Reseña: Amor friki

Autor: Luc Blanvillain | Género: Juvenil, Narrativa Editorial: Destino | Páginas: 267 | Año: 2012

SINOPSIS:
Reseña: Amor friki

Thomas es un friki. Un nolife. Un geek. ¿Un qué? Un geek. Es decir, un chico más bien discreto obsesionado por los juegos de ordenador hasta el punto de renunciar a su vida social. Y es que para él todo es perfecto en su mundo virtual en alta defi nición: allí no tienen cabida matones como Latreille, profesoras de francés pesadas como Madame Friol, padres enrollados adictos a eBay y Facebook y que sólo comen cosas bio, y hermanas pequeñas marisabidillas. Lo es hasta que aparece en su vida Esther, la chica más guapa del instituto, amante de los caballos y la naturaleza, y que odia profundamente todo lo relacionado con los ordenadores, y le dice que aceptará salir con él si se mantiene alejado de cualquier tipo de pantalla (¡De ordenador, tele, móvil?!). ¿Podrá un geek como Thomas someterse a tal tortura por amor?

Mi valoración personal:

¡Qué fácil es engancharse a las nuevas tecnologías y titánica tarea desengancharse de ellas! En la era digital en la que vivimos y que avanza a pasos de gigante, todos o casi todos tenemos un iPod, tablet, smartphone o similar chisme; nos conectamos sin parar a Twitter para saber de nuestros colegas o chismorrear al vecino; escribimos ya no en cuadernos sino en muros de Facebook; compartimos fotos, videos, jugamos, compramos y ligamos en la red,... tuitear, feisbuquear, todo parece tan normal que no estar al día en todo ello serías algo así como un bicho raro. Pero pasarte de la raya, no despegarte de la pantalla del ordenador y olvidarte hasta de (mal)comer, peinarte las greñas o dormir a pata suelta sí que es raro. Bienvenido al mundo geek.
Amor Friki, tal y como su nombre indica, gira en torno al frikismo más puro y leal a las nuevas e imperantes tecnologías, a juzgar también por la portada. Conoceremos a Thomas Poupinel, un chaval geek y nolife, aka un obsesionado por los juegos de PC hasta el punto de renunciar a su vida social, haciendo de su ~~leonera~~ habitación su hábitat particular. Un chico que mira más por superar niveles y ganar puntos en el juego que de declararse a la chica que le gusta, de nombre Esther Camusot, por la que bebe los vientos, joystick en mano. Diría que parecería un muchacho como otro cualquiera (lo es, pero las tecnologías le han transformado), pero es que esto de estar conectado siempre a la vida virtual más que la real le viene de familia: un papá obseso de Facebook y mamá obsesa de eBay. Difícil salir de esa espiral. Nada ni nadie le despega del ordenador, ni el agua hirviendo. Pero ¿y la joven Esther? ¿Conseguirá un friki de las nuevas tecnologías mantenerse alejado de cualquier tipo de pantalla por amor?

- Así pues te propongo la prueba más dura. La más dolorosa de las aventuras. Un mes entero sin pantallas, sin ordenador, sin iPod, sin móvil y sin tele. Se acabaron los juegos, Thomas. Se oyó un relincho a lo lejos. Thomas movió un tronco sarmentoso y arrugado. De repente, Esther chocó contra él y se quedó muy cerca, a un centímetro. Sus labios se rozaron: el aliento le olía a frambuesa. Durante menos de un segundo, sus pechos le tocaron el torso. Después, la chica se alejó.- Si lo consigues, seré tuya.

Poco más puede decirse de esta novela juvenil sencilla de leer y seguir. La trama versará sobre "la gran prueba por amor" que tendrá que efectuar Thomas, los entresijos que se encontrará y la vergüenza que, obvio, pasará. Amor Friki no es una gran novela, no lo pretende su autor. Se trata más bien de un libro entretenido con gran sentido del humor, que se lee de una sentada y que pretende ser todo un alegato para jóvenes y padres: vivo reflejo de la vida social (y virtual) actual, el mensaje implícito está ahí, que no es otro de alertar de la adicción a las nuevas tecnologías y muchas de las otras problemáticas que sufren los adolescentes al dejar de ser niños, pues el geek Thomas aprenderá que hay vida tras una pantalla y que, si algo queremos hay que luchar por conseguirlo. Y no solo puntos en un juego virtual. También en la vida misma.