DAME TU CORAZÓN
Título: Dame tu corazón.
Autora: Joyce Carol Oates (Nueva York, 1938) ha cultivado todos los géneros literarios. Desde la novela con títulos como Qué fue de los Mulvaney, Blonde, La hija del sepulturero, Hermana mía, mi amor, Ave del paraíso, Foxfire o Carthage entre otras. Pasando por el ensayo con Del boxeo, adentrándose en la narrativa breve con Infiel, La hembra de nuestra especie o Mágico, sombrío, impenetrable. Hasta teatro, The Perfecionist and Othe Plays, poesía, Women in love and Other Poems, y novela juvenil entre los que destacan Como bola de nieve, Monstruo de ojos verdes y Sexy. Actualmente enseña escritura narrativa en la Universidad de Princeton. Su extensa producción literaria ha merecido muchos galardones, entre ellos el National Book Award, el PEN/ Malamud Award y el Prix Femina Êtanger. Desde 1978 es miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras y desde hace unos años una permanente candidata al Permio Nobel de Literatura. Hace unas semanas ha salido a la venta su última novela titulada Un libro de los mártires americanos. Editorial: Gatopardo Ediciones.
Idioma: inglés.
Traductor: Patricia Antón.
Sinopsis: la necesidad del amor - obsesiva, autodestructiva, impredecible - nos conduce a lugares prohibidos; así sucede en el mundo escalofriante de Joyce Carol Oates. En estas diez magníficas historias nos encontramos a niños que escapan al control de los padres; cónyuges que se despiertan un día y descubren que a penas se conocen; pasados obsesivos que interfieren en futuros inciertos; y también con la certeza de que aquellos que tenemos más cerca pueden ser los que nos hagan más daño. Historias sobrecogedoras capaces de despertar nuestras pasiones más profundas.
Su lectura me ha parecido: intensísima, desconcertante, impactante, violenta, psicológica, obsesiva, extraordinariamente perturbadora...Hace unos meses que se dio a conocer el nombre del escritor galardonado con el tan ansiado Premio Nobel de Literatura de este año. En esta ocasión el galardón recayó sobre Kazuo Ishiguro, un escritor japonés residente en el Reino Unido cuyas novelas han sido en su mayoría un éxito de crítica y de público. Sin embargo, y aunque he de confesar que gracias a este reconocimiento me han entrado ganas de leer algo de Ishiguro, tenemos que ponernos serios. Como siempre sucede cada vez que se acerca tan señalada fecha, los principales periódicos publican artículos en los que se especula con los posibles candidatos al premio, y este año en concreto, ha llamado especialmente la atención que entre los favoritos solo hubiesen dos mujeres. Ante esta vergonzosa realidad, muchos criticaron con razón la poca presencia de escritoras en este tipo de premios tan prestigiosos cuando, y eso es así, existen autoras que están al mismo nivel o por encima que los hombres que componían aquella polémica lista. Dejando a un lado esta injusticia, lo cierto es que las escritoras que consiguieron este año entrar en las quinielas son dos viejas conocidas por los críticos, académicos y lectores. Por un lado, encontramos a la canadiense Margaret Atwood, autora una extensa producción novelística y que en los últimos años ha visto reforzada su popularidad gracias a las recientes y aclamadas adaptaciones seriefilas de dos de sus novelas más célebres. Por otro lado y desde Estados Unidos, nos topamos con Joyce Carol Oates. Una escritora todoterreno que ha cultivado todos los géneros posibles, incluyendo el teatro y la poesía, y que ha sabido mantenerse en el panorama literario internacional con un estilo muy particular, marcado por la observación social, la preocupación por temas como la violencia o el feminismo y la construcción de personajes femeninos muy potentes. Una autora que este año por fin he leído y que, sinceramente, me ha parecido una de las voces más interesantes y perturbadoras que he leído. Algo que podemos apreciar si nos adentramos en los cuentos que componen Dame tu corazón: diez relatos, diez ejemplos de destreza literaria.
