El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac, es una breve pero intensa novela publicada por la editorial Impedimenta, en la que la vida y la muerte se entrelazan para componer un relato lleno de dureza y belleza que he disfrutado muchísimo. Después de haber leído muy buenas opiniones de este libro cuyo autora desconocía, tuve la suerte de encontrar un ejemplar en una plataforma de intercambio bibliotecario que hace un par de meses instalaron en mi barrio, de forma que decidí inmediatamente intercalarlo entre otras lecturas más densas con sorprendentes resultados. La verdad, no pensaba que esta novela bastante dramática me fuera a cautivar de este modo, pero así ha sido. Te explico más en mi reseña.
Los acontecimientos de El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes están narrados en primera persona por su protagonista, Alexsy, quien, ante un bloqueo artístico que está sufriendo en su profesión de pintor, decide seguir las instrucciones de su terapeuta de recordar un verano que le marcó profundamente: el último que pasó con su madre. Así, el relato nos transporta a aquel verano en el que era un adolescente y el cual empezó odiando a su madre. Para el joven, su progenitora es un ser repugnante que le avergüenza constantemente: la describe como gorda, desaseada, desagradable y ordinaria, y le guarda un rencor extremo por la forma en la que, cuando su hermana pequeña murió, ella rechazó a Alexsy, quien creció desdichado y carente de amor.
Sin embargo, cuando su madre soborna al chico para ir a pasar con ella un verano a un pequeño pueblo francés, él acepta a regañadientes para recibir la recompensa prometida tras las vacaciones y comienza una forzada convivencia con su madre en una casita rural. Llegado un momento, ella le confiesa un horrible secreto: enferma terminal, sólo le quedan unas semanas de vida, las cuales quiere compartir con su hijo, mendigando su perdón y la reconciliación que expíe todos sus malos actos como madre ausente. Ahora, Alexsy empezará a conocer realmente a la mujer que le dio la vida, a valorar los sencillos momentos junto a ella, y a limar su complicada personalidad, esperando en todo momento el temido final.
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes es, sin lugar a dudas, una historia desgarradora en la que asistimos a un cambio radical en el protagonista. Esto se muestra no únicamente en sus pensamientos y sentimientos, sino incluso en el propio lenguaje que utiliza: mientras que al principio del libro se expresa con insultos y términos soeces, poco a poco va describiendo su entorno con palabras más bonitas que se aplican también a su manera de percibir a su madre conforme va logrando reconciliarse con ella. Ahora, ella parece más grácil, guapa y divertida y no quiere que se termine el tiempo junto a ella. Este recurso utilizado por Tibuleac me ha parecido muy acertado, y creo que consigue transmitir de este modo al lector las sensaciones del propio protagonista de una manera muy sutil.
No me suelen gustar las historias tristes en las que la enfermedad es el centro de la trama, pero no puedo dejar de recomendar El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes. Una novela cruda, pero llena de belleza y poesía a la que deberías dedicar un par de días.
