Cada día cientos de miles de ciudadanos acuden a su trabajo, vuelven a sus hogares o se desplazan a hacer sus recados con esta línea, entre los frenazos, chirridos, golpes y frecuentes averías de su vetusta flota de trenes, que hace las delicias de los turistas pero que para los que la utilizamos casi a diario no es tan divertido. El tema de la remodelación siempre ha estado ahí, aunque sin concretarse. El problema es que la empresa de transportes de Budapest, la famosa BKV, advirtió hace poco que si no se comenzaban los trabajos ya, la línea tendría que cerrar al público en pocos años al no poder cumplir los criterios de mínimos de seguridad. De hecho, la velocidad ha ido disminuyendo poco a poco en muchos tramos por esta misma razón.
Además, tras la renovación íntegra de la línea 2 y la apertura de la futurista (e infrautilizada) línea 4, ambas con los nuevos trenes suministrados por la francesa Alstom, era más evidente que la 3 necesitaba algo más que un lavado de cara.
El verano pasado se decidió por fin concretar el tema de la renovación, tanto de los raíles y sistemas de seguridad como de los trenes, se acordó su financiación mediante un enorme préstamo, y en Agosto comenzaron las obras en los tramos más críticos, que son los que están por el centro de la capital húngara y fueron los primeros en construirse. Desde entonces llevamos sufriendo casi todos los fines de semana los famosos y temidos potló, esos autobuses que reemplazan los tramos de metro cerrados al público por las obras y que se adentran por el denso tráfico del centro de Budapest. Además, como solo cubren el tramo en reparación, muchas veces toca tomar el metro, bajarse en la estación donde comienzan las obras, salir a la superficie, buscar el autobús y después, si vas más allá, volver a tomar el metro. Por no hablar de los pobres turistas que apenas se aclaran.
Para ellos recomiendo estar atentos a los carteles del interior de los vagones que anuncian los tramos en obras, y seguir las pegatinas del suelo que conducen desde los andenes a las paradas de los autobuses de sustitución. Para los residentes, hay una aplicación para teléfonos móviles llamada BKK info, que avisa de todas las interrupciones y cambios en los diversos sistemas de transporte de Budapest. La aplicación es en húngaro con la opción de ponerla parcialmente en inglés, aún así es fácil entender la información. Como he dicho, los trabajos son principalmente los fines de semana, cuando desciende el número de usuarios.
La mayor sorpresa ha llegado con el tema de los trenes. Se esperaba que BKV comprase nuevos coches, similares a los Alstom de las otras líneas, se hablaba también de la checa Skoda o de la vasca CAF, pero finalmente el alcalde István Tarlós ha decidido renovar los trenes viejos, reemplazando casi todas las piezas por otras nuevas e incluir nuevos sistemas antivibración, de aislamiento y climatización de los 220 coches que actualmente están en funcionamiento. De ello se encargará una empresa rusa, como es la moda ahora en Hungría, que deberá garantizar que funcionen al menos otros 20-25 años más. El gobierno dice que así ahorrará dinero, gastando 60 billones de forint en lugar de los 90 billones que costaría comprar nuevos trenes, aunque algún periódico ya ha publicado que, por ejemplo, los nuevos trenes de CAF que adquirió el metro de Bucarest recientemente costaron lo mismo que lo que va a suponer renovar prácticamente pieza por pieza los vetustos trenes de la línea 3, así que como siempre la polémica está servida.
Se espera que para 2016 los trenes hayan terminado de ser renovados, y que en 2019 los trabajos en vías y túneles finalizen completamente. Hasta entonces nos esperan más cortes, cierres y potlós los fines de semana. Jó utat!
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