Revista Comunicación

Repensar la comunicación pública desde la identidad personal

Publicado el 02 abril 2014 por Noblejas

Hace dos años, a propósito de los avatares y la identidad que usamos en las redes, publiqué un comentario sobre esta viñeta del New Yorker:

6a00d83451ed6e69e20168e8b25656970c-500wi

Hoy encuentro lo publicado por José Luis Orihuela en eCuaderno, Repensando la identidad en el mundo digital, de imprescindible lectura. Esto dice, entre otras cosas, acerca del panorama en el que nos encontramos:

El periodismo quiere ser ciudadano, la publicidad quiere ser contenido, la propaganda quiere ser participación, el entretenimiento quiere ser interactivo, los usuarios quieren ser medios, los medios quieren conversar.

El panorama desprende un cierto aroma, fascinante, pero de confusión en río revuelto. Basta observar el día a día de la comunicación pública, para apuntar que últimamente pasa por no pocas penumbras teóricas y zozobras técnicas, y se encuentra más bien lejos de sus raíces prácticas.

Ante esta situación, y movido por el texto de José Luis Orihuela, me permito ofrecer aquí unas ideas aún sin razonar como es debido acerca de la identidad personal como perspectiva unificadora desde la que cabe repensar las profesiones y actividades de comunicación pública.

En cualquier caso es patente que las perspectivas reduccionistas ("todo, en el fondo, es cuestión de dinero", por ejemplo) o relativistas ("todo depende de lo que pretendas") no ayudan a dar cuenta de la situación.

Repensar la comunicación

Es quizá el momento en que conviene volver a pensar la misma realidad de la comunicación pública (periodismo, propaganda, publicidad, ficción), no sólo desde la perspectiva que acompañan al impacto de las nuevas técnicas y los nuevos soportes digitales, ni solo desde las nuevas situaciones empresariales y políticas.

Ante la tendencia a la dispersión o al reduccionismo, cabe la posibilidad de repensar la comunicación pública, sus modos, soportes y medios, sus dimensiones enonómicas y políticas, desde una perspectiva integradora. Una perspectiva que busque dar sentido unitario a lo que aparece como panorama disperso y variopinto al estilo de aquel verso de Virgilo ("E pluribus unus"), ya comentado en este sentido en otro lugar.

Desde una perspectiva profesional y académica, cabe razonar en torno a un campo disciplinar que aporte sentido integrador, centrando la atención en algunos rasgos de nuestra identidad como personas. A fin de cuentas, somos las personas quienes somos -querámoslo o no- actores, objetos y destinatarios activos de ese conjunto aparentemete inorgánico de actividades profesionales que van del periodismo o la propaganda hasta la publicidad o la ficción. 

En este sentido, a continuación siguen unos párrafos de una especie de hoja de ruta o declaración de intenciones a propósito de una reorientación de la perspectiva principal (del poder al saber) que permite establecer una hipótesis de trabajo orgánica e integradora.

Del poder al saber

La comunicación pública ha sido y es entendida como un poder. El cuarto, quinto o sexto, según se tratara del periodismo, o de la publicidad o la propaganda o las ficciones destinadas al entretenimiento. Y desde luego, contando con el respaldo de la rentabilidad política –ideológica- y económica –de mercado- como credenciales del poder de esas actividades.

Se ha entendido sin embargo poco la comunicación pública como algo directamente relacionado con el saber, aunque se haya hablado mucho de la verdad, pero más bien como algo ya poseído, y menos como algo buscado. Y se ha hablado poco de la comunicación pública como algo relacionado de modo temático y operativo con la vida y la libertad de las personas.

Es decir, de todas las personas y también en cuanto ciudadanos: quienes trabajan en las profesiones de comunicación, quienes figuran y aparecen en los medios, y quienes usan o consumen de modo más o menos activo lo que les llega o a lo que acceden.

Por eso no está de más pensar la comunicación pública dirigiendo la atención en busca de lo que haya de sustancial y de común, implicado -por activa o por pasiva- en todas las actividades de comunicación pública.

Hipótesis en torno a la identidad personal

Es arriesgado y a la vez posible observar esas actividades (genéricamente entendidas como periodismo, publicidad, propaganda o ficción) buscando un horizonte capaz de dar sentido racional de esa sustancia común unificadora.

Es algo que ya se encuentra en otros ámbitos del saber. Por ejemplo, en los variopintos saberes que se incluyen bajo los estudios de Medicina, todos fundados, orientados o motivados por la salud humana, o en los estudios de Derecho, todos orientados hacia la justicia en asuntos humanos. Aunque hoy en día se hable y discuta racionalmente poco acerca de qué sea la salud y la justicia, dando lugar a no pocas patologías del saber acerca de la salud o de la justicia. Pero esta es una cuestión ulterior.

La cuestión planteada es del siguiente tenor: ¿hay algo, como la salud o la justicia, capaz de dar razón y sentido a los variopintos quehaceres prácticos y saberes teóricos y técnicos reunidos en el entorno de la Comunicación pública?

La hipótesis es ésta: cierto que lo hay, y –en su raíz- se orienta hacia el saber con verdad (no sólo opinión, creencia o certeza subjetiva) acerca de la libertad nativa como personas, también históricamente situadas: lo que de ella proviene y lo que en ella incide de un modo u otro, con unos u otros efectos personales y sociales.

Desde luego interesa saber lo que de la libertad de las personas puede nacer y de hecho nace –con alientos y condicionantes- como acciones que hacen crecer como personas y como ciudadanos a quienes las ejercen y a quienes las observan como aportación al bien común de todos los implicados.

Un saber que incluye, desde luego, la crítica y denuncia del carácter patológico de algunos usos de la libertad personal, que no sólo puede ir sino que directamente va en detrimento de las demás personas. 


Volver a la Portada de Logo Paperblog