Reseña de «Blackwater IV: La guerra» de Michael Mcdowell: Un Perdido agitado por la Segunda Guerra Mundial

Con La guerra llegamos a la cuarta parte de la saga Blackwater de Michael Mcdowell, la cual, entrega a entrega, te he ido reseñando en mi blog. Una vez más, volvemos a Perdido, un pueblecito sureño de Estados Unidos y a la vida de sus habitantes, con el foco de atención especialmente centrado en la familia más poderosa del lugar, los Caskey. Como el título de la novela da a entender, en esta ocasión los acontecimientos se desarrollan durante la Segunda Guerra Mundial, la cual trae una serie de consecuencias a Perdido y su modo de vida, así como algunos cambios que afectarán, sobre todo, a los más jóvenes del clan Caskey, ahora ya adolescentes o casi adultos. Si has leído las anteriores entregas, pasa sin miedo a leer mi reseña de Blackwater IV y, si no es así, ya tienes deberes que hacer.

Tal como comentaba, en La guerra nos adentramos en un Perdido marcado por la incertidumbre social y política que trae la guerra del 39, con penosas consecuencias para la mayoría de sus vecinos quienes, o bien pierden sus negocios o ven a sus hijos partir a combatir, aunque no tanto para el clan de los Caskey el cual, gracias principalmente a los consejos de Elinor, consigue incluso prosperar. Mientras seguimos de cerca la vida de los Caskey de siempre como James, Óscar, Elinor, Sister, etc., la historia comienza ahora también a mostrarnos más de sus hijos y nietos como Miriam, Frances, Grace y Lucille, cuyos estudios, trabajos, sueños y ambiciones empezamos a conocer. Lo mejor de toda la obra es que, a pesar de contener menos pasajes sobrenaturales que sus antecesoras (a excepción de uno especialmente sobrecogedor), podemos saber algo más acerca de la misteriosa naturaleza de Elinor y su hija Frances, heredera de esta curiosa condición, algo que supone uno de los puntos fuertes y que más engancha de Blackwater.

Sin dejar de ser un gran libro, en mi opinión La guerra es, con diferencia, el libro más flojo de los 4 primeros que ya he leído. Además de ser menos misterioso y horripilante, también deja un poco de lado el conflicto familiar y las maquinaciones de Elinor, lo cual se diluye un poco para centrarse en desarrollar los personajes que, seguramente, ya protagonicen las dos entregas que quedan. Eso sí, el final está casi a la altura de los anteriores, ya que, como suele ser habitual, descoloca con un acontecimiento inesperado e inexplicable que hace que cierres el libro con la cabeza ya puesta en comenzar el siguiente. Por supuesto, doy por hecho que todavía Mcdowell nos tiene reservadas muchas más dosis de terror, y bastante por desvelar acerca de los misterios que envuelven a Elinor que, presumo, hará en los dos últimos libros.

Aunque he hecho una breve pausa para tomar aire y leer historias bastante diferentes, muy pronto voy a retomar la saga por el libro V, que ya aguarda en mis estanterías lleno de sorpresas y horror, y que próximamente también tendrá su huequito en este blog.