Esta semana el Sr Grifter se trajo bajo el brazo una peli que él juraba y perjuraba que iba a acabar con la maldición de nuestra sempiterna peli de los lunes. Según él, tenía una pinta cojonuda y lo íbamos a flipar en colorines. Como el chaval es muy impresionable yo no quise decir nada, por lo que apagamos las luces y nos dispusimos a ver su elección friki: Iron Doors.
Lo primero que se nos muestra es a un tipo que despierta algo aturdido en una habitación que recuerda a una cámara acorazada de un banco. En la habitación no hay absolutamente nada, salvo una taquilla cerrada con un candado, una rata muerta en avanzado estado de descomposición y una gran puerta metálica. El primer pensamiento del protagonista será atribuir los hechos a una pesada broma de algún colega, pero pronto se dará cuenta de que se encuentra atrapado sin ningún tipo de alimento ni bebida que llevarse a la boca, sin contar la progresiva falta de oxígeno de la sala.
Los primeros treinta o cuarenta minutos del metraje son bastante aceptables. Lo primero que pensarán los espectadores en cuanto empiece la película es que destila un aire a la saga SAW (sobre todo a la primera de ellas) por todos los costados. Y no se equivocarán, ya que nuestro protagonista tendrá que ingeniárselas para no sucumbir al hambre y la sed, a la vez que intenta por todos los medios conseguir una vía de escape. Otra peli a la que nos recordará sin duda es a The Cube, pero tristemente se queda en una mera sensación, porque en mi opinión no le llega ni a la suela de los zapatos.
Pasado el ecuador de la película, ésta empezará a flojear en la difícil tarea de mantener la atención del espectador. El hecho de estar rodada en una habitación gris cuasi vacía y con sólo dos actores contribuye a que el espectador termine cansándose del protagonista y de sus intentos por salir de su prisión. Además, según avanza la película sucederán algunos eventos que a mí me dejaron cartulina total, y que no llegué a entender, como el final, que nos dejó al Sr Grifter y a mi con una cara parecida a la de una muñeca hinchable.
Y poco más que decir. El protagonista no lo hace nada mal teniendo en cuenta el papelón que tiene por delante. Al parecer el actor, Axel Wedekind, perdió 7 kilos en el rodaje debido a que intentaba reproducir la falta de alimento e hidratación que sufre su personaje. Salvo eso, Iron Doors no llega nunca a provocar la sensación de angustia o ambiente asfixiante que pretende buscar, por lo que se queda en una triste película que intenta mezclar las características que hicieron famosos a algunos films del mismo género.
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