Los testamentos es la secuela de El cuento de la criada, la aclamada distopía de Margaret Atwood que, a pesar de que fue publicada hace décadas, se puso de moda hace pocos años debido a su adaptación a una serie. Ahora, Atwood nos devuelve a Gilead 15 años después de lo narrado por Defred, situándonos de nuevo en este régimen teocrático impuesto años atrás que empieza a evidenciar signos de estar en plena decadencia.
Para contarnos qué está sucediendo ahora en esta sociedad totalitaria y puritana, la autora repite la fórmula de diario o testamentos, usando la voz de tres mujeres diferentes que van dando su perspectiva de sus vivencias. Para empezar, volvemos a encontrarnos con Tía Lydia, una poderosa herramienta del poder de Gilead que ya conocimos en El cuento de la criada, y que ahora nos muestra su peculiar postura ante la sociedad que ha contribuido a construir, con alguna que otra sorpresa para el lector. Además, se muestra su vida pasada, recreando la época en la que la libertad cayó y pasó de ser una jueza bien situada a un pelele al que intentaron hacer sumiso a base de humillaciones, al igual que al resto de mujeres.
Por otro lado, Los testamentos nos muestra la vida de Agnes, una niña criada desde bebé en el régimen (en un hogar típico con una madre, un comandante, sirvientas “Marthas” y una criada que llegará en un momento dado) y educada como las demás jóvenes para ser una esposa modélica según los cánones del momento. Agnes sufrirá acosos y privaciones que nunca podrá denunciar y su inocente testimonio pondrá los pelos de punta al lector más avezado en materia distópica. Sin embargo, a la chica le aguarda alguna que otra revelación inesperada.
Por último, tenemos el punto de vista de Daisy, una adolescente que vive en Canadá, disfrutando de una vida perfectamente normal gracias a la libertad de este país, pero conocedora de las barbaridades que tienen lugar en la cercana Gilead. Un buen día, la vida de la muchacha cambia abruptamente, y descubre cosas sobre su pasado y verdadera identidad. Como cabe imaginar, las vidas de las tres mujeres acaban conectándose para tener de un modo u otro un papel fundamental en el destino de Gilead.
Atwood vuelve a demostrar en Los testamentos su habilidad para recrear escenarios distópicos que, en lugar de mostrar signos futuristas, recuperan la tradición y la religión como forma de vida, y en los que la mujer se lleva la peor parte. La narración es dinámica, va saltando continuamente de una historia a otra y poco a poco compone un cuadro más amplio tanto de lo acontecido durante el golpe de estado, como de la evolución de la sociedad instaurada, en la que algunas personas siguen luchando para derrocarla y en la que otras aprovechan para enriquecerse o abusar de su poder, mientras la mayoría se limita a intentar sobrevivir sin llamar la atención.
El final de esta secuela es algo abierto, aunque creo que es muy probable que la premisa principal que se da a entender sea la correcta y la historia de Los testamentos conecte de algún modo con cierto personaje de El cuento de la criada. Por supuesto, ya le tengo echado el ojo a otros libros de esta autora, ya que cada vez me parece más ver en ella a una gran escritora con mucho que decir e historias inolvidables que narrar. Como siempre, serás testigo por aquí (si quieres) de estas futuras lecturas. Con su mirada…