Noah Gordon retoma en Chamán el legado familiar que iniciara en El Médico, con una segunda entrega protagonizada por dos integrantes de los Cole que practican la medicina en el siglo XVIII. Un cambio de siglo y de escenario, ya que esta novela se desarrolla en las nuevas tierras de América en lugar de en Europa y Asia, y nos muestra todos los avances a nivel social, político y, sobre todo científico, que han tenido lugar desde el primer libro. Más historia y ficción en una novela imprescindible para los que disfrutamos con El Médico.
Chamán nos sitúa tras varias generaciones de Cole, con el doctor Robert Judson dejando atrás su Escocia natal para asentarse en Boston y aprender junto a un reputado cirujano. Pero pronto, Rob decide probar suerte en la frontera de Illinois, unas tierras todavía dominadas por los indios sauk, que los colonos quieren arrebatar a toda costa. Aquí, empezará desde cero una nueva vida, en la que crecerá profesionalmente, así como personalmente con la llegada del amor y la familia, y aprendiendo de sus vecinos indios a los que acaba respetando y queriendo a pesar del odio que la creciente población blanca vuelca hacia ellos. El lector asiste así a la experiencia vital de este doctor hasta que la historia, poco a poco, va centrándose cada vez más en su hijo, conocido como Chamán, quien de pequeño se queda sordo tras sufrir una enfermedad y debe enfrentarse a varios obstáculos para reintegrarse en la sociedad y luchar por su sueño de seguir los pasos de su padre en medicina.
En Chamán, además de los turbulentos acontecimientos históricos propios de la época como la Guerra de Secesión, los asentamientos de pueblos y futuras ciudades importantes de Ámerica, la persecución sufrida por la población india o el auge y caída de presidentes, conocemos de manera amena la evolución de la ciencia y medicina, plagada de nuevos avances que al curioso Rob le gusta poner en práctica, como la recién descubierta anestesia o la importancia de la higiene para evitar infecciones. Siempre estudiando y avanzando, Rob le transmite a su hijo la pasión por la medicina que corre por las venas de su familia desde hace siglos, así como el extraño don que ya conocimos en El Médico, según el cual algunos Cole son capaces de presentir el fallecimiento inminente de un paciente.
Aunque a mí al principio me costó meterme de lleno en el libro, es fácil disfrutar con la historia de Chamán, porque la novela se desarrolla de manera amena, los personajes tienen garra, la contextualización y el momento histórico resultan interesantes para quienes desconocemos bastante sobre los mismos y los guiños a la primera entrega generan un sentimiento de nostalgia en el lector. Nuevamente, me ha parecido apasionante acompañar a los Cole durante parte de sus vidas, admirando su pasión por la medicina y su fortaleza por salir adelante a pesar de todos los problemas y complicaciones.
Aunque me han comentado que la tercera entrega de esta trilogía sobre la familia Cole baja considerablemente el nivel, estoy dispuesta a leerla para completar la lectura y ver cómo Noah Gordon cerró esta historia inolvidable que, por el momento, te recomiendo con creces.