Cocido y violonchelo de Mercedes Cebrián es como un diario ensayo en el que sentí como en todas sus narraciones, experiencias, emociones y reflexiones la autora intenta que conectemos con lo tradicional sintiéndolo como algo excepcionalmente bueno. Defender este gusto por lo tradicional no significa que no evolucionemos, todo lo contrario es saber elegir lo excepcional, lo soberbio.
Te gusta el cocido y te gusta la música clásica, sí. Y te gusta el progreso. Me apunto a esta reflexión.
Argumento
Un elogio en voz alta de dos de los principales placeres que nos ayudan a sobrellevar nuestro tiempo en la tierra: la música y la comida.
Mercedes Cebrián decide aprender a tocar el violonchelo a una edad a la que, al parecer, ya es tarde para ser principiante. Emprende así una curiosa aventura acarreando en la espalda un instrumento poco popular en España que la lleva desde academias de música y orquestas de aficionados hasta talleres de luthiers que huelen a cocido recién hecho. La autora indaga en la naturaleza de la música, a la par que observa con lupa y cáustico sentido del humor un pequeño mundo donde desfilan talentos en ciernes o aficionados que luchan para sacarle buen sonido a sus instrumentos. Y por el camino nos invita a pasear por una Rusia mental idealizada, con sus instrumentistas y gimnastas virtuosas, por el extraño submundo de los niños prodigio expuestos en las redes por sus madres, o por mesones castizos que sirven platos de toda la vida; desde la España postfranquista hastala pandémica, en la que, para muchos, dedicar horas a desempolvar una vieja afición ha sido vital para mantener la cordura.
Cocido y violonchelo es ese recinto amplio y cómodo donde la desmesura y la obsesión por las actividades que nos proporcionan placer son atributos de los que enorgullecerse. Este es, en definitiva, un testimonio perspicaz, erudito y ameno de las ganas irrefrenables de sacarle el jugo a la vida.
Mi opinión personal (sin destripes)
Desde la primera página quedé enganchada al libro por el cautivador tono de escritura. Y más por su intención de integrar el amor por la música en nuestro día a día, en nuestra cotidianidad. Nos habla como una amiga que quiere contagiarnos el entusiasmo por sus pasiones, utilizando una prosa tan cercana que en muchos momentos de la lectura me pareció estar con ella en un bar o en la salita de mi casa tomando un café y divagando sobre lo que inquieta y emociona.
Música clásica, comida y disciplina. Uau ¡Menudos temas para iniciar charla! ¡Menudo relato! Y menudos regalitos nos hace Mercedes con sus continuas referencias culturales y su manejo metafórico tan disfrutón.
««El infierno son los otros»: secundo a Sartre en su célebre frase, que me acompaña a diario. Por eso elaboro con demasiada frecuencia listas imaginarias de gente cuya vida deseo ver interrumpida definitivamente, de manera aséptica y sin dolor, eso sí. El violonchelo consigue que deje de lado esos pensamientos por un rato, pues requiere tanta atención que no es posible compaginar su estudio con la realización mental de estos elencos lúgubres. El mundo, al menos tal como lo percibo yo, es un lugar hostil contra el que se han de urdir constantes métodos de protección y escapismo. IKEA lo sabe, por eso ideó el eslogan «Bienvenidos a la republica independiente de tu casa», fomentando así el efecto incubadora que yo también busco cada día, a menudo ayudada por unos feos calcetines gruesos con unos círculos de goma antideslizante en la planta que aumentan exponencialmente la sensación de que no hay nada como el hogar propio»
Os aseguro que la autora crea un libro muy libre, exhibiendo sus propias experiencias y mostrando sus ideas. Puedes estar de acuerdo con ella o no, pero ella intenta, eso creo yo, que te diviertas, que reflexiones y que todos logremos ver y sentir la relación de la música con la literatura y también con la comida. Buenas pasiones tradicionales que hay que rescatar.
Nos emocionamos con la literatura, con la música y con la comida. Unos sentirán más un arte que otro, pero debemos ser atrevidos como ella y perseguir lo que más nos emociona.
Hagamos como Mercedes Cebrián y entremos en caminos en los que siempre hemos soñado estar para buscar, aprender y disfrutar de nuestras pasiones. No abandonemos lo que siempre nos ha apetecido, nunca es tarde para lograr, con disciplina, aprender algo deseado.
Seamos libres, seamos felices con nuestras decisiones.
«EL ORIGEN DE TODO
El 28 de junio de 2018 llamé a una tienda de instrumentos de arco de Madrid para preguntarles si alquilaban violonchelos y a qué precio. Me sentí un poco Gila: «¿Es ahí donde alquilan violonchelos? ¿Tendrían uno grandecito para mí?». Y tenían uno, con su arco y una funda acolchada negra parecida a un anorak de esquí, por 43 euros al mes. Que cuándo me lo podrían entregar. La voz de varón simpático venezolano que se escuchaba al otro lado del teléfono me dijo que al día siguiente. Fui a pagar esa misma tarde para reservar mi instrumento y acto seguido me puse a llamar a academias de música, una vez más sintiéndome Gila: «Oiga, ¿es ahí la academia de música? Que si dan clases de chelo en julio y agosto». En dos de ellas me dijeron que volviese a llamar en septiembre. En otra, que preguntarían a la profesora de chelo y me llamarían (pero nunca lo hicieron), y en la cuarta, junto al Teatro Real, me confirmaron que la profesora trabajaba durante el mes de julio, que si les daba mi teléfono ella me llamaría. Y eso hizo esa misma noche, así que el 3 de julio tuve mi primera clase con Calia, que también es intérprete y profesora de viola da gamba, esa especie de violonchelo aguitarrado de seis cuerdas concebido para tocar música renacentista y barroca»
Mercedes Cebrián (Madrid, 1971) es autora del libro de relatos y poemas El malestar al alcance de todos (Caballo de Troya, 2004), del poemario Mercado Común (Caballo de Troya, 2006), del libro de crónicas 13 viajes in vitro (Blur, 2008), del libro de poemas Sala de máquinas (Ediciones de la Librería Cálamo, 2009) y el cuento Cul-de-sac (Alpha Decay, 2009). Sus textos han aparecido en los diarios El País y La Vanguardia y en las revistas españolas Turia, Eñe-Revista para leer, Revista de Occidente, así como en Diario de Poesía (Argentina), Circumference (Columbia University) y Absinthe (Estados Unidos). Ha traducido al castellano Lo Infraordinario y Un hombre que duerme, ambos de Georges Perec (Editorial Impedimenta, 2008 y 2009, respectivamente).
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