En esta oportunidad me propongo acercarle al público de Mientras Lees una verdadera pieza de literatura gauchesca, una obra fundacional de las letras argentinas, y considerado el primer “best seller” del país. Con el pasar de los años, esta historia ha adoptado los más diversos formatos, y ha logrado, como todo buen mito, nublar los límites de la realidad. Sin más, aquí un poco de “Juan Moreira”, de Eduardo Gutiérrez.
JUAN MOREIRA, de Eduardo Gutiérrez Editorial Losada Cómpralo en Boutique del Libro Está disponible en ebook
Juan Moreira es una exitosa novela del escritor argentino Eduardo Gutiérrez escrita como folletín entre 1878 y 1880. La misma se encuentra inspirada en una crónica policial real protagonizada por un gaucho bonaerense muerto por la policía en 1874. Se trata de uno de los textos más importantes de la literatura argentina y del romanticismo hispanoamericano.
agosto, 1979 250 pp 2.55 € 9789500307956
La publicación original de esta obra, tal y como otras de la época, se produjo a modo de folletín en el diario “La Patria Argentina”. Posteriormente, y debido al éxito inesperado del relato, se decidió compilarla en un solo libro cuya primer edición fue de diez mil copias, un número que parecía astronómico en la época, pero que se agotó al poco tiempo. Eduardo Gutiérrez basó a su protagonista en un personaje real, quien en años anteriores solía visitar las crónicas policiales de los periódicos. Juan Moreira fue, originalmente, un bandido temible y un asesino a sangre fría, pero algunos sucesos increíbles en su historia pudieron cautivar al autor, quien tomando ciertos elementos de la realidad y condimentándolos con las dosis justas de literatura, pudieron no sólo crear una obra que trascendió todas las fronteras, sino también cambiar el destino de un hombre que en vida no fue ejemplo de heroísmo.
“Juan Moreira es uno de esos seres que pisan el teatro de la vida con el destino de la celebridad; es de aquellos hombres que, cualquiera que sea la senda social por donde el destino encamine sus pisadas, vienen a la vida poderosamente tallados en bronce. Moreira no ha sido el gaucho cobarde encenagado en el crimen, con el sentido moral completamente pervertido. No ha sido el gaucho asesino que se complace en dar una puñalada y que goza de una manera inmensa viendo saltar la entraña ajena desgarrada por el puñal.
No; Moreira era como la generalidad de nuestros gauchos; dotado de un alma fuerte y un corazón generoso, pero que lanzado en las sendas nobles, por ejemplo, al frente de un regimiento de caballería, hubiera sido una gloria patria; y que empujado a la pendiente del crimen, no reconoció límites a sus instintos salvajes despertados por el odio y la saña con que se le persiguió.”
Juan Moreira era un gaucho que vivía en el partido de Las Matanzas (actual La Matanza, Buenos Aires) en una sencilla finca erigida en unos terrenos otorgados por su antiguo empleador, Adolfo Alsina, donde se dedicaba a la ganadería y a la agricultura no con fines comerciales, sino para sobrevivir. Estaba casado con Vicenta Andrea, china muy codiciada por aquellos lares, y juntos dieron vida al pequeño Juan, quien heredó el nombre de su padre. Sus vidas transcurrían con tranquilidad, entre el trabajo de campo, las payadas y las visitas a la pulpería; hasta que irrumpe en escena Don Francisco, teniente alcalde de la zona. Don Francisco pretendía, como muchos otros hombres del pueblo, a la que era la paisanita más linda de aquellos parajes: Vicenta. Abusando de su poder, comenzó por hostigar a Moreira con el cobro de unos altísimos y arbitrarios impuestos, condenándolo al cepo por el incumplimiento de los mismos. El gaucho, duro y de alma pura, soportó las torturas sin chistar, aun conociendo las razones que movían a aquel canalla.
“El gaucho invocó sus derechos ¿pero qué gaucho tiene derechos? Invocó la justicia, palabra hueca para él, y no fue escuchado; ofreció acreditar su conducta con los vecinos de su cuartel, y fue expulsado del juzgado con la amenaza de que si no se corregía sería enviado a la frontera con el primer contingente. El gaucho salió del juzgado con la primera semilla de venganza en el corazón, y convencido de que para él no había más derecho que el que le proporcionara el filo de su puñal, ni más justicia que la que él mismo se hiciera. Regresó a su rancho, sombrío y con la frente oscurecida por la resolución inquebrantable que había adoptado.”
La situación se fue de las manos cuando Don Francisco ordena a Sardetti, almacenero que poseía una deuda de diez mil pesos acordada de palabra con Moreira, negar su pago y afirmar que ésta nunca había existido. Nuestro protagonista, lleno de rabia e impotencia, pierde su temple de acero y reta a Sardetti a un duelo a muerte del cual resulta vencedor solo con una leve herida. “Ahora, que se cumpla mi destino”, había dicho a los parroquianos contemplando el cadáver del pulpero. Así nace la leyenda de la daga de Moreira.