La historia de como Dame tu corazón llegó a mi vida es bien sencilla. Pero para ser más justos lo lógico sería empezar por el verdadero principio, por el día que descubrí a Joyce Carol Oates. Sucedió una tarde, en casa, mientras me entretenía buscando información por internet para un trabajo de la facultad. Acababa de terminar la lectura de La mística de la feminidad de Betty Friedan y necesitaba recabar artículos para poder completar el análisis de dicha obra. Fue así, mientras abría pestaña tras pestaña cuando de pronto, me topé con una palabra en inglés: Foxfire. Intrigada, y tras descubrir que hacía referencia al título de un libro, tecleé y la pantalla me devolvió algunos datos curiosos. Foxfire era el nombre de una novela escrita por una escritora llamada Joyce Carol Oates, libro que en España se había traducido terriblemente como Puro fuego y que tuvo una reciente adaptación cinematográfica dirigida por Laurent Cantet. Desde entonces cada vez que entraba en una librería o biblioteca, mis ojos se iban directos a los libros de Joyce Carol Oates. Me maravillaban las sinopsis, el acertado diseño de las portadas, el cariño y respeto con que cada editorial que la editaba ofrecía a sus libros. Tanto es así que en los años posteriores algunos de sus títulos más importantes acabaron ocupando un estante en mi apreciada librería, incluyendo Puro fuego. Sin embargo, había una razón de peso que durante mucho tiempo paralizó mis intentos por leer algo de Joyce Carol Oates, y no era otra que las altas expectativas que su literatura había generado en mi. Era tal el respeto que le tenía que hasta hace unos meses no me atreví a leer un libro suyo. Mi relación con esta escritora cambió gracias a Gatopardo Ediciones y una de sus publicaciones más recientes, el volumen de Oates que bajo el explícito título Dame tu corazón, pretendía acercar a los lectores una faceta menos conocida de la escritora norteamericana. Gracias a este título y a la inestimable amabilidad de Gatopardo Ediciones, logré hacerme con un ejemplar, electrónico esta vez, y pude por fin adentrarme sin temor en su estilo y carácter. El resultado: 0 decepciones y cientos de momentos tan inolvidables como inquietantes.
Antes de adentrarnos en la reseña propiamente dicha, tengo que avisar que al tratarse Dame tu corazón de un volumen de relatos intentaré ser lo más profesional posible, aunque será inevitable que algún aspecto del mismo quede en el aire o no lo mencione en la presente reseña. Tal y como acabo de decir, Dame tu corazón se compone de un total de diez relatos, cada cual más interesante e inquietante que se leen de una sola sentada. Eso si, a los aprensivos os aconsejaría que no leyerais el libro antes de acostaros, porque no podréis dormir, o bien porque os ha entrado miedo o porque su final os ha dejado tan descolocados que os pasaréis toda la noche cavilando y pensando al respecto. Esa sensación tan desasosegante se consigue gracias al particular estilo de Joyce Carol Oates, cargado de fuertes metáforas y la descripción de imágenes impactantes a los ojos del lector. Ya el propio título, que da nombre al primer relato del libro, nos muestra un matiz muy perverso. Por no hablar de la imagen escogida para ilustrar la portada, que no es otra que un detalle del famoso cuadro La muerte de Sardánpalo que en 1827 pintó Delacroix. La violencia y la carga simbólica de esa pintura ya nos da una pista de por donde van a discurrir los relatos que Oates nos presenta. Es entonces y tras leer ese Dame tu corazón, cuando el lector comprende dos cosas: una, que hasta lo más sentimental puede ser lo más terrorífico, y dos, que aunque esa primera impresión haya sido brutal va a devorar uno tras otro todos los relatos que vienen a continuación. Por sus páginas desfilan temas tan típicos como las relaciones de pareja, la iniciación en el sexo, las infancias traumáticas, la pobreza, la delincuencia juvenil, los problemas del campo, los celos o las secuelas de la guerra entre otros. Todos ellos narrados desde la oscuridad, tratando de mostrar actitudes que llegan a límites realmente patológicos, obsesivos. Esta claro que el hilo conductor de este libro es la violencia, la cual se convierte en objeto de disección y preocupación para la autora. Oates no tiene la necesidad de inventar monstruos ni criaturas sobrenaturales para infundir terror en el lector, la propia realidad y la cotidianeidad le sirven para crear un insoportable halo de tensión, la cual aguanta hasta que ésta explota sin previo aviso pero en el momento menos forzado. Eso unido a una estructura triangular, con tres personajes, son suficientes. En Dame tu corazón, Oates demuestra ser una maestra del suspense, creando atmósferas lo suficientemente inquietantes y sobre las que los personajes se mueven con total naturalidad, aunque eso si, el lector siempre va a notar que algo va mal, que el golpe llegará, y entonces todo adquirirá un nuevo sentido. Tampoco duda en mostrar un realismo psicológico muy potente, pero con tintes lúgubres, perversos y feroces, permitiéndose el uso de metáforas realmente feroces y agresivas. Lo que se traduce en una especie de estilo gótico adaptado a nuestros días, aunque lo más correcto sería decir, a la agresividad de nuestros días ¿Podemos decir entonces que los relatos que componen Dame tu corazón son de terror? Sí, pues no hay nada que de mas miedo al lector que saber que puede toparse con él en cualquier momento. Por ir cerrando este apartado, señalar que relatos como Strip pocker, Asfixia, Vena y cava y mis favoritos El torrente (una vuelta de tuerca a la novela psicológica de ambientación rural tan típica del XIX) y Sangría (cuya velocidad y tensión recuerdan al mejor Edgar Allan Poe) definen un estilo y una autora que merece ser tenida muy en cuenta y no sólo como candidata al Nobel.
