Por fin nos llega el segundo tomo de la serie Hawkeye que se está publicando en USA, aquí de la mano de Panini Comics recopilando los números 7-12 y el Annual 1 bajo el título 100% Marvel. Ojo de Halcón 2: Pequeños Aciertos. Es duro tener que esperar tanto para continuar leyendo la que es, sin duda, una de las mejores series de Marvel del momento, pero también es verdad que da mucho placer leer varios números del tirón, sobre todo cuando se trata de una obra en la que la narración gráfica tiene tanto o más peso que la escrita.
Si algo tiene éxito y funciona bien, es mejor no cambiarlo, y a los hechos me remito. En este segundo tomo vemos como Matt Fraction continúa siguiendo el hilo marcado en los primeros números contándonos las aventuras y desventuras de un Clint Barton cuando no es Ojo de Halcón con los Vengadores. Vemos más sobre sus vecinos, con los que ya ha entablado amistad, y vemos más de otros personajes secundarios que ya son imprescindibles en la serie, como Kate Bishop (la otra Ojo de Halcón) y el perro pizzero.
Una vez más, vuelve a estar presente la mafia rusa, con la que Barton tiene que lidiar de nuevo por obra y gracia de Penny, la chica a la que ya salvó una vez y que ahora vuelve a requerir su ayuda. Sin embargo, esta vez la cosa irá más allá, porque la decisión de nuestro héroe de ayudar a la chica en apuros le meterá en líos con las cuatro mujeres principales de su vida (la Viuda Negra, su ex-mujer, su medio novia y Kate Bishop), hará que le detengan, le pondrá en el punto de mira de un experimentado asesino y causará graves daños a algunos de sus allegados.
Curiosamente, Fraction decide contarnos esta historia repartida en cinco números, contando lo mismo en cada uno de ellos pero siempre desde el punto de vista de un personaje diferente. Esto, aunque original (de momento, porque empieza a repetirse mucho en todos los medios), no ha sido plasmado lo suficientemente bien, y a veces puede venir a la nariz un pequeño tufillo a repetitividad. Eso sí, mención especial para el número en el que se cuenta todo desde el punto de vista del perro pizzero, una pequeña obra de arte para dar vía libre a la creatividad del dibujante. Y ya puestos, genial también el punto de mezclar la trama con unos cómics de Penny y convertirlos en portadas reales relacionadas con lo que se está contando.
Completan el tomo un par de historias adicionales, una centrada en el “misterioso” hermano de Clint, y otra en Kate Bishop y su traslado a Los Angeles, donde tendrá un nuevo y divertido enfrentamiento con Madame Máscara. Estas historias, junto a la de la trama del arco principal, nos abren las puertas de los números futuros, donde seguramente veremos más de su hermano, el misterioso asesino contratado por los rusos y la nueva vida de Kate.
En medio de todo esto, y con Barton en pleno bajón replanteándose su vida, Fraction mantiene el tono irónico y humorístico que tan bien está funcionando, más propio de una serie de televisión tipo Friends que de un típico cómic de superhéroes. Los comentarios de Clint son geniales, siempre irónico y resignado, siempre buscando la puntilla, y perfectamente contrapuesto por las réplicas de las féminas que pueblan su vida. Son geniales también las voces en off de los personajes, pensamientos que en muchas ocasiones son paralelos y contradictorios a sus palabras o actitudes, y que aportan un grado de amplitud considerable a cada página.
Como decía al principio, todo esto se ve elevado a la máxima potencia en el aspecto gráfico, gracias a unos dibujos únicos y ya característicos de la serie que sigue proporcionando David Ajá. Con unos trazos sencillos y unas viñetas no demasiado recargadas, Ajá es capaz de decir mucho más con dibujos que Fraction con palabras, y es por eso por lo que a veces podemos pasar varias páginas llenas de expresividad sin apenas leer unos pocos bocadillos. Además de esta expresividad, Ajá también sabe aportar con sus dibujos el toque de humor que Fraction quiere imprimir a la serie, y lo hace con originalidad, de una forma que en un principio parecía arriesgada para un cómic de superhéroes, pero que ahora no se puede concebir de otra forma.
Tal es así que, aunque en este cómic contamos también con dibujos de Francesco Francavilla, Javier Pulido y Steve Lieber, ha sido una condición imprescindible que su aportación se mantuviese fiel al estilo marcado por Ajá. Siendo sinceros, en algunos puntos ni te das cuenta del cambio, mientras en otros ves que, si no está Ajá, no es lo mismo. Dan la talla y cumplen con lo requerido, pero de momento los sustitutos no son candidatos a ocupar el lugar del titular.
En definitiva, Ojo de Halcón sigue por la senda de los grandes con una serie que parte de la humildad y la sencillez, haciendo lo que nadie (o casi nadie) había hecho hasta ahora. ¿Cuánto durará la jugada? No lo sé, pero mientras tanto que esta serie no falte en ninguna estantería.