Edmundo Torres Cano anunció su renuncia al Partido Revolucionario Institucional (PRI), marcando un punto de inflexión en su carrera política y en la vida del partido. Torres Cano, con una larga trayectoria dentro del PRI, citó la falta de democracia y la presencia de una camarilla que, según él, ha secuestrado el partido, como las principales razones de su partida.
«En este México en el que el autoritarismo se ha restaurado, las palabras de mi padre cobran más vigencia que nunca,» afirmó Torres Cano, refiriéndose a la necesidad de una nueva ideología y cultura en el discurso político que promueva un movimiento democrático genuino, tanto dentro del partido como en la sociedad.
Su decisión llega tras ser notificado sobre un procedimiento de expulsión en su contra, lo que él interpreta como una venganza política por haber sido la única voz opositora a la dirección actual del partido. «Profesionales de la derrota son quienes buscan seguir acabando con lo poco que queda del PRI,» declaró con firmeza, expresando su descontento con la gestión actual, que atribuye al peor descalabro en la historia del partido.
«Renuncio al PRI, pero nunca a mis convicciones nacionalistas, liberales y demócratas,» aseguró Torres Cano, destacando que su ideología y su compromiso con la democracia permanecen intactos a pesar de su desvinculación del partido. La renuncia de Torres Cano pone de relieve la crisis interna del PRI y plantea interrogantes sobre su futuro y viabilidad política, especialmente en un contexto donde la falta de autocrítica y la suma de derrotas parecen marcar su rumbo.
Aunque algunos partidos han expresado interés en él, Torres Cano se mantendrá en su cargo hasta el fin de su legislatura el 13 de septiembre, dejando abierta la posibilidad de futuros roles políticos fuera del PRI. La situación dentro del partido se describe como una falta de reconocimiento hacia los fallos y un enfoque en mantener un statu quo que muchos ven como insostenible.
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