El 8 de noviembre se celebró el aniversario del nacimiento de Abraham (Bram) Stoker, el hombre que escribió la novela de vampiros más famosa y que, sin embargo, sigue siendo un misterio.
Pocas cosas se saben del autor de Drácula. Sólo que era un niño enfermizo que tuvo que guardar cama durante gran parte de su niñez. Que su abuela irlandsea le contaba una gran cantidad de cuentos de hadas, duendes, niños cambiados, trolls, etc. Y que sin duda, el hecho de tener a enfermeras pinchándole y sacándole sangre todo el día debió influir en la creación del vampiro.
Sin embargo, gran parte de la información que ha llegado hasta nuestros días sobre Bram Stoker no es que sea falsa, pero sí que es matizable. Es un consuelo que esta biografía nos llegue de la mano de uno de sus mejores estudiosos. Y es que Algo en la sangre (Es Pop Ediciones) no es la primera biografía de Bram Stoker, pero puede que sea de las más exhaustivas.
El autor cuando era un crush
El autor de Drácula vivió gran parte de su vida a la sombra de Henry Irving, un actor y empresario teatral con quien compartía las responsabilidades de Lyceum y sus giras por Europa y Estados Unidos. Muchos han creído ver en la personalidad narcisista y tiránica del actor un trasunto del conde transilvano, y se ha repetido muchas veces que creó a su personaje inmortal para que lo interpretara este.
De hecho, la biografía de Skal no es sólo de Stoker, sino también de ya el mencionado Henry Irving, de Oscar Wilde, compañero y coetáneo de Stoker y de Hall Caine (el Hommy Beg a quien dedicó Drácula). EL conocimiento del autor es inmenso y recurre a fuentes fidedignas, como los propios nietos del autor (uno de los cuales, Dacre Stoker, prepetró hace años esa novela llamada Dracula: el no muerto, intentando recuperar el monstruo creado por su abuelo).
«Skal lleva persiguiendo a Drácula más de un cuarto de siglo, desde que debutó con Hollywood gótico. Su conocimiento del material, combinado con sus dotes de narrador, hacen de éste un libro de referencia sin un solo momento aburrido»
Sin duda, lo más sencillo sería intepretar Drácula de forma freudiana, puesto que el erotismo del vampiro, la sangre y la presencia de formas fálicas como estacas así parecen exigirlo. También la leyenda que dice que Stoker soñó con su conde vampiro tras una pesada cena de cangrejos o que basó a su personaje inmortal en el famoso caudillo valaco Vlad El Empalador (conocido como Drakul). Pero, ¿fue Abraham Van Helsing trasunto del autor? ¿Fue castigada Lucy por ser casquivana y frívola? ¿Medió el amor entre el Conde y Mina Harker?
Precioso, pero falso
Esta sesuda biografía (cuyas primeras páginas podéis leer aquí) desmonta mucho de estos tópicos y nos presenta otras nuevas vías desconocidas (como la relación de adoración que mantenía con Walt Whitman) o la aparición en Drácula de pequeñas pinceladas sobre la Mujer Nueva, capaz de trabajar y de votar y que demuestran que su conde inmortal era un vampiro, pero también un producto inequívoco de su época.
Y es que la hipocresía victoriana llevaba a los hombres a mantener una conducta intachable con vistas a la galería mientras iban a los más sórdidos prostíbulos. Era una sociedad que condenó a Wilde por homosexual y le destrozó la vida, pero que defendía los desahogos masculinos en burdeles dada la frigidez y la histeria de sus mujeres. Bram Stoker fue un fiel reflejo de su sociedad, al igual que su vampiro, pues terminaría muriendo de una sífilis cogida no se sabe dónde. Y es que, al igual que el vampirismo se transmitía del monstruo a las víctimas, algo parecido pasaba con otras enfermedades venéreas. A partir de ese momento Stoker dejaría de ser recordado como un afamado empresario teatral y pasaría a ser conocido por su monstruo. Alguien que se resiste a irse y a dejar de provocarnos pesadillas.