Holly a lo largo de la historia porque le cogimos cariño desde las primeras páginas, y a la vez vamos siendo conscientes de la parte fantástica. Y es que si hay un personaje que en un momento determinado afirma que un libro no puede ser medio fantástico lo mismo que una mujer no puede estar medio embarazada, Mitchell se encarga de desmentirse a sí mismo. Toda la parte realista está poblada de personajes que aportan una continuidad a la historia, ya de por sí interesante, pero también es una introducción para hablarnos de una lucha entre dos tribus inmortales, y darnos finalmente el significado al enigmático título que lleva el libro. La pregunta del millón es cómo se consigue pasar de un lado a otro, de una mujer de mediana edad a una lucha entre inmortales, sin perder la compostura ni extrañar al lector. Es más, añadiría, consiguiendo justo lo contrario, que preste más atención. De repente estamos entre Anacoretas y Horólogos acompañando a Marinus y descubriendo las conexiones entre ambos mundos. La importancia del primero para el segundo, y también la insignificancia de la existencia (en este caso reflejada en cientos de páginas), dejando asomar el autor la parte crítica de la historia.
Relojes de hueso es una novela diferente, divertida, en la que uno tiene la sensación de que cualquier cosa es posible, incluso encontrar alguna referencia al propio autor que nos haga sonreír, y en la que el autor se encarga de que no olvidemos eso precisamente: que cualquier cosa es posible. Pocas veces me ha durado tan poco un libro que anda por las setecientas páginas, pero el ritmo y la trama empujan a seguir la historia. Y a disfrutarla. Mucho.
Por si no ha quedado claro que he disfrutado de ella, lo único que me queda por añadir es que es bonita hasta por fuera. Pero, ahora que caigo, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias