Revista Cultura y Ocio

Reseña #15: La lección de August, de R. J. Palacio

Publicado el 16 diciembre 2015 por Merianne Abevaz @QuimerasTinta
Reseña #15: La lección de August, de R. J. Palacio  Reseña #15: La lección de August, de R. J. Palacio   ¡Hola, bookers! Pues hoy os traigo una reseña que publiqué en la web de la biblioteca de mi instituto, pero que creí conveniente traeros a vosotros también porque es un libro del que os he hablado en otras ocasiones. Se trata de La lección de August, de R. J. Palacio.  Reseña #15: La lección de August, de R. J. Palacio   Directa y extraordinariamente limpia. Refleja a la perfección todo el contenido del libro y es fiel a la moraleja que trata de transmitirnos. Quizá resulte poco llamativa, aunque puede que eso también forme parte de la enseñanza que contiene la historia acerca de la absurda importancia que concedemos a las apariencias.4 / 5  
Reseña #15: La lección de August, de R. J. Palacio   Su cara lo hace distinto y él solo quiere ser uno más. Camina siempre mirando al suelo, la cabeza gacha y el flequillo tratando en vano de esconder su rostro, pero, aun así, es objeto de miradas furtivas, susurros ahogados y codazos de asombro. August sale poco, su vida transcurre entre las acogedoras paredes de su casa, entre la compañía de su familia, su perra Daisy y las increíbles historias de La guerra de las galaxias.   Este año todo va a cambiar, porque este año va a ir, por primera vez, a la escuela. Allí aprenderá la lección más importante de su vida, la que no se enseña en las aulas ni en los libros de texto: crecer en la adversidad, aceptarse tal como es, sonreír a los días grises y saber que, al final, siempre encontrará una mano amiga.  Reseña #15: La lección de August, de R. J. Palacio  Había escuchado muy buenas críticas de este libro, por lo que cuando me ofrecieron un ejemplar en la versión original (en inglés) no dudé en aceptarlo. Lo cierto es que no me arrepiento.  "La lección de August" es un libro intenso, directo, dolorosamente certero. Como protagonista tenemos a August, un niño con una deformación en el rostro que le hace ser la diana de burlas y murmullos varios cada vez que sale de casa. Esta es la razón por la cual no comienza el colegio hasta los diez años. En la escuela, August se encuentra de pronto catapultado a un universo totalmente nuevo para él, rodeado de otros chiquillos de su edad que le miran con miedo y le desprecian. Pero por suerte para el pequeño, a lo largo del curso acaba haciendo amigos de verdad. 
Por cierto, me llamo August. No voy a describir cómo es mi cara. No sé cómo os la estaréis imaginando, pero seguro que es mucho peor.
  Para empezar, me gustaría destacar al propio August, algo en absoluto necesario si tenemos en cuenta que este niño destaca por sí mismo. En mi opinión, es un personaje con mucha, muchísima fuerza. Es él quien cuenta la historia, así que lo vemos todo desde su perspectiva: la perspectiva de un niño que no ha aprendido a vivir. Auggie es sincero, responsable, tímido, desgarradoramente humano. Habla de su propia deformidad con valor, con tesón, porque eso es a lo que le han acostumbrado. No encontraremos en él a un falso héroe: como todos los demás, se equivoca. Tiene sus berrinches y sus errores. Pero sí está lleno de una fuerza que sorprende y te hace quererle desde la primera página.    Se siente perdido. Es realista. Es asustadizo. Es, a fin de cuentas, un niño. 
La única razón por la que no soy normal es porque nadie me ve como alguien normal.
   Pero Auggie no es lo mejor de la historia. El libro tiene una narración deliciosa. Es ligera, fresca, tan inocente y fiel a la verdad como lo es quien nos la cuenta. Además, hacia la segunda mitad del libro encontramos que el narrador cambia y toman su papel algunos conocidos de August, amigos... y no tan amigos. Esto revitaliza la historia y ayuda al lector a sumergirse en las distintas perspectivas de la trama, lo cual es de agradecer. Esta sencillez de redacción hace que sea muy fácil abandonarse a la lectura, por lo que os recomiendo que lo leáis en inglés si podéis: os aseguro que no es nada complicado.  
A veces no hace falta que uno quiera hacerle daño a alguien para hacerle daño.
   Y por último, la idea. "La lección de August" no es, ni mucho menos, un libro predecible o infantil. Camuflado bajo el lenguaje de un niño confuso hallaremos un universo de sensaciones que sin duda nos resultarán familiares, miedos que todos hemos padecido alguna vez y que siempre pueden amenazar con regresar, constantes de nuestra existencia que nunca nos abandonan: los padres y hermanos, los amigos, los profesores, los compañeros, el colegio, los cambios, el rechazo, las burlas, el temor, el valor, las enfermedades, el amor, las mentiras y la infancia son algunos de los temas más importantes de esta historia, la historia de cómo un niño que no creía ser nadie descubrió que el mero hecho de existir te hace ser alguien, y que a partir de ahí tú decides qué más complementos añadirte.    Aventurarse a leer "La lección de August" implica estar preparado para reír, llorar, sufrir y disfrutar. Implica entender que estáis a punto de asistir a una clase de humildad, de tolerancia y de respeto. Tenedlo muy presente.  
Todos deberíamos recibir una ovación al menos una vez en nuestra vida, porque entonces vencemos al mundo.
  Además, si leéis este libro comprobaréis por vosotros mismos una terrible verdad. Y es que cuando creíais que era Auggie el que estaba por aprender algo verdaderamente importante, os daréis cuenta de que la lección que conlleva acompañarle en su historia es, en realidad, para vosotros.
 
Reseña #15: La lección de August, de R. J. Palacio
  
-¿Lo mejor? La enseñanza que transmite, la inocencia del lenguaje y la magia que encierra Auggie. -¿Lo peor? La trama puede hacerse algo lenta hacia la mitad del libro.  4,5 - ¡Buenísimo! No puedes perdértelo. Reseña #15: La lección de August, de R. J. Palacio  

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