El declive de las poblaciones de salmónidos es un hecho confirmado con datos empíricos. El salmón atlántico (Salmo salar), que hace menos de un siglo era una especie abundante en nuestros ríos cada día está más amenazado. El número de capturas por pesca deportiva ha sufrido un paulatino descenso desde que se cuenta con registros, habiendo tocado fondo en 2010, cuando entre todos los ríos asturianos solo se pescaron 250 peces.
Este descenso es mucho más dramático de lo que muestra la gráfica anterior, ya que el número de licencias de pesca, o sea, el esfuerzo de captura, se ha incrementando en un 330% en tan solo 20 años (un incremento de un 14% anual).
En el caso de la Trucha común (Salmo trutta), aunque el descenso no es tan acusado y los datos totales no son tan precisos, la tendencia también parece ser negativa.
El declive de las poblaciones de salmónidos, no solo en Asturias, sino en todo su rango de distribución, lleva siendo estudiado desde hace décadas por numerosos grupos de científicos, que apuntan a una suma de causas y no a una sola. El problema más grave al que se enfrentan los salmónidos y otros muchos peces fluviales es la destrucción y alteración de su hábitat. En el caso de los salmones y los reos, la construcción de presas y otros obstáculos artificiales ha supuesto la reducción del área potencial de desove de la especie, ya que los reproductores no podían acceder a los tramos altos de los ríos. Asimismo, la contaminación, la eliminación del bosque de ribera, la canalización de los ríos, el cambio climático y por supuesto, la sobrepesca tanto en el río como en el mar, han formado un cóctel explosivo que nos ha llevado hasta la situación actual.
Ante estos problemas, que han sido descritos y publicados en innumerables informes técnicos y artículos científicos, las soluciones a corto y medio plazo parecían evidentes, por una parte recuperar el hábitat y por otra reducir las tasas de mortalidad por pesca. Estos informes, conocidos por la administración, han sido objeto de dos tipos de respuesta, por una parte el desprecio y el olvido, y por otra parte el insulto y la descalificación de los científicos que los han publicado, a los que han llegado a tachar de ignorantes y de "cobijados por las universidades", mientras loaban aquellos maravillosos años de furtivismo y pesca sin cupo (ver aquí). El insulto al investigador es una práctica habitual en nuestros políticos, como ya demostró en 2010 el por entonces Consejero de Agroganadería & Recursos Autóctonos del Principado de Asturias, el señor Albano Longo, cuando calificó de "pseudocientíficos urbanitas" y "cazasubvenciones" a los científicos que proponían medidas para evitar la extinción del urogallo, mientras este señor proponía desprotegerlo y cazarlo como medida de gestión (ver aquí). [estos dos individuos aún no han pedido disculpas ni han sufrido ningún tipo de amonestación por parte de sus superiores, lo que indica que sus insultos son compartidos y aplaudidos por ellos]
La recuperación de los cauces tampoco ha sido un objetivo prioritario en la gestión de los salmónidos, más bien lo contrario, ya que en los últimos años no solo no se ha recuperado el hábitat, sino que se han hecho ingentes esfuerzos por deteriorarlo aún más, construyendo escolleras, canalizando cauces y como muestra la imagen anterior, dragando los ríos, en este caso el Narcea, en plena época de freza.
En cuanto a la sobrepesca en el río, tal como he comentado anteriormente, no solo no se ha reducido la presión de la pesca deportiva, sino que el número de licencias de pesca ha aumentado exponencialmente.
¿Qué medidas está tomando actualmente la Administración asturiana para proteger a los salmónidos?
Ante la grave situación que están sufriendo las poblaciones de salmónidos, la respuesta de la administración asturiana se ha centrado en dos líneas maestras: la matanza de cormoranes grandes y la intensificación de las repoblaciones.
Cormorán grande "eliminado" por la Administración
El tema de las matanzas de cormoranes, así como las presiones para ampliar la lista negra de especies susceptibles de ser masacradas a garzas, nutrias, martines pescadores o mirlos acuáticos, ha sido tratado en numerosas ocasiones en este blog, y a pesar de que cada vez hay más pruebas y estudios que confirman la inutilidad de estas medidas, los gestores siguen matando cada año más aves con el único fin de satisfacer las demandas de los pescadores. En este caso, la explicación también parece clara, es mucho más fácil buscar un cabeza de turco y cargarle las culpas, que acometer otras medidas más costosas y que implicarían enfrentarse a empresas, vecinos y otros colectivos que podrían restar votos.
Pero si hay una medida estrella en la gestión de los salmónidos esa es la de las repoblaciones. Esta medida se apoya en una máxima que es la de que "cuantos más peces sueltes más peces se pescarán después" y asume implícitamente que los salmones y las truchas, tras varios millones de años de evolución, no son capaces para reproducirse satisfactoriamente y necesitan de nuestra ayuda. Básicamente esta medida está relacionada con otras premisas de la misma índole, como las que afirman que el bosque necesita ser limpiado por nosotros para que no se queme o que el río debe ser dragado y canalizado para que no se desborde.
Evidentemente todas esas premisas son falsas y la prueba más evidente es que tanto los salmones, como los ríos y los bosques ya estaban aquí mucho antes de que el primer homínido adoptara la postura erguida. Y no solo eso, sin nuestra "ayuda" su estado de conservación era infinitamente mejor que el actual.
