Desde hace unos cuantos años se ha impuesto una interesante tendencia en la literatura que es desmitificar los cuentos de hadas. Aquí hay que hacer una aclaración, puesto que los cuentos de hadas no necesariamente tratan sobre hadas, sino que más bien es sinónimo de "cuentos clásicos".
Como todos sabemos, los cuentos originales de Perrault, los Hermanos Grimm o Hans Christian Andersen, entre otros, tenían como objetivo aleccionar a los niños (pero sobre todo a las niñas) acerca de peligros muy reales, como hablar con desconocidos o internarse solos en el bosque.
Esta tendencia vino de la mano de Angela Carter, que se dedicó a reeditar y reescribir estos cuentos dotándolos de otro sentido. Al estar llenos de un simbolismo no siempre velado (pensemos en la caperuza roja y en su relación con la pubertad), estos cuentos ganaron en matices. Claro que luego vino Disney y lo dulcificó todo, perdiéndose así la esencia del cuento clásico.
Donde las hadas no se aventuran (Apache Libros) es un compendio de estos cuentos reinventados y reinterpretados por escritoras actuales. Aquí encontraremos otra vuelta de tuerca a cuentos como Caperucita Roja, Barbazul, La Reina de las nieves, Rapunzel, Cenicienta, La sirenita, Las hadas o La bella durmiente.
Y todo este descubrimiento del lado oscuro de los cuentos viene de la mano de autoras de la talla de Amparo Montejano, Covadonga Pola, Gemma Solsona Asensio (quien además coordina la antología), Alicia Sánchez, Isabel del Río, Júlia Díez, Ana García Herráez, Solange García Pappe o María Zaragoza entre otras.
Gemma Solsona, antóloga y Pilar Pedra, prologuista
El cuento clásico, del que todos los relatos tienen una cita, sirve de trampolín para hablar de otra cosa: el cambio climático, el feminismo, la obsesión, la sororidad, etc.
Destaca por encima de todas Pilar Pedraza, nuestra auténtica maestra española del terror, que analiza en el prólogo el peligro de las zonas oscuras de estos cuentos en los que no todo el mundo acababa feliz ni comía perdiz.
Merece también una mención especial la bellísima edición de tapa dura con ilustraciones al carboncillo de Elena Ibáñez. Un pequeña joya que encantará a todos aquellos que sospechaban que tanta felicidad, tanta belleza y tantas canciones no eran posibles en una historia.