Es secreto a voces que no solo es la mala percepción de uno o veinte modelos de negocio lo que está generando dificultades extremas en los entornos empresariales de este país que no logra dimensionar una Reputación correcta, que se muestra como un esfuerzo prácticamente nulo.
Lejos de los costosos estudios de mercado que pretenden agradar al cliente, que los encarga, y dar por éxito seguro estrategias que se van a implantar, con solo salir del pequeño cubículo donde viven nuestros proyectos y escuchar, con atención, logras escuchar que lo que está en tela de juicio es, en si misma, la Imagen Corporativa replicada y clonada desde la Era Industrial por no lograr la Reputación necesaria para mostrar la intencionalidad de permanecer, en los mercados, siendo un miembro influyente de la comunidad.
No hay logros que solidifiquen absolutamente nada de lo dicho o prometido y la acción, real, que, contradice el discurso, termina prevaleciendo en todos los puntos donde la interrelación de información y la experiencia individual tiende a convertirse en tan colectiva que acumula argumentos en contra de cada una de las propuestas convirtiendo las devoluciones negativas, en algo prácticamente imposibles de torear.
Siendo, este período de crisis, la oportunidad perfecta para empezar a implantar cambios substanciales y profundos para conseguir establecer la transformación a Marcas, sin embargo, la secuencia que quiere proteger y defender un status quo que ya se ha perdido busca, cambiar formas, pero sin tocar ninguno de los ámbito donde los fondos muestran, con absoluta claridad, la urgente necesidad de ganar, sin importar como se han obtenido las ganancias, aún cuando en todos los puntos de encuentro la demanda es clara y la comunicación de esta demanda queda, cada vez, más eficazmente expresada.
Los reductos, donde se hace fuerte la Imagen Corporativa, tienden a mostrar una tendencia a verse reducidos y alejados de la realidad donde vive. Por más que se asuma el lenguaje de la comunidad, se intente influir por la simbología de uso cotidiano o se establezcan estrategias de control que impiden la muestra de controversia que, se vive a diario, construyendo unos paisajes idílicos con los que vender realidades pretendidas. El grupo interesado que está relacionándose ya no escucha lo dicho, sino que está completamente alerta y pendiente de todas y cada una de las contradicciones que, de forma irremediable, lograrán perjudicarlo y está, absolutamente dispuesto a compartirlas con toda las comunidades que toca. Si la Imagen Corporativa no logra dejar de mostrar sus contradicciones, eliminándola de todas sus estructuras o no podrá seguir culpando al interlocutor por verla, durante mucho más tiempo.
Evitar las devoluciones negativas dentro de un marco de defensa de la Imagen Corporativa, solo puede tener un camino válido y es el de cerrar, absolutamente, la vía de globalización que ella misma ha creado. Los espacios de interrelación son fuente de negocio constante para la comunidad empresarial, pero son en ellos donde se habilitan todos los huecos por donde entra, sin compasión, la Era de la Información que tanto teme el sistema establecido, en base, a una soberbia estructura que solo puede relacionarse con un discurso que, no puede ser contestado, de ninguna forma, bajo la pena de dejar que afloren todas las personas perjudicadas por las estrategias utilizadas. Solo en un ambiente donde se pueda establecer una sólida Cultura del miedo, sobreviven estas formulaciones pero los mismos sistema vendidos, hacen desaparecer el miedo en el que se intenta someter.
Tomar el reto de levantar una correcta Reputación de Marcas, es la única forma, no temporal que, gana tiempos que ya no se tienen, para mostrar el Valor necesario para satisfacer a unos mercados nacionales e internacionales que tienen la intención de no dar espacio a modelos que no logren parecer, algo más, que un museo empresarial de la Era Industrial.