Son las 4 de la mañana. La vigilia del sueño de mi mujer ha acabado por desvelarme y como estoy enganchado en una amable charla con Lucía/Lisístrata, aprovecho para intentar contestarle a su última intervención que dice así:
“Lucía M. junio 1, 2013 at 5:50 pm
Demasiadas contradicciones mi estimado D. José y continuo polemizando porque tengo ascendencia aragonesa.
No aspiro a ninguna pureza y mucho menos sacramental, me basta con la utopía para caminar.
Pocas cosas sé pero que sin libertad no puede haber justicia ninguna, cuasi estoy segura, diga lo contrario Agamenón o su porquero. Como tampoco puede haber Libertad sin Justicia que es lo que tenemos ahora.
En cuanto a la igualdad absoluta, eso sí que es un imposible, porque no somos iguales, ni siquiera dentro de una misma familia. La igualdad no existe, fíjese si soy tajante. Lo que hay que exigir a cualquier gobierno porque eso sí es posible, es la igualdad en derechos. Es decir Vd. y yo en una sociedad en la que se hubiese respetado esa igualdad en derechos hubiésemos podido ser registradores o biólogos con solo nuestro propio esfuerzo.
La canalladas siempre existirán en cualquier sistema, en cuanto a la esclavitud no existiría si no aceptáramos como individuos la servidumbre voluntaria, aquella de la que escribió E. de la Boétie en el siglo XVI.
Por supuesto que si no hubiera ladrones robando en las arcas públicas y hubiera justicia, se podría mantener un estado social demócrata capaz de eliminar el hambre, la esclavitud y la miseria, no es tan difícil, en los países escandinavos se materializó. Pero no me hablen de comunismo cuando ha fracasado como sistema capaz de crear bienestar y causado tantas muertes y violencia que pone los pelos de punta y esto no lo dicen solo los enemigos capitalistas.
El comunismo solo sirvió en Occidente después de la 2ª G. M. para meter miedo y que se crearan las condiciones para mejorar las condiciones laborales y crear el estado de bienestar, recientemente desmantelado bajo la atonía de una sociedad consumista y zombi.
No quería haberme extendido tanto y sobre todo no deseo se lo tome a mal.
Un beso”.
Veamos:
“Pocas cosas sé pero que sin libertad no puede haber justicia ninguna, cuasi estoy segura, diga lo contrario Agamenón o su porquero. Como tampoco puede haber Libertad sin Justicia que es lo que tenemos ahora”.
Mi querida amiga: acabas de poner el dedo en toda la llaga: ésta es la antinomia fundamental a la que se enfrenta el ser humano, los vasos comunicantes de su jodida existencia.
Citaba yo, el otro día, al puñetero Lenin: “libertad, ¿para qué?”:
¿Para que el Estado no pueda intervenir nunca, tal como propugnaban Thatcher y Reagan y sus canallescos seguidores, de modo y manera que los inicuos y ventajistas que se apropiaron no sólo de la superficie de la Tierra, sino que, aprovechando esta apropiación y el subsiguiente enriquecimiento injusto, sólo sus hijos y los hijos de sus hijos gozarán para siempre del privilegio exclusivo y excluyente de ocupar las plazas vacantes en ese orden no escrito que les permite estudiar y titularse en las universidades y aguantar los años que sean necesarios para preparar y ganar las mejores oposiciones a jueces, notarios, abogados del Estado, registradores, diplomáticos, etc. de modo que no sólo ocupen los mejores puestos en el organigrama del Estado sino que, además, tomen posesión igualmente de las plazas de la gobernación política del mismo mediante la ocupación de los puestos señeros de los partidos políticos que, por cooptación, ocuparán igualmente los puestos dirigentes sociopolíticos?
No, Lucía, no, yo no quiero esta clase de libertad que perpetuará para siempre el "statu quo" social actual sino, todo lo contrario: un intervencionismo estatal de tal clase que nos iguale a todos, a los de arriba y a los de abajo, de tal manera que no haya la menor diferencia en las oportunidades de estudiar de cada uno de los ciudadanos, sea cual fuere su nacimiento, estirpe y procedencia, pero no sólo en el acceso a los centros de estudio y formación mediante esa limosna de las becas, que terminan su asistencia a los desheredados cuando acaban la carrera sino, lo que es absolutamente decisivo, cuando comienzan la preparación de las oposiciones
O sea que es esa limitación de la omnímoda libertad la que se halla en el origen natural de las cosas, en aquella primigenia unión de los débiles para limitar el poder absoluto de los fuertes, o del fuerte que, al principio, sólo fue uno, en la familia originaria y, luego, en la tribu, después, en el poblado y, luego, en la nación, de modo que la limitación de la libertad podría afirmarse, quizá, que es de derecho natural.