Comienza así el periplo del gaucho, escapando de las autoridades en compañía de su perro Cacique y su caballo overo, el primero como recuerdo de su amor, la Vicenta, y el segundo como recuerdo de su antiguo empleador, las dos personas que más apreciaba. Ante los infructuosos embates de la ley por dar con él, Don Francisco colma su paciencia y manda a apresar a Vicenta y su hijo, y de paso a quemar el rancho y todas las pertenencias de Moreira. Enterado de la situación gracias a su amigo Julián, quien siempre lo mantenía al tanto de las novedades en la comarca, el gaucho acude al rescate, dando muerte al teniente alcalde y sus dos guardaespaldas. Tras poner a resguardo a su esposa e hijo en el rancho de su amigo Giménez, continúa escapando de la policía.
Vagando por las pampas escondiendo su identidad, se ve envuelto en un sinfín de combates, derrotando a los hombres más fuertes de la provincia, ganándose a cada puñalada el título del gaucho más fiero de la Argentina, respetado y temido hasta por la misma Justicia. Aunque, por las noches, el corazón de bronce de Moreira no dejaba de estremecerse, asolado por el recuerdo de Vicenta y el pequeño Juan, los cuales habían sido arrancados de su vida con una injusticia que jamás supo comprender. Mientras se refugiaba en el rancho de una pareja de amigos, es informado de lo que menos deseaba oír: le habían hecho creer a Vicenta que había muerto, y ella había comenzado una nueva vida.
Eduardo Gutiérrez, siendo militar pudo comprobar en carne propia las vivencias de la gente del interior de la provincia, historias que luego reflejaría en sus historias costumbristas y gauchescas. Debutó a los 19 años con el seudónimo de Benigno Pinchuleta, redactando una columna semanal de humor. Aunque no había completado sus estudios fue un autodidacta que aprendió a hablar inglés, francés, italiano, alemán, portugués y vascuence por su propia iniciativa. Escribía al correr de la pluma, sin necesidad de pensar previamente sobre el tema a desarrollar, con una gran facilidad, y nunca revisaba sus escritos. El gaucho desolado siguió vagando. Su alma perdida ya no encontró más remedio que el bandidaje y las borracheras con los indios, y así vio pasar su vida. Hasta que un día decidió volver al hogar y recuperar aquello que le pertenecía, decidido a dejar hasta su sangre si era necesario. Se trenza en un feroz y épico combate, cuyo desenlace dejaré para aquellos que se animen a la obra completa.
“Moreira entró precipitadamente, echó los pasadores a la puerta y se puso a vestir rápidamente, revisando sus armas con minuciosa atención.
-¿Qué es eso? -le preguntó Laura-. ¿Por qué cierras la puerta y te vistes tan ligero? Esa gente ha venido a prender al otro, porque a vos no te han visto.
-Me vienen a matar -agregó Moreira con una expresión de inmensa fiereza-; lo conozco en el modo con que ladra el Cacique."
Esta obra, pilar fundamental de la literatura argentina y del romanticismo hispanoamericano, describe con agudeza al país de fines de siglo XIX. A lo largo de los años fue blanco de numerosas críticas al tratarse de la historia de un bandido, un hombre fuera de la ley, pero sin dudas ha logrado instalarse como la del primer superhéroe nacional. El fenómeno que representó en aquellos momentos no tenía antecedente: la gente se agolpaba en la puerta del matutino “La Patria Argentina” esperando ansiosa el siguiente capítulo de las aventuras de Moreira; en las representaciones teatrales se dieron casos de espectadores que saltaron al escenario para defender el mancillado honor del gaucho. El teatro rioplatense despegó con esta historia, acercándose a todas las familias de todos los estratos sociales.
Personalmente, prefiero esta obra sobre otras de la llamada “literatura gauchesca”, sobre todo por la dinámica de la historia y el lenguaje de Eduardo Gutiérrez, quien fue un prodigio. Nos retrata al gaucho como un tipo recio pero a la vez sensible, con un sentido artístico tan particular como fascinante. Gutiérrez escribió otras obras de gauchos célebres, pero ninguna ha repercutido tanto como ésta, presente hasta nuestros días en casi todos los formatos conocidos.
German
Germán es un aventurero que gusta de bucear en las distintas formas de expresión del ser humano. Músico autodidacta, compositor y poeta, de vez en cuando se atreve a sacar alguna fotografía. Su amor por los libros comenzó desde muy pequeño, hasta que en un momento decidió que era hora de ponerse a escribir.