Mientras leo la prensa, tropiezo con "El silencio de los filósofos", una columna de Andrés Ibáñez para ABC Cultural. Según este señor, "los filósofos se lanzaron a filosofar al principio de la pandemia y ahora están curiosamente callados". Añade que "se lanzaron a teorizar e interpretar algo cuyas verdaderas dimensiones no podían ni siquiera imaginar". Como profesor de Filosofía, observo que las afirmaciones de Ibáñez tienen varios contraejemplos que refutan su teoría. Desde que comenzó la pandemia, los que nos dedicamos a la disciplina, no nos hemos dormido en los laureles. Tanto es así que, en los pergaminos de este blog, sigo - siete meses después - juntando letras sobre la . Desde el verano, se siguen publicando libros y columnas al respecto. Actualmente, existe más filosofía que nunca sobre la pandemia. Y existe porque la Filosofía está detrás de cualquier debate social que suscite crítica, controversia y preocupación.
Hoy, con "la segunda ola" en el seno de nuestras vidas, la reflexión filosófica se expande por otros derroteros. Hoy, las cuestiones ya no versan sobre la libertad y el sentido de la vida, sino sobre el sentido de la política en tiempos de pandemia. Hoy, tras siete meses de aquel confinamiento primaveral, nos hallamos con los mismos miedos y temores. Nos hallamos inmersos ante la ansiedad que supone el peligro de contagio y su incierto desenlace. Nos situamos, queridísimos lectores, ante el mismo problema pero desde un prisma diferente. Nos ubicamos ante la Covid-19 con algunas lecciones aprendidas. Sabemos que por muchas vueltas que le demos a la tortilla, el confinamiento es la medida más eficaz para aplanar la curva de contagios. Sabemos que la responsabilidad individual es condición necesaria, pero no suficiente, para paralizar los rebrotes. Y sabemos que mientras no haya una vacuna, naranjas de la China. Tenemos los datos del problema. Estamos, en estos momentos, en la elaboración de su planteo. Nos falta llegar a la solución. Una solución que llegará, antes o después, en función de la calidad de su planteo.
El planteo pasa por la precaución y la investigación. La gestión de la preocupación debe realizarse desde la política y la sociedad. Desde la sociedad, mediante la responsabilidad individual - uso correcto de mascarillas, distancia de seguridad y desinfección - . Desde la política, mediante medidas efectivas que corrijan las desviación social. Es, en ese punto, donde nuestros representantes deben ponerse de acuerdo sobre "confinar" o "no confinar". Sobre "confinamiento total" o "parcial". Sobre "quién", o "quiénes", son los responsables de tomar tales decisiones. El planteo del problema requiere, aparte de la precaución, una adecuada investigación. La gestión de la investigación debe realizarse desde la interdisciplinariedad. Más allá de la Biología, la pandemia afecta a la Psicología, el Trabajo Social, el Derecho y la Sociología; entre otras disciplinas. La transversalidad, tal y como dijimos en un pasado post, es clave para que el problema supere la fase de planteo. Sin embargo, estamos atascados en dicha fase. Y lo estamos porque existe, lamentablemente, irresponsabilidad individual, enfrentamiento político y crispación entre los expertos.