Reseña de «La viuda» de José Saramago: la primera novela del premio nobel, ahora en castellano

La viuda es la primera novela escrita por José Saramago allá en 1947 aunque, hasta 2021 no vio la luz en España, cuando la editorial Alfaguara publicó este título inédito en nuestra lengua. En honor a mi afición por el talento de este autor portugués cuya bibliografía devoré cuando era estudiante universitaria, no pude dejar pasar la ocasión de volver a disfrutar de su pluma en cuando me enteré de la existencia de este “nuevo” libro.  Ahora, te traigo mis impresiones de esta obra realista, que explora temas como el duelo, la represión social, la soledad, el paso del tiempo y la sexualidad.

La lectura de La viuda me ha transportado de nuevo felizmente a aquella etapa en la que descubrí a este autor que me regaló tantas horas de buenas lecturas y cuyo fallecimiento sentí con gran pesar. Precisamente porque pensaba que ya no me quedaba nada nuevo por leer de Saramago y únicamente podría homenajearle releyendo mis títulos favoritos, me sorprendió tan gratamente el descubrimiento de que se había publicado esta novela, que hasta hace nada no se vendía en ninguna librería española traducida al castellano. Con respecto a su trama, la historia que se desarrolla es sencilla, pero enriquecida con la complejidad del estilo del portugués, lleno de reflexiones, parábolas y una importante carga filosófica. Así, el autor que nos hizo plantearnos qué ocurriría en un mundo en el que todo el mundo se quedara ciego de repente, que adaptó perfectamente el mito de la caverna  de Platón a la sociedad moderna, o que exploró los límites de la identidad, entre otras muchas cuestiones, nos entrega de forma póstuma a los lectores hispanoparlantes las desventuras de una  mujer viuda encerrada en su dolor. La viuda, de hecho, comienza cuando el marido de María Leonor fallece, dejándola hundida en una tristeza de la que no puede salir ni para encargarse del cuidado de sus dos hijos o para administrar su finca. Sin embargo, con el tiempo y tras el toque de atención de sus allegados, consigue salir a flote y, superando su depresión, volver a tomar las riendas de su vida. Pero, a pesar de su duelo, la naturaleza de esta mujer en la flor de la vida le recuerda que sigue sintiendo deseos carnales que ahora no puede apaciguar por sentir que traicionaría la memoria de su marido y, por supuesto, por el “qué dirán” y el miedo a ser rechazada por una sociedad estricta y puritana, propensa a señalar con el dedo cualquier acto considerado un pecado.  Así, cuando empieza a tener contactos con hombres como su cuñado o el médico de la familia, la joven viuda ve tambalear su propio destino y todo empeora por culpa de una de sus criadas, quien parece conocer sus pensamientos más íntimos, juzgarla por ellos y manipularla a su antojo.

La viuda profundiza en temas eternos como el duelo, el deseo, el amor, la naturaleza, la religión o la soledad, con una narrativa que podría parecer densa por su carga reflexiva, pero que en ningún momento lo es. Además, las descripciones de los paisajes jugando con escenarios oscuros o luminosos, la forma de explorar en los sentimientos de los personajes o la contraposición de los problemas adultos frente a la perspectiva infantil de los hijos de la protagonista, acaban componiendo un retrato realista y humano, que conecta al lector con la psicología de los personajes de una forma como sólo Saramago sabe hacer.

Si la obra de José Saramago siempre te ha tocado como lector, te recomiendo que pruebes a echar un vistazo a sus inicios, de los cuales él mismo se excusa en el prólogo aduciendo que tan sólo contaba con 24 años cuando escribió La viuda, una advertencia que sobra, puesto que este libro realmente pone de manifiesto el talento innato del autor desde el principio. Si, por lo contrario, todavía no te has acercado a su genial bibliografía, te aconsejo que mejor empieces por títulos ya consagrados de la literatura universal como Ensayo sobre la ceguera, La caverna, Todos los nombres o El hombre duplicado, para conocer a un Saramago más maduro y atrevido en su incomparable estilo narrativo, capaz de zarandearte, darte la vuelta y apuñalarte con palabras.

Siempre te estaremos en deuda, José.