Como quien no quiere la cosa, en nuestro vocabulario cotidiano ha aparecido con fuerza la palabra “rescate”.
Per Jordi Farrerons
“Rescate”. Palabra lo que, en principio, quiere decir sacar a alguien del peligro grave en que se encuentra: se rescata a un secuestrado de sus raptores, a accidentados, etc. de repente y por decisión de personas que no sabemos quiénes son, se decide (sin consultarnos) que ahora rescataremos las entidades bancarias con el dinero de todo el mundo. Este hecho injusto y discriminatorio no es mínimamente solidario con aquellos colectivos que, por motivos económicos, también precisan ser rescatados.
Las entidades bancarias durante estos últimos años han tenido pérdidas económicas o no han alcanzado los beneficios esperados y, al mismo tiempo, sabemos que los diferentes grupos bancarios que operan en el Estado español acumularon a finales de 2013 un total de 7.274 millones de euros en beneficios. Con estos resultados, ¿cómo se explica la inyección de 40.000 millones de euros que, con dinero de todos los contribuyentes, les ha hecho el gobierno y sin ningún tipo de contraprestación? La justificación que dada, es que “se debe favorecer la reestructuración de la banca, ya que si esta tiene pérdidas no puede dar créditos, hipotecas y préstamos a personas ni a empresas. Hecho que no es cierto porque ese dinero no ha sido utilizado según el propósito inicial de facilitar su distribución a personas y empresas que lo necesitaban y sólo han servido para compensar las pérdidas de entidades bancarias.
“Crisis”, otra palabra que tenemos muy presente y que se repite insistente y constantemente para que creamos que somos los propios culpables de todos los males económicos que, actualmente, sufre nuestra sociedad. Es preciso decir de manera clara y sin ningún tipo de matiz que la ciudadanía no es culpable de la crisis económica; no ha tenido poder de influir ni decidir cómo se debe organizar la economía que afecta al conjunto social. ¡Que no nos mientan!, el auténtico responsable de la crisis es el capital especulativo, el que se utiliza para comprar y vender sólo esperando la fluctuación en el precio para alcanzar beneficio personal, sin producir ningún tipo de beneficio social.
Por todo ello no nos cansaremos de repetir que lo que hace falta es rescatar a las personas, no a las entidades bancarias.
La consecuencia directa de este trato injusto y discriminatorio afecta directamente al derecho al trabajo y a la vivienda digna, reconocidos por la Constitución de 1978 en sus artículos 35 y 47. Pero con las inaguantables cifras de parados y de desahucios se confirma que, con la excusa de la crisis económica, se están vaciando de contenido estos dos artículos, entre otros, fundamentales para favorecer el bienestar de las persones.
Ante este trato abusivo y discriminatorio por parte de los diferentes organismos nacionales e internacionales que deciden el destino de la economía que afecta a todos, sólo nos podemos organizar en la protesta hasta conseguir que se respeten estos derechos… y se cumplan.
Hay muchos ejemplos de respuesta ciudadana frente a esta situación. Citaremos dos: el primero es el movimiento 15-M, también llamado movimiento de los indignados, que aglutina varios colectivos ciudadanos, formado a raíz de la manifestación del 15 de mayo de 2011 en Madrid y que se ha ido extendiendo en todo el Estado, donde se gritaron consignas como: “No somos títeres en manos de políticos y banqueros” “¡Democracia real YA! “No somos mercancía en manos de políticos y banqueros “con la intención de promover una democracia más participativa alejada del bipartidismo PSOE – PP y del dominio de bancos y corporaciones, así como una “auténtica división de poderes” y otras medidas con el propósito de mejorar el sistema democrático.
El segundo ejemplo es la “Plataforma de Afectados por la Hipoteca”. Movimiento social por el derecho a la vivienda digna; surgida el febrero de 2009 en Barcelona y hoy presente en todo el Estado español, agrupa a personas con dificultades en pagar su hipoteca o que se encuentran en proceso de ejecución hipotecaria y a personas solidarias con esta problemática, convencidos de que el marco legal actual está diseñado para garantizar que los bancos cobren las deudas, mientras que deja desprotegidas a las personas con hipotecas a su cargo que por motivos como el paro o la subida de las cuotas no pueden hacerles frente.
Podemos asegurar que otro mundo más solidario y justo con las necesidades de las personas es posible, sólo dependerá de la actitud que se adopte frente a estas injusticias y abusos de poder.
El rescate es la excusa que favorece a las entidades bancarias en contra de las personas.
La crisis económica no tiene que ser la excusa para justificarlo todo.
Jordi Farrerons ha sido Gran Maestre de la GLSE
Traducción del Masón Aprendiz