Mejor la Ausencia (Galaxia Gutenberg) es una novela sobre la violencia. Tiene como telón de fondo el conflicto vasco de los años 80, que eran conocidos como los años de plomo. Pero también hace hincapié en la violencia a pequeña escala. El padre que siempre está fuera de casa y que cuando vuelve la emprende a gritos con la madre y los hijos. La violencia que ejerce esa madre contra sí misma, refugiándose en el alcohol.
De esta forma, Amaia crece totalmente despegada de su familia. Su hermano mayor, Aníbal, coquetea con las drogas, algo que la juventud vasca que lucha contra el estado opresor no tolera. Aitor opta por dejar Bilbao y marcharse a Madrid. Kepa, su otro hermano, hace lo contrario y se sumerge a fondo en la lucha armada.
En la violencia privada hay una ausencia de testigos, y que en ocasiones son violencias tan íntimas que a veces ni siquiera las articulamos como tal.
En medio de todo, Amaia, testigo impasible de la violencia que todo el mundo ejerce contra ella y contra sí misma. Tratando de salvarse mientras todos intentan salvarse a ellos mismos sin pensar en ella. Para Amaia, crecer implica violencia y dureza.
Mucho se ha comparado a esta novela con Patria, de Fernando Aramburu. Pero aunque el tema es cercano, Edurne Portela se moja, toma partido, no da una de cal y otra de arena. Su lectura es visceral y me ha recordado mucho a Aixa de la Cruz o Gabriela Ybarra, cada una en su estilo.
Aunque ahora la banda terrorista ETA ha dejado las armas, hubo una época en la que nos despertábamos en toda España con noticias sobre bombas y tiros a concejales o guardias civiles. Creo que Portela ha sabido retratar muy bien esa angustia y además la ha añadido la de una adolescente perdida que crece y que no sabe qué pensar de todo lo que la rodea.