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Remakes ¿de verdad merece la pena hacerlos?

Publicado el 21 junio 2016 por Maresssss @cineyear
Publicado en desvarios cinefilos, Noticias / por / el 21 junio, 2016 a las 9:44 am /

Hoy me he sorprendido pensando en esas películas que se hacen una y otra vez. ¿Nunca os habéis preguntado por qué existen los remakes? ¿para qué sirven? ¿de verdad merece la pena hacerlos?

Bueno, vayamos por partes. Personalmente, y a priori, no soy partidario de los remakes. Y no lo soy porque lo más habitual es que cuando alguien decide contar algo que ya había sido contado, usando además el mismo formato narrativo, es porque entiende que esa historia es muy buena, y de ser así, no sé porqué quiere cambiarla. Es clara la adaptación al cine de grandes obras de la literatura, pero ahí hablamos de formatos narrativos diferentes, para distinto público y con claves que tienen poco que ver.

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Luego dando por sentado que entendemos por remake el volver a filmar una película que ya había sido rodada anteriormente, (y se supone que con un cierto grado de éxito, ya que si no, no la conocería quien pretende refreírla, o consideraría que la historia no interesa), la cuestión es: ¿Qué lleva a querer hacerla de nuevo?

Llegados a este punto hay distintas respuestas: Por un lado, solemos oír lo de la actualización de la historia, o la adaptación a distintos mercados, así como la visión diferente y personal del argumento…

A ver, puedo entender que desde el punto de vista de un productor, cualquiera de estas razones son válidas a priori. Me refiero a que si toman un clásico y deciden actualizarlo utilizando actores más en boga, juegan con un elemento fundamental para ellos, como es la publicidad del momento. Un caso claro podría ser la serie de Ocean´s Eleven, The Italian Job, o El Gran Gatsby, por poner algún ejemplo donde se pasa de Sinatra y su Rat Pack, Michael Caine o Redford, al clan de Clooney y Pitt, Mark Whalbergh o DiCaprio. Es claro que la actualización, dirigida a las nuevas generaciones, lleva una ventaja enorme y, sin duda, fue lucrativa para los productores. Luego desde el punto de vista de la industria, este tipo de remake está plenamente justificado.

También los hay que buscando una adaptación o nueva versión, consiguen piezas realmente notables, y que, si no superan al original, al menos lo igualan en calidad o lo enriquecen con nuevas perspectivas. Claro ejemplo sería la revisión de Valor de Ley (Henry Hathaway, 1969) por los hermanos Coen, True Grit, en 2010, con Jeff Bridges en el papel que le valió a John Wayne el único Oscar de su carrera. Imprescindibles ambas.

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Los musicales son también un enfoque diferente de la misma historia, como sucedió con Historias de Filadelfia (George Cukor, 1940), y High Society (1956), donde Cary Grant, Katherine Hepburn y James Stewart pasaban a ser Bing Crosby, Grace Kelly y Frank Sinatra para poder hacer gorgoritos a gusto. Otro ejemplo son las innumerables versiones de Ha nacido una Estrella, adaptando canciones y géneros musicales a cada época: 1937 Janet Gaynor, 1954 Judy Garland, 1976 Barbara Streisand, 2016 Beyonce….

Un caso distinto de remakes son aquellos que buscan un trasvase de mercados, como sucede cuando algún despierto productor que, amparándose sobre todo en el desconocimiento del público de lo que pasa en otras partes del mundo (cada vez menos), o en nuestra pereza como espectadores, se marcha a lugares ignotos (léase Europa, sin ir más lejos) y compra los derechos de películas o series para filmarlas en su país (léase Estados Unidos de cara a un mercado mundial) con actores propios. Este segundo caso ya comienza a tener ciertas dificultades, y el éxito puede ser más esquivo para el avispado inversor.

Aquí, a veces la fórmula no ha funcionado sencillamente porque la historia estaba bien contada de origen, y el cambiar el formato narrativo, en el cine, a veces supone TODO. Así, hubo películas como Abre los OjosVanilla Sky, la francesa La Cena de los Idiotas o la argentina Nueve ReinasCriminal, que tras ser un éxito en su concepción original, el trasvase a Estados Unidos supuso un fiasco absoluto, probablemente porque no pudieron trasvasar la esencia y el gran talento que rezumaban los originales.

Y hablando de “esencia”, una mención aparte merece la revisitación que hicieron de la italiana Profumo di Donna de Dino Risi, que en Estados Unidos pasó a ser Esencia de Mujer, y donde, pese a ganar el Oscar por esta interpretación, Pacino se queda muy lejos del espíritu canalla, arrabalero, cínico y amargado del que sabe dotar Vittorio Gassman a su personaje de coronel ciego en la cinta original. Un pastiche en toda regla, por mucho que obtuviera rentabilidad económica y reconocimiento artístico dentro de su industria y mercado.

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Por último, me gustaría terminar con aquellos remakes que no consigo entender desde ningún punto de vista, y a los que no les veo justificación alguna: los que toman una obra maestra e intentan mejorarla o, peor aún, copiarla plano a plano…Sí, seguro que muchos ya lo estáis pensando, me refiero a las abominaciones que perpetraron Gus Van Sant y Andrew Davis respectivamente con dos clásicos de Hitchcock como Psicosis 1960 (Psycho, en el engendro de 1998), y Dial M for Murder 1954 (Crimen Perfecto, 1998). Van Sant copió la película de Hitchcock…. plano a plano!!!! ¿¿Por favor, alguien me puede explicar el sentido de esto?? Me declaro absolutamente incapaz de comprenderlo desde ningún punto de vista: económico, creativo, reivindicativo, homenaje, esquizofrenia…no, no puedo.

Lo mismo puede aplicarse a la versión de Sabrina (Billy Wilder 1954) que hizo Sydney Pollack en 1995. En serio, ¿de verdad creía el bueno de Sydney que cambiar a Audrey Hepburn por Julia Ormond!!!, a Humphrey Bogart por Harrison Ford!!! Y a William Holden por …no me acuerdo quién!! No tendría consecuencias??? Pero en qué ….estaba pensando??

Pasemos por alto lo que en 2001 le hizo Tim Burton al Planeta de los Simios de  1968 de Franklin Schaffner, y a uno de los finales más impactantes y demoledores de la historia del cine.

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Bueno, está claro que no todo es malo ni sin sentido en el mundo de los remakes, y que hay para todos los gustos. Están ahí y nos han acompañado y seguirán haciéndolo en la maravillosa aventura del cine. Algunos son lucrativos, otros nos ayudan a conocer obras que no nos llegarían de otro modo, algunos incluso mejoran al que les inspiró, y otros, simplemente son un atentado al mínimo buen gusto y sentido creativo. Pero en definitiva mi conclusión es que los remakes (o nuevas versiones) son un poco como los locos: Si son pobres decimos que están como una chota, pero si tienen dinero…solamente son excéntricos.

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