Revista Diario
Anoche, mientras veía la película de Álex de la Iglesia "El día de la bestia", protagonizada por Álex Angulo (en paz descanse), estuve rememorando lo que para mí fueron los 90; hubo de todo, cosas buenas cosas malas como todas las épocas, aunque con 20 años las cosas se ven y se viven de manera diferente a con 20 años más.
Recuerdo esa época como de violencia; recuerdo en Barcelona cuando no había un violador en un barrio había un violador en otro barrio, recuerdo el miedo a los atentados de ETA, recuerdo, sobre todo gracias a esta película, el tema de los cabezas rapados... era época de tribus urbanas, había muchísimas, en el instituto y alrededores cada dos por tres oías hablar de un apuñalamiento, de que a uno le habían rajado, pero recuerdo los cabezas rapadas especialmente porque es que daban miedo. Iban a por el que era diferente a ellos, o sea, casi todo el mundo.
Tambien recuerdo esa época como el de la droga (léase, heroína), cuando te enterabas que algún compañero de la escuela o de las colonias estaba enganchado, o había muerto de sobredosis, que lo habían encontrado en una pensión del centro histórico, o que había cogido el sida... De esta enfermedad también había un montón de leyendas urbanas, porque en esa época las leyendas urbanas formaban parte de nosotros (estamos hablando de una época sin redes sociales).
Pero también fue una época clave para muchos de nosotros: la Universidad; aprender de otros ambientes, de diferentes profesores, las charlas en el bar... en una de esas charlas hablamos de esta película y habían los que decían que veíamos demasiado lejos, que sólo era una película con connotaciones esotericas, y nosotros que no, que no, que la película sencillamente está diciendo que el Anticristo, el mal, son algunas personas (por llamarlas de alguna manera), lo hagan por ideología política, social, religiosa, por patología... personas en algunas ocasiones muy poderosas, capaces de hundir y aniquilar sin escrúpulos.
Hoy sigo pensando lo mismo.
Recuerdo esa época como de violencia; recuerdo en Barcelona cuando no había un violador en un barrio había un violador en otro barrio, recuerdo el miedo a los atentados de ETA, recuerdo, sobre todo gracias a esta película, el tema de los cabezas rapados... era época de tribus urbanas, había muchísimas, en el instituto y alrededores cada dos por tres oías hablar de un apuñalamiento, de que a uno le habían rajado, pero recuerdo los cabezas rapadas especialmente porque es que daban miedo. Iban a por el que era diferente a ellos, o sea, casi todo el mundo.
Tambien recuerdo esa época como el de la droga (léase, heroína), cuando te enterabas que algún compañero de la escuela o de las colonias estaba enganchado, o había muerto de sobredosis, que lo habían encontrado en una pensión del centro histórico, o que había cogido el sida... De esta enfermedad también había un montón de leyendas urbanas, porque en esa época las leyendas urbanas formaban parte de nosotros (estamos hablando de una época sin redes sociales).
Pero también fue una época clave para muchos de nosotros: la Universidad; aprender de otros ambientes, de diferentes profesores, las charlas en el bar... en una de esas charlas hablamos de esta película y habían los que decían que veíamos demasiado lejos, que sólo era una película con connotaciones esotericas, y nosotros que no, que no, que la película sencillamente está diciendo que el Anticristo, el mal, son algunas personas (por llamarlas de alguna manera), lo hagan por ideología política, social, religiosa, por patología... personas en algunas ocasiones muy poderosas, capaces de hundir y aniquilar sin escrúpulos.
Hoy sigo pensando lo mismo.