Revista Política

Repugnancia

Publicado el 23 octubre 2011 por Antoniobarba
Bandera libia

Bandera libia

El régimen de Libia era una tiranía, una farsa en manos de un déspota al que, ¡ay!, Occidente le rio las gracias durante varias décadas. Solo cuando, al hilo del contagio de la primavera árabe, el dictador se pasó de vueltas y empezó a masacrar las revueltas, solo entonces Occidente decidió intervenir para poner fin a la farsa, algo posiblemente necesario para que el sátrapa no se perpetuara en el poder otros cuarenta años (con la misma risa bobalicona occidental). Pero se debería haber garantizado la captura en vida de Gadafi, y haber evitado lo que se asemeja demasiado a un cruel linchamiento y posterior distribución propagandística de la imagen su cadáver. El villano tenía que haber sido conducido a un tribunal de Justicia, para responder de sus crímenes, como cualquier mortal. Para que fuera juzgado con todas las garantías, precisamente las garantías que nunca tuvieron sus detractores. Porque lo que ha ocurrido ha sido, simplemente, repugnante, una repugnancia por cierto exhibida una y otra vez, pareciera que con cierta delectación, por las cadenas de televisión de todo el mundo. Una barbaridad más en una cruenta guerra tras cuyo inminente fin el objetivo debe ser establecer una democracia que vele por la justicia social, el desarrollo de la sociedad aprovechando los grandes recursos del país y la igualdad de los derechos de la mujer. Si no se avanza en esa dirección, lo de Libia seguirá siendo una tragicomedia que se seguirá desarrollando, a escasas horas de aquí, ante nuestra indiferencia. El Occidente que se implicó en poner fin a la tiranía debe involucrarse ahora en el futuro democrático de Libia.


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