Como fiel seguidora de la obra de Haruki Murakami desde hace ya más de una década, no podía dejar de leer La ciudad y sus muros inciertos (su última novela publicada el pasado año en castellano), en cuanto la encontré disponible para préstamo bibliotecario. Como suele ocurrirme con la obra del autor nipón, su historia me ha cautivado más por las sensaciones que me ha evocado que por su trama en sí, aunque esta también es bastante interesante, como de costumbre. A pesar de que siempre he opinado que Murakami no es para todos, lo cierto es que, para los lectores que conectamos con su estilo, la lectura de sus libros supone una experiencia muy placentera, que invita a ser disfrutada de manera sosegada. Te cuento mejor mis impresiones de La ciudad y sus muros inciertos en esta reseña.
El protagonista y narrador en primera persona de este libro comienza su andadura siendo apenas un adolescente que se enamora de una chica de otro instituto con la que comparte largos paseos, confidencias y una curiosa invención: la existencia de una ciudad rodeada por una muralla en la que la joven afirma que vive su verdadero yo, mientras que ella misma se considera una mera sombra o proyección de esa persona. Un buen día, sin embargo, la estudiante desaparece, dejando a nuestro protagonista sumido en una depresión de la que conseguirá salir a duras penas.
Hasta que, de pronto, el lector se topa con una sorpresa, y es que el joven aparece de repente frente a los muros de esta misteriosa ciudad, convocado para leer o interpretar los sueños polvorientos que se almacenan en su biblioteca junto a la chica que ama, o su versión en este incierto mundo. Obligado a desprenderse de su sombra y bajo la advertencia de que no podrá volver jamás a la realidad que conoce, el chico comienza su vida en esta ciudad habitada por unicornios, en la que es imposible bocetar un mapa preciso porque sus contornos cambian y donde sus vecinos son grises, tranquilos y apenas necesitan siquiera comer. No obstante, el joven se siente feliz, porque en esta especie de ensueño pasa los días al lado de su enamorada, y así hubiera sido siempre hasta que algo vuelve a cambiar… Pero, ¿qué es real y qué no lo es? ¿De verdad debe existir un límite entre ambos mundos o este puede diluirse por completo? Aquí hay mucha tela que cortar y mucho material para hacer reflexionar.
La ciudad y sus muros inciertos es una preciosa historia que contiene otras historias inolvidables en su interior y que refleja fielmente la esencia de Murakami. Avanzando con un ritmo tranquilo en el que priman las sensaciones que transmite al lector, este libro que ensalza el realismo mágico con un toque oriental supone toda una experiencia que los asiduos al autor japonés no se pueden perder. No faltan, asimismo, sus habituales referencias a sus eternos temas como la soledad, la música jazz, el sexo y los gatos. Aconsejo, además, leer también el epílogo, en el cual el escritor explica su conexión con El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, así como el caldo de cultivo del relato homónimo que dio origen a La ciudad y sus muros inciertos.
Lo que sí que es cierto (y mucho), es que parece que la pluma de Murakami sigue estando en muy buena forma y es muy probable que siga regalándonos mundos imaginarios y personajes profundos que se quedan con nosotros para siempre.