En el caso de las repoblaciones, varios años de investigación y una ingente cantidad de datos han confirmado que no solo son ineficaces, ya que las tasas de retorno de los peces repoblados son muy inferiores a las de los peces nacidos en el río, sino que lo que es más grave es que añaden un nuevo problema a la lista, ya que erosionan la diversidad genética de la población y aumentan la frecuencia de añales debido a una errónea selección de reproductores.
Por otra parte, la repoblación implica la extracción del río de salmones adultos que se eliminan del stock natural de reproductores. Y en el caso de Asturias esto es mucho más grave, ya que por ejemplo actualmente todos los salmones que remontan el río Nalón son capturados en la escala del Furacón y son trasladados a la piscifactoría de las Mestas del Narcea, donde son desovados y los alevines soltados en este río. La conclusión, que debería preocupar a los pescadores del Caudal mucho que las cacas de los cormoranes, es que la propia Administración está impidiendo que los salmones suban a los tramos altos del Nalón y a sus afluentes, como el Caudal. Literalmente los están robando.
Tal como se puede leer en la resolución anterior (hacer clic para leerla a mayor tamaño) los salmones se trasladarán a otros ríos y aunque dicen que el 20% se soltarán en el propio embalse, las características de la reja que hay colocada en la escala y el propio método de captura hace que ese procedimiento sea inviable, por lo que finalmente todos los adultos son llevados a la piscifactoria o soltados en otros ríos.
Lo más increíble es que el argumentos expuesto para justificar esa maniobra es que tanto los salmones adultos después de desovar como los esguines nacidos aguas arriba, morirían en las turbinas de la presa al pasar por ellas en su descenso hacia la mar. Ante este argumento habría que preguntarle a la administración por qué entonces se ha gastado 1 millón de euros de dinero público en construir esa escala para usarla como un capturadero y sobre todo, por qué los propios pescadores exigen que se construyan más escalas en las presas si ellos mismos dicen que no sirven para nada porque los peces mueren en las turbinas.
Por supuesto, y tal como ha ocurrido con otras propuestas de los investigadores, la eliminación de las repoblaciones como medida de gestión de los salmónidos, ha sido ignorada y menospreciada por los gestores, que al igual que ocurre con el tema de las matanzas de depredadores, siguen plegándose al chantaje de algunas asociaciones de pescadores y de hecho han delegado en ellos gran parte de esa gestión. La situación es tan surrealista que una asociación de pescadores que se opusiera a las repoblaciones (que hay varias) no podría hacer valer su opinión, ya que una asociación de pescadores, para que pueda tener voz y voto en el consejo de pesca asturiano, debe cumplir una condición imprescindible: tener una piscifactoría para repoblación.
¿Ocurre lo mismo en otros países?
Tal como he comentado anteriormente, el declive de las poblaciones de salmónidos es extensible a todo su rango de distribución y en otros países, al contrario de lo que ocurre aquí, los gestores y políticos, han reconocido sus errores y han seguido las recomendaciones de los científicos especialistas en estas especies. Desde el año pasado, en Gales, se han prohibido las repoblaciones, ya que han considerado demostrado que causan más problemas que beneficios. El organismo encargado del manejo de los recursos naturales (Natural Resources Wales) ha considerado que se ayudaría mejor a la especie dejando a los peces desovar en el río y no llevando a los adultos a la piscifactoria. Innumerables artículos científicos apoyan esta decisión, entre ellos uno publicado en 2013 en el que se analizaron 62 ríos de Inglaterra y Gales tras varias décadas de repoblaciones y que confirmaba que al comparar 42 ríos repoblados con 20 sin repoblar no se habían encontrado diferencias entre ellos (Young, 2013). Esta medida ha venido acompañada de una importante inversión en la recuperación del hábitat, que se ha destinado a la apertura de 1500 km de acceso a las zonas de desove mediante la construcción de pasos de peces y la mejora de 500 km de hábitat.
En Estados Unidos han llegado más allá, ya que según la resolución recogida en el Clean Water Act en 2003, que regula las normas de calidad de las aguas superficiales y los vertidos contaminantes en ese país, los salmones escapados y soltados de las piscifactorías (sean de repoblación o no) son considerados como contaminantes (Firestone & Barber, 2003), por lo que su suelta puede ser considerada un delito.
Las diferencias entre estos dos países y España son evidentes, no solo por la aplicación de medidas eficaces para la conservación de los salmónidos y los ríos en los que habitan, sino también porque mientras que allí los gestores respetan a los científicos y se les consulta en la toma de decisiones, aquí se les desprecia, se les insulta y se delega en los colectivos de pescadores la gestión de las poblaciones. Todo por un puñado de votos.
Una vez que se ha confirmado por enésima vez que las medidas que se están tomando en Asturias no solo son ineficaces sino que son nocivas, ¿seguirán aplicándolas? ¿Que opinión les merece a los gestores asturianos que en Gran Bretaña ya se hayan prohibido las repoblaciones en muchas zonas y se estén planteando prohibirlas en todo el país a corto plazo?
Me temo que ninguna, ya que seguramente ni se habrán enterado ni tendrán ningún interés en enterarse.
Referencias
Firestone J &Barber R (2003) Fish as Pollutants: Limitations of Cross-Currents in Law, Science, Management, and Policy. Washington Law Review 78: 693-756.
Young KA (2013) The balancing act of captive breeding programmes: salmon stocking and angler catch statistics. Fisheries Management and Ecology 20: 434–444.