Revista Opinión

Remenbranzas

Publicado el 14 septiembre 2018 por Carlosgu82

Roco, el mas joven, casi albino y blanco como la nieve.  siempre manifestando su inquieta curiosidad, metiendo su enorme nariz en cada concreta travesura.  Llegó a mitad de una mañana, soleada por cierto, embalado en una mediana caja de cartón, adornada con disparejos agujeros negros, que hacían llegar el aire a su inmaculada humanidad… Con su rostro colmado de abultados pliegues que no correspondían a un pequeñuelo de su edad. Ella, la audaz Nohemí, lo recibió entre sus delgados brazos como un frágil trozo de nube caído del cielo.  Apegándose a el inmediatamente, al verlo emerger desde su oscuro lugar.  Ambos con expresiones de sorpresa similares, se miraron a los ojos entre giros de cortos y largos pestañeos.  Abrazándolo aquella, dispuesta a robarle todos los momentos gratos de su incipiente vida .

Los castaños ojos de Roco se viraban en toda dirección mientras era extraído con dificultad por los padres de Nohemi, en quienes se dibujaba una somera sonrisa que no competía en absoluto con la explayada risa de felicidad, que se manifestaba en el rostro aduraznado de su pequeña hija, quien mostraba unos redondeados dientecitos blancos derechos como filas de adiestrados soldados.

La lengua de Roco colgaba cual delgado bistec en medio de puntiagudos y ladeados colmillos custodiados por diminutos dientecillos que dejaban entrever disparejos bordes.  Al arribar al  cálido patio de la modesta casa que abriría sus  puertas para recibirlo, quedó absorto el pequeño ser,  al encontrarse en medio de la entrada del singular refugio, al menudo custodio con quien compartiría el resto de sus días .

Roco fue visto de reojo por el adulto maduro de melena amarillenta, quien se incorporó con desagrado al ver su intimidad violentada por el fornido jovenzuelo y al percatarse de que no podía remediar la situación, dio media vuelta y se extendió cuan pequeño era sobre el lustroso piso del acogedor salón.  Cakun, como era llamado cariñosamente, mostraba cierto desinterés por todo y aunque su carácter era bastante desagradable era el mas fiel compañero de la cuadra.

Nohemí intercedía sin cesar en las controvertidas desavenencias entre a ambos chicos, en el proceso de adaptación , queriendo dominar cada cual el territorio; terreno ganado por Cakun al que difícilmente renunciaría, gruñendole al esponjado Roco que se defendía en retaguardia con su amputado rabito blanco.

Muchas lunas y muchos soles llegaron a pasar, mientras los dos personajes se convertían en los mas fieles amigos, uniendo fuerzas para alejar a los distraídos transeúntes que osaban acercarse al seno de su hogar.  Cakun se vestía con su mascara de seriedad,  en tanto que Roco se lanzaba descontrolado sobre las rejas en un intento fallido por llamar la atención mientras Cakun lo miraba con su típico desinterés.

Las dos criaturas compartían a diario los aislados rincones de la modesta casa, uno, Roco,  convertido en un enorme can de piel rosada y de corto pelaje blanco, se paseaba sin control de una esquina a otra, el otro Cakun envuelto en su pelaje amarillento y ya casi blanquecino se acomodaba donde lo tomara el cansancio, con el mismo pequeño cuerpo de peludo animal.  Nohemi, se convertía en una hermosa adolescente llena de ilusiones y de bellos sentimientos; cuidando de ellos día tras día.

Los dos, amigos, regresaban a la memoria de la niña hecha mujer, empujando  los globos de colores que aquella le ofrecía. Con sus negrisimas y texturizadas narices entre lejanas voces llenas de melancolía,  corrían detrás de los sueños para alcanzarlos un día…


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