¿La
escuela debe prestar atención a la Inteligencia Emocional? ¿Qué necesitamos
como sociedad? ¿Debe continuar ocupándose exclusivamente de los aspectos
cognitivos? ¿Qué implicaciones tienen estas actitudes?
“Las relaciones durante la infancia podrían
afectar al desarrollo físico y sexual” Belsky
“Las
investigaciones del psicólogo Jay Belksy ponen de manifiesto cómo una crianza
sin cariño y con una gestión deficiente de las emociones puede desembocar en
adultos con vidas problemáticas” Punset
Efectivamente,
como ya hemos comentado anteriormente, la falta de habilidades sociales y
gestión de sus emociones hace que el niño no sepa afrontar situaciones
estresantes o adversas. Si estas habilidades no se potencian desde la infancia
pueden afectar a su desarrollo en la vida adulta. Las habilidades que incluyen
la Inteligencia Emocional y aprender a gestionar sus emociones son clave para
controlar la aparición de conductas disruptivas en las que subyace un déficit
emocional. Podemos pensar que alumnos que carecen de habilidades sociales
desarrollen comportamientos antisociales. Cada vez encontramos más en nuestras
escuelas alumnado con problemas de conducta. Estos problemas pueden llegar a la
adolescencia y edad adulta.
Estudios
han comprobado que adolescentes que tienen habilidades sociales y gestionan
mejor sus emociones tiene menor riesgo de consumos abusivos de sustancias como
drogas, alcohol y tabaco. De la misma manera y en esta línea de investigación,
varios estudios españoles afirman que la Inteligencia Emocional aporta cierto
grado explicativo en aspectos como el estrés en el aula, la ansiedad del
alumnado como en las conductas disruptivas. Estos estudios también constatan la
necesidad de realizar programas de intervención en habilidades y competencias
emocionales con el objetivo de aumentar el desarrollo personal y dotar al
alumnado de esas habilidades para gestionar mejor sus emociones.
Glover,
V. va más allá, planteando la necesidad de estudiar las emociones desde el
propio embarazo: “fijarnos en la salud
emocional de las mujeres embarazadas, no sólo en la salud física”
En
un estudio que realizó en Bistrol, concluye que “el 15% de madres más ansiosas duplicaban
el riesgo de que el niño manifestara problemas de atención, déficit de atención
e incluso trastornos como la hiperactividad” Situación de la educación
actual y papel de las emociones en la misma. Como entrenar en emociones.
Está
claro que las escuelas tienen que hacer un cambio radical e incorporar
definitivamente el aprendizaje social y emocional en las clases si queremos
consolidarnos en una sociedad avanzada Pero la gestión de las emociones debe
comenzar mucho antes de que los niños ingresen en el sistema educativo –incluso
ya se pone en marcha en el útero materno. (Punset)
Las
nuevas perspectivas de la educación centradas en los alumnos y en las variables
que intervienen en su desarrollo más allá de contemplar una vertiente
únicamente cognitiva, nos lleva a plantearnos nuevos propósitos donde el
aprendizaje social y en emociones tiene un papel fundamental. Es más que
necesario este cambio, las habilidades sociales y emociones tienen un papel fundamental
en la escuela y en el posterior desarrollo humano.
El
desarrollo de habilidades sociales durante la época escolar contribuye a
disminuir también otras situaciones problemáticas presentes en las aulas, tales
como: los problemas de relación con los demás compañeros, el aislamiento, falta
de solidaridad, agresividad y peleas; que a su vez derivan en desmotivación,
señalada frecuentemente como una de las causas del fracaso escolar.
La
educación de habilidades sociales y emociones aparecen de manera transversal en
nuestros currículos, siendo los aspectos de transmisión de los conocimientos
académicos como única tarea de la escuela.
Otros
organismos oficiales a nivel mundial establecen que:
Aprendizaje vinculado a la formación de la
identidad de las personas y de su capacidad para convivir, hacer y emprender de
un modo continuo. El pleno desarrollo de la personalidad humana y el
fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y las libertades
fundamentales... UNESCO (1996)
En
España se está haciendo hincapié en la necesidad de diseñar, aplicar y evaluar
programas de intervención sobre habilidades o competencias en inteligencia
emocional, lo que hemos llamado aprender a gestionar emociones. Siempre
teniendo en cuenta, como veremos en el próximo apartado, que el aprendizaje de
estas competencias debe ser basado en la práctica y entrenamiento más que en la
instrucción verbal
La
enseñanza de estas habilidades depende de forma prioritaria de la práctica, el
entrenamiento. Lo esencial es convertir las habilidades emocionales en una
respuesta adaptativa del propio alumno a las diferentes situaciones, una
respuesta más del repertorio natural del individuo.
Richard
pone un ejemplo de ello haciendo referencia a la manera de concentrarse
mediante la respiración. Como calmar la mente y “utilizar esta mente un poco más flexible para cultivar el altruismo, la
compasión o lo que quieras”, dejando claro que hace falta un entrenamiento
al igual que pasa con la adquisición de las habilidades o competencias en
inteligencia emocional. “No es culpa de
la meditación, es porque la mente no está entrenada y, si no perseveras, nunca
aprenderás nada”
Existen
estudios contrastados en la eficacia de estos programas específicos de
entrenamiento en las habilidades emocionales, en el ámbito educativo los
programas llevados a cabo en EEUU bajo la denominación de SEL han mostrado
resultados muy prometedores. Un ejemplo de estos programas es el Public School
24 de un centro educativo de Nueva York, programa basado en integrar el
aprendizaje social y emocional en la escuela.
Según
la pedagoga Linda Lantieri (directora del Programa estadounidense de Resiliencia
Interior y cofundadora del CASEL) , en la actualidad podríamos decir que a
nivel mundial existen a grandes rasgos dos estrategias más importantes para
implementar el aprendizaje social y emocional en la escuela. Una centrada en
una instrucción explicita que puede proporcionarse de manera sistemática en el
aula permitiendo involucrase a los alumnos de forma activa en su propio
aprendizaje, reflexionar y reforzar competencias. Y otra que consiste en crear
entornos y ambientes propios, donde las relaciones entre alumnos y profesores
sea abierta y de apoyo mutuo, cambiar y gestionar el entorno en todo el centro
educativo.
Ambas
estrategias comparten la importancia de centrarse en cinco grupos de
competencias sociales emocionales: autoconciencia, autogestión, conciencia
social, habilidades de relación y toma de decisiones.
Pues
bien, no solo somos conocedores de esa necesidad en el alumnado sino también de
formar al profesorado para que sea capaz de transmitir esas habilidades. Somos
conscientes que tanto la sociedad como el profesorado las está demandando. Más
aun teniendo en cuenta los problemas conductuales que nos estamos encontrando
en las aulas. Cabe decir que aunque sí hay actuaciones puntuales, falta una
mayor investigación sobre su implementación y sus repercusiones, así como un
desarrollo normativo que facilite el cambio.
Extraído
de:
LA
IMPORTANCIA DE GESTIONAR LAS EMOCIONES EN LA ESCUELA: IMPLICACIONES EN EL
PROCESO DE ENSEÑANZA APRENDIZAJE.
ANDRÉS
ALAGARDA MOCHOLÍ.