Revista Libros
Una historia de amor entre dos adolescentes con cáncer en la que la frase “no es la típica historia de cáncer” se queda corta.
Todos hemos visto alguna película de Antena 3 un domingo por la tarde sobre esto. El protagonista continúa resuelto a seguir hasta el final. Organiza eventos caritativos, se tira en paracaídas y al final muere dulcemente rodeado de los suyos mientras le acompaña la más lacrimógena banda de violines, dejando alguna frase emotiva que te hace avergonzarte de estar malgastando tu vida delante del sofá. Afortunadamente John Green, el autor, ha trabajado en un hospital infantil y sabe cómo se comportan los adolescentes con algún tipo de enfermedad, básicamente como cualquier otro adolescente.
La protagonista es Hazel, que nos cuenta en primera persona su día a día “teniendo unos pulmones de mierda”, después de que su cáncer de tiroides se extendiera. Oh, que deprimente. Pues sólo en parte. Tampoco quiero meter la palabra “superación”, porque no supera nada, pero si esta novela te enseña algo es a valorar la vida, otra frase manida y absolutamente cierta. La rutina de Hazel cambia cuando en su grupo de apoyo conoce a Augustus, un personaje tan bien definido que corre el riesgo de posicionarse el primero en mi escala de “mejores personajes novelescos o literarios”. A partir de ahí es su historia de amor. Tengo que añadir que no es nada empalagosa, aunando su pasión por la literatura y las ironías y metáforas que les acompañan hacia su funesto destino.
Mi amigo Diego, al que le debo parte de esta reseña y le agradezco que me haya recomendado este libro, dice que más vale tener un lápiz en la mano porque querrás subrayar muchas frases, muchas conversaciones. Y no puedo más que darle la razón. He estado dándole vueltas a qué le hace diferente, y una de las cosas son esas conversaciones que rozan lo absurdo y que provocan que el libro sea más real. La naturalidad depositada por John Green acompaña a Hazel durante todo el libro, es auténtica, y al acercarnos tanto a ella, a ellos, obviamente provoca numerosos nudos en el estómago, porque no hay que olvidar que es una historia de cáncer.
Con lo cual nos encontramos ante un lenguaje muy cercano sin sacrificar lo culto, muy bien narrado y muy fluido. Con una estructura argumental estándar. Si tengo que poner una pega es en el desenlace, ya me lo olía, y lamentablemente sé que es así. Pero igual que en el resto de la novela, Hazel huye de ese dramatismo, en el desenlace no hay escondite para él. Y, personalmente, se me ha hecho muy duro. Y creo que se me va a quedar para siempre grabada la escena de esa madrugada en la que Augustus coge el coche para ir a comprar un paquete de tabaco y tiene que llamar a Hazel porque no puede colocarse el tubo… (suspiro). Es muy dura.
Pero no quiero disuadiros si hay alguien que no lo ha leído y tiene dudas. Las páginas están colmadas de buen humor, de conversaciones inteligentes, del devenir de la vida… plantea cuestiones muy trascendentales para chavales de dieciséis años. Resumiendo, que hay que conocer a Hazel, es difícil plasmar con palabras qué te hace sentir esta chica, y la relación que mantiene con Gus simplemente hay que vivirla por mucho que odies, si odias, las historias de cáncer.
Los personajes son admirables, desde los protagonistas, que adoro, a su amigo Isaac o a ese odiado Van Houten (que a mí desde el primer momento me encantó). Pero tengo que matizar que además de tener personajes entrañables nos muestra la realidad de las relaciones personales. Cómo Hazel no considera amiga a Kaitlyn o, sobre todo, cómo actúan los padres de ambos con ellos, que muchas veces, con tal de proteger al hijo, no son capaces de empatizar con él. O lo superficial que queda la pena de las hermana de Augustus… De hecho esa escena donde el mundo de Hazel se desmorona pero los sobrinos de Augustus siguen corriendo y gritando, plasma cómo es la vida realmente, que pasa y no se detiene.
Lo recomiendo incansablemente. Lo peor sin duda de este libro es que cualquiera que quieras leerte después te parecerá banal y fútil, porque si hay algo maravilloso en estas páginas es la perfecta mezcla entre lo trascendente de la vida y la rutina más normal y natural de dos adolescentes corrientes. Eso sí, llorarás, porque esta historia cala. Por eso se habla tanto de él, porque permea hondo.
¡Juzga por ti mismo!