Luego de escribir mis impresiones sobre la primera parte de Renacida, retome la lectura. Durante las primeras páginas tuve la grata sensación de que iba a tener que tragarme mis palabras anteriores, que la Sontag que admiro se veía reflejada en esta parte de sus diarios. Lamentablemente, esto duró muy poco. A las pocas páginas, la monotonía de las eternas listas, las abreviaturas que dificultan la lectura y los recortes que hacen que la historia sea ininteligible volvieron a ser la parte fundamental de esta obra.
Como decía en la primera parte de estos comentarios: seguiré buscando y conociendo a Susan Sontag a través de sus obras que ella decidió publicar y dar a conocer. No creo que los próximos tomos de sus diarios cuenten conmigo entre sus lectores.