Los triángulos de latón con relojes que marcan la ruta del tiempo en la fortificada Besanzón nos conducen tanto a la Catedral como al Museo del Tiempo. La proximidad de la frontera suiza hace de la ciudad del Franco Condado un centro relojero de Francia tras ser separada de la Corona de la Casa de Austria española.
El Museo merece la pena visitarse pues ofrece un interesante panorama sobre la medida del tiempo en distintas épocas desde los relojes solares a los relojes astronómicos con planetario como el de Antide Javier que reproducimos.
Resulta destacable el péndulo decimal de Louis Berthoud, relojero responsable entre 1805 y 1813 del Bureau des longitudes, el organismo creado por la Convention Nationale en 1795. Las doce del mediodía son las diez y la esfera se divide en 100 minutos en lugar de 60.
Los telescopios meridianos, las esferas armilares y el péndulo de Foucault son otros instrumentos que forman parte del recorrido.