Valoración: 5. Viejuna.
Acero puro es una película de Ciencia Ficción familiar, es decir, infantil (si no sería para todos los públicos), para el sector masculino de la misma. El target al que se dirige es al padre treintañero y a su hijo(s) preadolescente(s). Sorprendentemente lo hace usando un esquema que ya tiene 25 años. El de las películas juveniles de los 80. En concreto el de la Cannon. Es decir, películas infantiles, patrioteras y violentas protagonizadas por tíos musculosos o duros (Stallone o Norris). Así, Acero puro es un remake de la pésima Yo, el halcón (un mal padre obrero que se gana a su hijo en una competición masculina) con injertos de Rocky I (el boxeo y el héroe del pueblo contra el héroe rico) y IV (el boxeo y el héroe americano contra el villano extranjero) y Robocop (la humanidad contra la máquina: el valor es más fuere que el acero). No obstante, como la película no se ha olvidado del todo que es un producto posmoderno, la ranciedad de la propuesta no atufa porque maneja un discurso menos violento (no pelean humanos, pelean robots) y maniqueo, se apoya notoriamente en los efectos digitales y está protagonizada por un actor, H. Jackman, más simpático , más humano y mejor intérprete que sus contrapartidas del pasado (Stallone, Swartznegger, Van Damme, Seagal, Norris…).
Por esto mismo, aunque la película está muy bien hecha, no pasa de suficiente. Es entretenida a pesar de que dura demasiado (130 minutos son demasiado tanto para una historia tan simple como para una película infantil), los efectos digitales son buenos aunque nada originales, la banda sonora funciona (con mucha música ruidosa de los 90) y los actores están correctos. En especial el infante. Podrían haber dado más con un guión más audaz y ambicioso. Pero la propuesta es viejuna e industrial, lo cual hace que uno sepa nada más empezar Acero puro como va a terminar así como que escena viene después de la que se está viendo, es mérito del director que no aburra, y el guión es incoherente y vulgar porque no es original sino una cadena hecha con eslabones diferentes. Así pues, todo lo bueno que tiene Acero puro se diluye por la vulgaridad y convencionalidad de su historia.
Así pues, lo peor de esta película es que podría haber sido mejor. Su reflexión sobre como la violencia convierte al deporte en espectáculo se queda en el enunciado. Lo mismo que su coqueteo metafísico a cuenta de la posibilidad de la espiritualidad de las máquinas. Propuesta que creo exclusiva del director pues sólo visualmente se toca ese tema. Así lo creo pues interpreto la escena en la que el robot bueno se mira al espejo demostrando tanto autoconciencia como la tragedia de ser una marioneta a pesar de eso, como una llamada de atención de aquel. Para mi que S. Levy denuncia a través de los destellos de humanidad del robot mimético su sometimiento a una industria que quiere herramientas, no autores con voz propia. Estas ideas podrían haber salvado a Acero puro de su intrascendencia pero su crueldad con los animales (¡la película empieza con una “lucha” entre un toro y un robot!), machismo (las mujeres o son floreros o son villanas), rancio antagonismo, aunque ahora esté de moda, entre pobre y rico (el padre se enfrenta tanto a sus parientes políticos ricos como a la rica propietaria del robot campeón y a un empresario del espectáculo) y xenofobia (los villanos son una ¿rusa? ricachona y un diseñador japonés, los enemigos de la industria estadounidense: ricos empresarios extranjeros, las mujeres preparadas y la excelencia japonesa en la Alta Tecnología). Si bien es cierto que glorifica el esfuerzo y el tesón.
Así pues, Acero puro es una película entretenida, y mejor si mientras se ve no se piensa, muy bien hecha pero viejuna, portadora de un populismo muy tontorrón (¿campeón del pueblo?), manipuladora, pues apela con ruido a los sentimientos para que no pensemos que lo que estamos viendo es una tontería como casa, y con una duración excesiva, el principio y la historia del cowboy se deberían haber eliminado, que lo único que hace es restar intensidad al espectáculo pirotécnico que propone la película. En suma, Acero puro es genuino pop yanki de modo que no merece la pena ir a verla al cine pagando.
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