Cándidas bestias es una inquietante novela de misterio con toques rurales en la que su autor, Javier Sachez, mezcla folclore, miseria y fantasía con interesantes resultados. Si todavía no conoces a este escritor, quédate a leer mi reseña sobre esta obra finalista de la quinta edición de los Premios Sed de Mal, que atrapa por su opresiva atmósfera y consigue dejar en el lector una sensación bastante curiosa.
La historia de Cándidas bestias se desarrolla en una pequeña y aislada aldea de montaña en la que Sachez logra crear una especie de microcosmos en el que sus habitantes son el eje central de lo que acontece. Así, la novela comienza con la descripción de las diferentes zonas en las que se divide el pueblecito, y de casi todos sus vecinos, para luego introducir un misterio que traerá de cabeza a todas estas personas: los violentos ataques de un ser desconocido a las niñas del lugar, a las que les extrae una pieza dental, para luego desaparecer tan silenciosamente como llegó. A partir de aquí, empieza a entremezclarse lo real con la fantasía, porque el propio lector duda continuamente si esto es obra de algún vecino de la aldea, o de alguna criatura del folclore del lugar como la figura fantástica del Machu Lanú a la que algunos personajes apuntan.
En este ambiente rural, salpicado por la miseria y pobreza que sufren muchos de los aldeanos (algunos de ellos analfabetos), destaca la labor de la hija del hombre más próspero del pueblo quien, tras haber pasado un tiempo estudiando en la ciudad, posee una mente más abierta y crítica con las supersticiones, que la empuja a investigar por su cuenta estos ataques. Ni corta ni perezosa, la joven se dedicará a entrevistar a las diferentes víctimas, para ir sacando sus propias conclusiones, a la vez que las penosas condiciones en las que viven muchos de sus vecinos le golpean y asombran por primera vez en su vida, en un claro intento del autor de contraponer la tradición y lo arcaico que simboliza el pueblo, con la modernidad y el progreso que representa la chica, ahora culta y analítica con la realidad. Al final, la verdad acabará saliendo a la luz, con algún que otro pasaje macabro y espeluznante de por medio, que viene a cerrar el simbolismo y la oscuridad que impregnan toda la narración.
Cándidas bestias es una muy buena novela que capta la esencia campestre de un modo que me ha recordado en ocasiones a obras como Los santos inocentes, por el retrato que hace el autor de una sociedad rural subdesarrollada, en la que algunos personajes son vejados, otros crueles y opresivos, etc., y donde la incultura se impone en las zonas más pobres de la aldea, en contraposición con el acceso a la información que tienen los habitantes más adinerados, y que queda perfectamente representado, por ejemplo, con la biblioteca que posee en su casona el hombre más rico, así como el acceso a la educación del que dispone su hija.
El libro de lee con un ritmo ágil, los capítulos suceden con facilidad y la carga de misterio ancestral aporta un plus de interés a la investigación que se va desarrollando a lo largo de casi toda su extensión. Por mi parte, te recomiendo Cándidas bestias si te gustan las historias en las que fantasía y realidad se confunden, y te animo a conocer la obra de Javier Sachez.