Dicen que El efecto Frankenstein (Edebé) es una novela juvenil, pero yo paso de los cuarenta y la he disfrutado mucho. Es cierto que es un libro en el que prima la acción y la búsqueda, pero deja caer algunas cuestiones sobre las que merece la pena reflexionar.
Nora estudia Medicina y vive en Ingolstad. Se dirige a una fiesta de disfraces cuando conoce a Max, también estudiante de Medicina. Pero el muchacho está desconcertado y habla un dialecto de otra época y en su intento por ayudarle, Nora terminará en el siglo XVIII, la era de Max.Max es amigo de Victor Frankenstein, el cual ha desaparecido dejando algo muy raro en su estudio. Ambos amigos deberán descubrir su paradero. Pero hay un problema: es el siglo XVIII y Nora al ser mujer no puede asistir a clase. Ni tampoco ir sola por la calle ni entrar en ningún café sin levantar sospechas entre la sociedad.
Por si fuera poco, Nora es una auténtica hija de su tiempo y no está dispuesta a quedarse en casa mientras Max investiga. Esto le traerá inumerables problemas, pero también la convertirá en una aliada valiosa para encontrar a Victor y preguntarle por los experimentos que ha estado llevando a cabo. Pero hay algo que no le cuadra a Nora y que no se atrave a decir, y es que Victor en su época es el protagonista de una novela. Alguien que no es real.
Cuando me dirijo a un público con menos experiencia de la vida, trato de ser un poco más optimista y esperanzadora.
La novela es un claro homenaje a Mary Shelley, la que se considera la primera autora de ciencia ficción por su obra Frankestein o el moderno Prometeo. Si bien algunas voces intentaron desautorizarla diciendo que la había ayudado su esposo poeta Percy (porque ¿cómo iba a escribir una mujer sola una novela, por amor de Dios?), lo cierto es que es ella la que ha pasado a la historia como madre del monstruo.
Este el monstruo de Frankenstein, no Frankenstein, que fue su creadorAparte de la aventura que corren los protagonistas, Elia Barceló nos habla de las diferencias de género y de cómo se contempla a la mujer en las diferentes épocas. Pero también nos muestran los estudios de Medicina de la época, la necesidad que tenían los estudiantes de disponer de cadáveres para sus prácticas y las formas ilícitas de obtenerlos.
Una novela que trasciende las aventuras para recordarnos que el campo de los derechos de la mujer aún no está todo hecho, como bien sabía Mary Shelley.