Revista Cultura y Ocio
Después de un tiempo queriendo probar algo de Susana Vallejo, vi mi oportunidad con la publicación de Calle Berlín, 109. Tengo que reconocer que comencé la lectura sin saber prácticamente nada de la trama; la portada y el título bastaron para conquistarme. No me digáis que no es una preciosidad... Bueno, a lo que vamos. No sabía muy bien en qué género estaba encasillado el libro, por decirlo así, y ahora, después de terminarlo, sigo sin tenerlo muy claro. Para mí es una novela coral, con toques de misterio, algo de humor, algún que otro romance, e incluso pequeñas pinceladas paranormales. Tenía pensado contar un poco de los personajes ya que la sinopsis nos revela bastantes detalles, sin embargo es algo que prefiero no hacer. Como digo, comencé la novela sin demasiada información, así que fue toda una sorpresa descubrir los secretos de cada uno de ellos... Y que te lo suelten en la contraportada, así, de buenas a primeras, le quita un poco la gracia. Sólo diré que todos y cada uno de los habitantes de Calle Berlín, 109 ocultan algo. Y algo gordo.
El punto de partida será el mensaje que el difunto compañero de Gerard le deja a éste en el contestador antes de ser brutalmente asesinado. En él da a entender que algo se está cociendo en el edificio 109 de la calle Berlín. Después de este enigmático aviso y del misterio que entraña la muerte de su antiguo camarada, Gerard decidirá investigar y controlar a todos los habitantes de dichas viviendas. Como podéis comprobar, en un principio parece que nos vamos a encontrar con una novela negra, y que toda ella girará alrededor del asesinato de un policía... Pero nada más lejos de la realidad. Esto sólo servirá para que nos pongamos en situación y que Susana Vallejo nos presente a todos y cada uno de los habitantes de tan misterioso lugar. Las vidas de todos ellos, los problemas personales de cada uno, esos pequeños secretitos que guardan, serán los encargados de mantenernos enganchados al libro en todo momento. Aparentemente son personas normales, como cualquier hijo de vecino -nunca mejor dicho-..., desde una anciana que cuida a su marido enfermo, pasando por una mujer que se rompe el lomo trabajando para traer un sueldo a casa y poder mantener a sus hijos adolescentes, una joven preciosa y enigmática, un hombre que pasa totalmente desapercibido, otro que acaba de llegar al lugar, etc. En los primeros capítulos nos mostrará sus vidas, uno por uno, dándole la misma importancia a cada uno de ellos. Todos tienen el mismo peso dentro de la trama, y todos y cada uno de ellos irán evolucionando según van pasando las páginas. Lo que más me ha gustado, con diferencia, es esa pequeña crítica social que hallamos entre las páginas del libro. ¿Cuánto sabemos de nuestros vecinos? ¿Nos preocupamos en algún momento por ellos, por sus problemas? Podemos convivir prácticamente pegados unos a otros durante muchísimos años y no conocer ni siquiera algo tan trivial como nuestros nombres. Gracias a los acontecimientos que se van sucediendo durante la novela, veremos cómo poco a poco se van uniendo, van cogiendo confianza, se ayudan mutuamente, llegando a ser una comunidad, no simples vecinos. Eso sí, las cuestiones que acaban uniéndolos nada tienen que ver con "¿me prestas un poco de sal?", y sí más con "si no solucionamos esto acabaremos todos en la cárcel". Pobres angelitos. Es imposible no cogerles cariño a todos ellos, por mucho que metan la pata. Y es que, dejando de lado el toque paranormal y las situaciones un poco rocambolescas, sus vidas no distan mucho de las de cualquiera de nosotros. Es posible empatizar con ellos, y sentir una cierta ternura.
Como parte mala, destacaría lo poco que se profundiza en el misterio que da comienzo al libro... Se intuye por donde van los tiros mucho antes de terminar el libro, y a la vez se le da un final demasiado precipitado para mi gusto. Bien es cierto que, como digo, tiene mucho más peso la historia de cada vecino, pero no quita para que se ahondara más en ese aspecto. También me chocó el desenlace de alguno de los vecinos. En concreto uno que pilla por sorpresa y no concuerda demasiado con la personalidad de ese personaje.
El estilo de Susana Vallejo es claro, directo, con una narración ágil, haciendo de ella una lectura amena y rápida. En ningún momento se hace pesado o cuesta arriba. Puede que no se trate de la lectura de mi vida, pero he pasado un rato más que agradable, me he divertido en algunos momentos y emocionado en otros. No puedo pedir más. Bueno, sí..., que mis vecinos sean más normalitos, por favor.