Reseña de Literatura | La Cúpula, de Stephen King

Es una soleada mañana de otoño en la pequeña ciudad de Chester's Mill. Claudette Sanders disfruta de su clase de vuelo y Dale Barbara, Barbie para los amigos, hace autostop en las afueras. Ninguno de los dos llegará a su destino. De repente, una barrera invisible ha caído sobre la ciudad como una burbuja cristalina e inquebrantable. Al descender, ha cortado por la mitad a una marmota y ha amputado la mano a un jardinero. El avión que pilotaba Claudette ha chocado contra la cúpula y se ha precipitado al suelo envuelto en llamas. Dale Barbara, veterano de la guerra de Irak, ha de regresar a Chester's Mill, el lugar que tanto deseaba abandonar. El ejército pone a Barbie al cargo de la situación pero Big Jim Rennie, el hombre que tiene un pie en todos los negocios sucios de la ciudad, no está de acuerdo: la cúpula podría ser la respuesta a sus plegarias. A medida que la comida, la electricidad y el agua escasean, los niños comienzan a tener premoniciones escalofriantes. El tiempo se acaba para aquellos que viven bajo la cúpula. ¿Podrán averiguar qué ha creado tan terrorífica prisión antes de que sea demasiado tarde? Una historia apocalíptica e hipnótica. Totalmente fascinante. Lo mejor de Stephen King.
Plaza y Janés | Marzo 2010
Tomo independiente | 1136pp
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Es una soleada mañana de otoño en la pequeña ciudad de Chester's Mill. Claudette Sanders disfruta de su clase de vuelo y Dale Barbara, Barbie para los amigos, hace autostop en las afueras. Ninguno de los dos llegará a su destino. De repente, una barrera invisible ha caído sobre la ciudad como una burbuja cristalina e inquebrantable. Al descender, ha cortado por la mitad a una marmota y ha amputado la mano a un jardinero. El avión que pilotaba Claudette ha chocado contra la cúpula y se ha precipitado al suelo envuelto en llamas. Dale Barbara, veterano de la guerra de Irak, ha de regresar a Chester's Mill, el lugar que tanto deseaba abandonar. El ejército pone a Barbie al cargo de la situación pero Big Jim Rennie, el hombre que tiene un pie en todos los negocios sucios de la ciudad, no está de acuerdo: la cúpula podría ser la respuesta a sus plegarias. A medida que la comida, la electricidad y el agua escasean, los niños comienzan a tener premoniciones escalofriantes. El tiempo se acaba para aquellos que viven bajo la cúpula. ¿Podrán averiguar qué ha creado tan terrorífica prisión antes de que sea demasiado tarde? Una historia apocalíptica e hipnótica. Totalmente fascinante. Lo mejor de Stephen King.
Reseñar más de 1100 páginas de emoción y terror constantes no es una tarea fácil para nadie, menos para mí, que ni siquiera sé por dónde empezar. Stephen King es un nombre famoso que pesa tanto como este tocho llamado “La cúpula”, y no es para menos, pues su talento inigualable me ha ofrecido, al menos a mí, miles de horas de diversión, de entusiasmo y de encantadoras pesadillas. La premisa con la que partimos pues, es la de un libro con un tamaño considerable escrito por el maestro del terror (o como a mí me gusta llamarlo, el maestro del Ser Humano) que nos pone en una situación surrealista y aterradora: vivir atrapado bajo una enorme cúpula inquebrantable.
21 de octubre. Chester’s Mill, pequeña localidad de Maine, Nueva Inglaterra. Un extraordinario suceso ha dejado incomunicado a todo un pueblo de la noche a la mañana: una cúpula enorme ha aparecido de pronto y ha sembrado el caos y el terror en la pequeña localidad. Una avioneta se ha estrellado contra su superficie, explotando y matando a sus tripulantes; un camión maderero ha colisionado a toda velocidad por la carretera 119, saltando por los aires justo en la frontera de Chester’ Mills; miles de personas han muerto en el acto al chocar con sus vehículos contra la cúpula, o han acabado desangrados al tener cercenados diferentes miembros del cuerpo por culpa del extraño cristal invisible. La gente no da crédito y en Chester’s Mill hay una falta peligrosa de personal sanitario (un simulacro en Castle Rock los ha dejado carentes de personas cualificadas). En una situación así, todo el pueblo se vuelca en el suceso, siendo todos y cada uno de ellos, los protagonistas indiscutibles de esta novela imprevisible y adictiva.

