Fecha del viaje: Junio 2015
Salimos hacia Bellapaís (Beylerbeyi en turco), un bello pueblo de montaña situado a unos cinco kilómetros de Kyrenia y que posee una de las abadías más bonitas de Chipre.
Cuando llegamos visitamos la abadía que nos ofrece una vista espectacular de las montañas que la rodean y de la bahía de Kyrenia ya que sus restos se encuentran a unos 220 metros sobre el nivel del mar. Esta abadía fue construida por monjes agustinos en el siglo XII.
Lo que más destaca es la iglesia del siglo XIV y su claustro, rodeado de cipreses. Sus arcos han sobrevivido a lo largo de los siglos. Subimos a la planta superior donde apreciamos mejor las vistas de las montañas y del Mar Mediterráneo.
Recorremos ahora la parte del pueblo que se encuentra en una ladera al norte de la abadía, paseando por sus calles algo empinadas. Las casas en su mayoría son de color blanco. Al pararnos a descansar un poco, nos encontramos a una mujer inglesa que dice llevar más de 50 años en el pueblo viviendo.
Le preguntamos por la casa del escritor inglés Lawrence Durrell ya que aquí pasó varios años viviendo en la década de los años 50, y donde escribió una de sus obras “Limones amargos”.
Nos indica que se encuentra a unos 200 metros más hacia arriba y le damos las gracias.Pero ella amablemente se ofrece a acompañarnos. Al llegar a la casa nos la encontramos cerrada ya que ahora es de propiedad privada y sólo permanece abierta al público en el mes de septiembre.
En la fachada hay una placa con una inscripción haciendo referencia a la novela que escribió y los años que vivió. La buena señora se ofrece a hacernos una foto delante de la casa. Nos dice que ella conoció al Sr.Durrell pues era muy pequeña cuando el escritor llegó al pueblo y que fue todo un privilegio para ella. Le agradecemos su explicación y nos despedimos de ella.
Subimos un poco más hacia una casa que parece un vergel y en donde encontramos un letrero que indica “Gardens of Irini” parece ser que se trata de un bar para tomar algo y descansar bajo los frondosos árboles pero el chico que trabaja dentro nos dice que se encuentra cerrado a pesar que fuera se indica que se encuentra abierto por la mañana.
Bajamos el camino de vuelta y nos percatamos de un bar con mucho encanto y donde hacen limonadas naturales. Dicen que los limones en Chipre son los mejores del mundo pero especialmente en este pueblo las limonadas son especiales. Nos sentamos y pedimos, está deliciosa, con su ramita de menta incluída…
No me extraña que Lawrence Durrell se quedara en este pueblo durante tres años, a caballo entre el mar y la montaña, empapándose del paisaje, de la tranquilidad y de la hospitalidad de sus gentes.