Y que esa limitación libertaria no tendría otra intención que provocar una situación igualitaria: que todos los familiares, los miembros de la tribu, los aldeanos, los ciudadanos, los habitantes del país fueran radicalmente iguales, o sea, Lucía, que es la tendencia natural a la igualdad la que limitó la libertad, una libertad que era criminal no sólo en su origen sino también en su ejercicio.
¿A que ya no te chirría tanto la frase de aquel monstruo de la innovación política que llamaron Lenin?
Pero hay algo en tu argumentación que me ha dejado perplejo, eso que dices que no eres partidaria de la igualdad, e incluso das un paso más y dices lo mismo que afirmaba rotundamente el ínclito Rajoy, que la igualdad no sólo no existe sino que es imposible, casi, casi, podríamos decir, entonces, si esto fuera cierto, que la desigualdad es también de derecho natural. Y el tío acude, para solidificar aún más su teoría, al maestro de Franco, Gonzalo Fernandez de la Mora y su doctrina de la envidia igualitaria.
En política, cuando se habla de estas situaciones personales no se trata de circunstancias biológicas, fisiológicas sino de derechos.
O sea que cuando hablamos de libertad, en realidad, pretendemos obtener el derecho a ser libres, y cuando lo hacemos de igualdad lo que intentamos es conseguir el derecho a actuar siempre, en las mismas condiciones que todos los demás.
Pero, como en todo lo sociopolítico, es necesario establecer unas prioridades, a mí me parece prioritaria la igualdad antes que la libertad.
La libertad concebida como el derecho a actuar libremente supone necesariamente el presupuesto de la igualdad de condiciones.
Yo, en este país de todos nuestros pecados, puedo ser, como soy, muy libre de hacer lo que quiera, sí, pero sólo dentro de mis posibilidades.
Y esta libertad, que incluso puede parecer absoluta, es una absoluta ficción, puesto que no puedo realmente hacer nada si no tengo el dinero que es necesario para ello.
Y acabamos de tropezarnos con el quid de la cuestión: el dinero, coño, el jodido, el asqueroso capital, ¿te suena?, es algo que preocupó y ocupó casi durante toda su jodida vida a ese pobre menesteroso que sólo pudo sobrevivir, estudiar y escribir gracias a la ayuda económica de su amigo Engels, al jodido Marx.
Y entramos en lo que más me ha sorprendido de tu exposición. De ella se deduce que no sólo no eres comunista sino, todo lo contrario, ferozmente anticomunista.
Y te basas, para ello, en la experiencia histórica de todas las concreciones que nominativamente se han apoyado en el comunismo para imponerse políticamente.
Y es por esto que yo me refería a tu pureza que unas veces he llamado virginal, otras sacramental y otras, ya no me acuerdo cómo. Ah, sí, utópica.
Creo sinceramente que el origen de tus errores en cuanto a la filosofía política se producen precisamente por esto, a mi entender.
Partes de una concepción del hombre rigurosamente optimista. Que es precisamente la predominante.
Los que así pensáis, creéis que el hombre es capaz de hacer algo desinteresadamente. Yo estoy con Aquino y con Hobbes, sólo que éstos también me parece moderados. El hombre no sólo no es desfalleciente como decía aquél ni siquiera una especie de lobo para los otros hombres, como afirmaba éste, sino una jodida mierda seca pinchada en un palo.
Como no me canso nunca de repetir, a la verdad no se acercan los sabios científicos o filosóficos sino únicamente los jodidos poetas: “me llamo barro aunque miguel me llame, barro es mi profesión (o vocación, que ahora no recuerdo) y mi destino, que mancha con su lengua cuanto lame”.
Aquí está la esencia del hombre, expresada magistralmente por un jodido pastor de cabras que aprendió a leer, creo, con los sonetos de Góngora.
¿Como coño va a triunfar históricamente una ideología que hace todo lo posible porque el hombre, el pueblo, el ciudadano, sea realmente el dueño de su propio destino si el jodido artífice de ello ha de ser por fuerza ese jodido tipo que está hecho del peor de los barros?
Cuanto más hondamente se base una idea política en el papel del hombre más falible será.
Son las 5'33 de la mañana y el indicador de páginas dice que ya van 5, creo que debemos dejarlo por hoy.
El mejor de mis besos para ti, si no por otra cosa porque me has obligado, por 1ª vez en toda mi puñetera vida, a profundizar en cosas, ideas, conceptos, que andaban por ahí, en el fondo, pero que nunca se habían concretado en palabras.
Gracias, muchas, gracia, mujer.