Como protagonistas principales, destacaremos a Dale Barbara (Barbie para los amigos), un pinche de cocina que estaba a punto de abandonar Chester’s Mill después de una bronca con el hijo del segundo concejal, Big Jim Rennie, y que se ve sorprendido por toda aquella catástrofe; a Julia Shumway, directora republicana del “Democrat”, el único periódico del pueblo; a Rusty Everret, un auxiliar médico que pasará a ser la máxima autoridad sanitaria en Chester’s Mill después de La cúpula; y a los concejales del pueblo: Andy Sanders, primer concejal; Jim Rennie, segundo concejal y antagonista absoluto de la novela y, por último, a Junior Rennie, hijo de Jim Rennie, quien sin saberlo, sufre fuertes migrañas por un tremendo tumor cerebral. Estos, y miles de personajes más, serán los que nos acompañen en una aventura sin parangón en la que Stephen King tejerá una megatelaraña que nos dejará sin aliento durante las más de 1000 páginas que necesita esta historia.
Siendo esta novela una novela coral, puedo afirmar sin arrugarme, que es la mejor novela coral que he leído en mi vida. Es más, creo que La Cúpula es una de las mejores novelas que he leído en mi vida. Explicaros aquí, todo lo que sentí mientras avanzaba entre las páginas es una tarea muy difícil. ¿Cómo haceros llegar mi inquietud por el futuro de Barbie? ¿Cómo transmitiros mi odio infinito hacia personajes tan despóticos, dictadores y nauseabundos como Big Jim o Junior, su psicópata hijo malcriado? ¿Cómo haceros sentir la frustración, la adicción, la emoción que me embargó en cada una de las escenas de acción trepidante que sobreviene al lector en esta novela? Creo que es imposible. No puedo haceros sentir el nudo en la garganta, ni los ojos como platos, ni el temblor de las manos o las noches en vela, pues esta ha sido una experiencia única y personal, solamente mía. Cada uno tendrá su propia aventura con La Cúpula, y cada uno disfrutará como miel de palma cada gota que Stephen King deje caer en un relato apasionante, revelador y tremendamente adictivo.

He de decir que no podía dormir. No, no podía. Primero tenía que leerme mínimo 200 páginas de “La Cúpula” para poder concebir un mundo sin ella. Primero tenía que avanzar en la trama de cada personaje, de cada ser que compone este magistral retrato de una sociedad carcomida por la maldad, la avaricia y el deshonor. Tenía que saber qué ocurriría con la chica violada por unos estúpidos que quieren tomar el control de la ciudad a base de palos; necesitaba saber qué ocurriría con Barbie, a quien le planeaban meter el muerto de varios crímenes perpetrados por Junior Rennie; deseaba saber si a Junior, por fin, se le explotaba la puta cabeza por ser tan cerdo y enfermo. Cuando llegaba la hora de abrir “La cúpula”, creía volver a la vida y cuando tenía que cerrarlo, me sentía morir. Ha sido una semana intensa e inolvidable en la que casi no he parpadeado mientras me sumergía en una trama rompedora, con unos personajes más reales que vosotros y yo, y un estilo narrativo perfecto, sublime y, seamos sinceros, inmejorable.
Puede que La Cúpula no sea una novela perfecta, puede que su desenlace final sea algo flojo o que quede la impresión de que Stephen King creó tal bola de nieve que después no fue capaz de pararla a tiempo, puede que caiga de vez en cuando en el maniqueísmo o que los trucos usados por este gran maestro no sean una sorpresa para sus fans. Sí, puede ser todo eso, pero no dejaré que nadie me diga que La Cúpula no es una gran obra maestra, porque no le creeré, simplemente. Alguien que me diga que “Bah, ese libro no vale la pena” o “Está bien pero nah…”, pasará automáticamente a el saco de “no se ha leído una mierda de Stephen King” o “no ha leído la misma novela que yo” porque todo lo que sucede entre las páginas de La cúpula, si sois humanos, os tendrá que conmover, os tendrá que emocionar y os tendrá que explotar la cabeza por querer continuar sin pausa, correr sin control por Chester’s Mill y desengranar la maquinaria para mirar por dentro.