Tras la lectura de Dame tu corazón no podía dejar pasar la oportunidad de reflexionar sobre uno de esos temas más universales como controvertidos. La violencia, como acabo de explicar en el párrafo anterior, es el gran tema al rededor del que Joyce Carol Oates reflexiona y plasma una serie de historias que merecen un sonoro y eterno aplauso. Pero más allá de ello, lo que la escritora norteamericana consigue es que todos y cada uno de nosotros comprendamos de una vez por todas que ésta esta presente en nuestro día a día. Desde que nacemos hasta que morimos el ser humano vive rodeado de violencia, de la que se ve y de la que terriblemente pasa inadvertida ante sus ojos. Eso es así y a veces, por desgracia, es inevitable que cualquiera de nosotros sea testigo de ella. Sin embargo, existe un tipo de violencia que por nuestro propio bien debe controlarse, y esa no es otra que la conocida como "violencia gratuita". Ya reflexioné sobre ella cuando el año pasado inicié el 2017 con la publicación de la reseña de La naranja mecánica, pero tras la lectura de Dame tu corazón he comprendido que llevamos ya no años, sino siglos recibiendo imágenes de gran carga violenta. Desde los belicosos relieves de la antigua Roma, pasando por las apocalípticas miniaturas en los códices medievales, las terroríficas representaciones de santos y santas, los solemnes pero violentos cuadros historicistas, las pinturas de Caravaggio, los desastres de la guerra de Goya, las fotografías de las dos guerras mundiales, las películas de Tarantino...Hasta los pasos de Semana Santa, en la que muchas veces se pasean esculturas representando la crucifixión o en las que se derrama sangre en lugar de lágrimas. Como habéis podido comprobar, estos ejemplos representan a la perfección esa presencia cultural de la violencia, la cual en algunos casos exaltamos como obra de arte en el caso de los productos culturales y como tradición ancestral en el caso de las celebraciones. Sin embargo, el problema viene cuando esa violencia, incluso la más explícita, nos la muestran día tras día sin venir a cuento, sin pasar filtro alguno, y encima con una terrible discriminación. Cuando ha habido un atentado en Egipto, Pakistán, Afganistán o Siria por poner un ejemplo, nos muestran todo sin el mayor reparo, pero cuando el atentado acontece en París, Londres o Madrid los cadáveres se tapan y se tiene mucho cuidado con la filtración de imágenes y videos. Dejando a un lado este tema tan polémico, debemos preguntarnos: ¿qué papel juega esta violencia gratuita actualmente? ¿Y en el pasado? ¿Con que fin se usa este tipo de imágenes? ¿Para enfrentar? ¿Para permanecer pasivos? ¿Su uso en el ámbito cultural hace que la normalicemos? Muestra de ello, las imágenes que he adjuntado a lo largo de la reseña. Por un lado la violencia machista en el caso de la escultura del Rapto de las Sabinas de Juan de Bologna, por otro la violencia en la guerra de la mano de uno de los grabados de Goya y por último, algo más actual pero no por ello revelador, el detalle de uno de los carteles promocionales de la película Mother! de Darren Aronofsky. Con respecto a ésta última parece que Joyce Carol Oates no se desvió del todo al plantear esta serie de relatos, pues, lo romántico puede ser al final lo más explícito, literal y por supuesto violento. Dame tu corazón: diez relatos de intriga, misterio, terror, contundencia, asfixia, violencia...Diez cuentos que te harán reflexionar y mirar al mundo con otros ojos.
Frases o párrafos favoritos:
"Cuando dos adultos no consiguen tener niños, ellos mismos se convierten en niños de por vida."
Película/Canción: aunque alguien debería plantearse seriamente adaptar al cine alguno de estos cuentos, os dejo la pieza clásica que me ha acompañado a lo largo de la escritura de esta reseña.
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Gatopardo Ediciones