Mientras abría la puerta, su suave sonrisa se ensanchaba en un gesto risueño de bienvenida, quizás no muy afortunado, pues tenía los dientes bastante apiñados y del tamaño de pastillas de chicles gigantes. Ya tenía la mano en el nudo del albornoz. Pero no lo desató. Porque no era Frankie. Era Junior, y parecía muy enfadado...
Le había visto antes esa expresión lúgubre -muchas veces, de hecho-, pero nunca tan lúgubre desde octavo, cuando Junio le rompió el brazo al hijo de los Dupree. Angie suponía que el rostro de Junio había exhibido esa misma expresión tempestuosa aquella noche en el aparcamiento del Dipper's, pero, claro, ella no había estado allí, sólo se lo habían contado.
-¿Junior? Junior, ¿qué...?
Entonces Junior la abofeteó, y ahí, en gran medida, todo pensamiento cesó.

Tenéis que leerla, es la única afirmación que mi carcomido cerebro logra rescatar. Sin embargo, aunque haya sonado autoritario, sé y respeto que haya gente que no aguante a Stephen King. Cuatro trotes con el maestro y no todo el mundo puede sobrevivir a la aventura. Si sois de ese grupo (que hayáis probado buenos libros de Stephen King y realmente no es vuestro estilo), tal vez no encontréis maravillosa esta gran obra maestra, pero igual que ocurre con otras obras maestras de la literatura; si es que para eso se inventaron los colores. En cambio, si eres un neófito de Stephen King, jamás has leído nada suyo y tienes ganas de empezar, te recomendaría echarle un buen vistazo a este tocho de 1100 páginas porque tal vez sea el libro adecuado para ti. No importa lo grande que sea, si te gusta, te lo beberás en nada y engancharás inmediatamente. Para amantes de la pluma de Stephen King: no sé a qué estáis esperando. La cúpula se ha alzado a la tarima de los “intocables”, junto a El Resplandor e IT, así de fuerte me ha dado con él y así de entusiasmado os lo recomiendo.
Como ya he dicho, el ritmo es frenético, todo el tiempo estaremos cambiando de manos, rotando por los pueblerinos de dentro de la cúpula, intrigando con los malos, sufriendo con los buenos. Hacia mitad de la novela, cuando las cosas estaban que arden, sentía que sostenía todo el tiempo una gran patata caliente a punto de explotar. Era una sensación deliciosa y llena de riesgo que me alteraba el corazón.

Nuevamente, el maestro lo ha hecho: ha creado un retrato exacto de la maldad humana y nos ha llevado al límite en una novela magistral sin precedentes. La cúpula es un salto enorme de calidad hacia un micromundo donde lo peor de nosotros sale a la luz y donde las pesadillas no están pobladas de peludos monstruos de grandes garras, sino por tíos con pistolas y uniformes de autoridad. Aquellos que son nuestros vecinos se convierten en nuestros verdugos y la bondad, la compasión o el amor, son efímeros recuerdos de un mundo lejano. No perdáis el tiempo y dejad de leer esta reseña para ir directamente al infierno: el interior de la cúpula.

▶ ¿Quién ha dicho serie?: Se está gestando una adaptación de La Cúpula para la pequeña pantalla. ¿Los productores? El rey Midas del cine, Steven Spielberg y el propio autor, Stephen King.
Escritor estadounidense de novelas de terror, cuyo pseudónimo era el de Richard Bachman, nació el 21 de septiembre de 1947. Apenas convivió con su padre, porque cuando él tenía tres años, éste abandonó a su familia. De niño presenció un trágico accidente, quedando atrapado entre los raíles uno de sus amigos. Hay críticos que han querido relacionar dicho trauma con su producción literaria, cosa que siempre negó. Quizá su afición a este género se debió más bien a la lectura de los libros de ficción y terror que una tía coleccionaba. Autor de novelas de terror muy populares, muchas de las cuales se han llevado al cine con notable éxito.(Fuente: Lecturalia)

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ESCRITO POR DAICHAN
Estudiante de letras y otaku apasionado. A parte de leer, jugar a videojuegos y ver películas, adora estudiar y enseñar japonés. Administra Mientras Lees desde hace dos años y su sueño es convertirse en librero. Podéis encontrarlo en su bitácora personal.